Nuestro Lado Oscuro

Capítulo 14 El Rostro de Sandy

El camino a mi casa fue silencioso. Ella se veía triste, volteaba a todos lados.

—Me dijo Sandy que para llegar más rápido a la cabaña me fuera por tu casa —dijo. Yo asentí con la cabeza.

—Hace unos días, con los chicos, encontramos la cabaña.

Alice me volteó a ver.

—¿Hablas de Dante y Mateo? —me dijo en voz baja—. Ellos te llevaron a la cabaña.

—No. Me guié por la figura que está en los árboles, pero de esa cabaña salió el maestro Sandro. Traía la misma ropa que la vez que nos escondimos, y metió una maleta a un carro.

Ella se puso pálida.

—¿El maestro Sandro los vio? —me preguntó y negué con la cabeza.

Llegamos a mi casa y entramos.

—Hola, abuelita. Viene Alice conmigo —dije, pero no recibí respuesta.

"Fui a la casa de Elisabeth, llegó para que cenemos juntas."

Fui a la cocina y vi una nota en la barra:

—Vamos a mi habitación para hablar mejor —le dije a Alice.

_____

Subimos a mi habitación, dejamos nuestras mochilas en la cama. Saqué la carta de Joseph y se la extendí a Alice. Ella la agarró con duda, pero la leyó y luego me miró.

—¿Ya sospechas de la familia Fox? —se sentó en la cama, a mi lado.

—Al principio sí. Pero con lo que vi del maestro Sandro y ahora, posiblemente el director dudo que ellos tengan algo que ver con esto.

Ella solo me escuchaba, con la mirada fija en la carta.

—¿Pero qué tiene que ver el director en esto? —me preguntó.

—En la mañana, Dante y yo nos encontramos al hijo del director —vi cómo le cambió la cara. Algo no me está diciendo—. Cuando Jack pasó a la oficina del director, empezó a hablar de lo que le hizo a Lia.

—¿Y qué le hizo a Lia? Se supone que eran novios —me preguntó con voz temblorosa.

—Pues, la envió al otro mundo. Creo que vendió sus órganos.

Se paró de golpe y me miró.

—Lisa, sabes mucho sabes más de lo que ellos quieren que sepas —caminó hasta mi mesa de tocador. Posó su vista en la carta que encontré y la leyó—. No entiendo qué tienes que ver tú en todo esto. Esta es la segunda carta que recibes. ¿Quién crees que te vio cuando agarraste la carta de Joseph?

—Sí le comenté a medias a mi abuelita y ella tampoco entiende el porqué. Ni siquiera yo lo sé. Creo que fue la persona que vi del otro lado de la calle —me paré de la cama y fui a la ventana, recordando a Jack en la madrugada, indecisa sobre si decirle a mi abuelita.

—Te puedes quedar con mi celular cuando vaya a la cabaña con Sandy. Ya sabes mi contraseña. En mi galería tengo fotos que te pueden ayudar —me dijo con los ojos llorosos.

—¿Por qué no me las pasas de una vez? —ella negó con la cabeza.

—Te voy a dejar mi celular escondido en la escuela —se limpió las lágrimas—. Y no se lo des a nadie.

—¿Qué es lo que pasa? Me estás preocupando. Estás hablando como si ya no fueras a volver —la abracé, y ella me correspondió.

—No me pasa nada. Solo quiero protegerte, aunque sé que no te pueden hacer nada. Pase lo que pase, no dudes en hacer lo que sea con tal de que no te hagan daño —rompió el abrazo y me sonrió.

—También vi a Jack esta mañana, afuera de la casa. Se metió al bosque —le dije—. Yo no conocía a Jack.

—Él vive con su mamá desde los 10 años, cuando sus padres se separaron. Su esposa se enteró que le ponía los cuernos con una alumna de tercero. Me acuerdo que los maestros no querían que nadie hablara del tema. La señora se fue, y a los pocos meses, la chica quedó embarazada, pero después, se la tragó la tierra. Nadie supo de ella.

Nos volvimos a sentar en la cama.

—De hecho, Jack es una combinación de sus dos padres. Es un asco de persona que sabe sacar provecho de su poder. Y, como ya lo imaginas, mi mamá también tiene un romance con el director. Mi familia tampoco es muy tradicional. Mi papá tiene otra familia en este mismo pueblo. De hecho, tengo. No, tenía una hermana menor. Esa niña desapareció. — en su voz se escucha que no le caía bien su media hermana —Cuando mi papá la llevaba a la casa, un día simplemente se esfumó. Mi mamá ya lleva años con el director, tal vez cinco o seis. Yo me enteré cuando tenía 12. Creo que, al final, uno sí termina siendo copia de sus padres.

Alice se paró y revisó la hora en su celular.

—Creo que ya me voy.

Salimos de mi habitación y la acompañé a la puerta para despedirla.

_____

Como vi que mi abuelita aún no regresaba, me puse a hacer la cena. Al rato llegó y cenamos.

—En la tarde vino Alice —le comenté.

—¿Y no te dijo quién podría ser el que te dejó esas cartas? —su voz tenía un tono que no logré descifrar.

—No me quiere decir, pero dejemos de hablar de eso. —tomé agua—. Bueno, me voy a mi habitación. Mañana tengo escuela.

Me despedí y fui a mi habitación.

Me bañé y me acosté, pero no dejaba de pensar en la actitud de Alice y en las dos cartas. Era más que obvio que le van a hacer algo. Y también creo que ella sabe quién está detrás de todo esto.

_____

Al día siguiente, al salir de clases, vi a Alice bajarse del auto con su mamá. Se despidió de ella y caminó hacia mí.

—Te voy a dejar mi celular en los baños, debajo del excusado —caminamos hasta el salón.

—Creo que es mejor que vaya yo —insistí.

Le llegó una notificación, pero no revisó quién era.

—¿No vas a fijarte? —pregunté.

—Ya sé quién es o bueno, no con exactitud. Ha de ser Santy —comentó desanimada—. Desde ayer me está diciendo todo lo que me va a pasar si no voy.

Desbloquea su celular y negó con la cabeza.

—¿Qué pasa? —le pregunté.

—Quiere que lleve mi celular. Dice que la información que tengo en el celular vale más que yo.

La miré, confundida. ¿Qué tanto sabe y no me dice?

—¿Y qué vas a hacer? Si quieres, yo puedo ir detrás de ti e intento no hacer ruido.

Ella negó con la cabeza.

—No. No sé qué te puedan hacer. Y tal vez no termine bien —su rostro solo reflejaba tristeza y desesperación.




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