El resto de la clase me la pasé pensando en revisar las fotos con contraseña y los mensajes que Alice tenía con Sandy.
Y también en comentarle al teniente Bianchi que tenía razón sobre el dueño del mensaje.
Suena la campana y todos en el salón salen para ir al receso.
—Vas, Dante. Quédate aquí con él y nos mandas mensaje cuando salga el maestro Sandro del salón —me cuelgo la mochila y salgo del aula.
Detrás de mí viene Mateo.
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Entramos a la oficina del maestro Sandro y lo primero que busco es la figura del triángulo invertido.
—Mira, Mateo, es la misma figura que está tallada en los árboles del bosque —a simple vista parece solo un adorno más de la oficina.
—Sí —me responde.
Le tomé una foto a la figura.
—¿Qué haces? —me grita Mateo, sobresalto.
—Tomando evidencia para denunciarlo. Quiero justicia para Alice y para las otras personas que también fueron víctimas —él niega con la cabeza.
—Es peligroso. No sabes con qué exactamente nos estamos enfrentando. Tal vez él también es solo una pieza más en este juego —me dice con voz preocupada.
—Sí, pero es más peligroso para mí, porque puedo ser la próxima víctima. Y lo digo por el mensaje que me mandó —respondo mientras sigo buscando en los cajones.
Los reviso todos, pero no hay nada: solo cosas de la escuela. Intento abrir el último cajón y este sí está cerrado con llave. No se ve la cerradura a simple vista, pero la encuentro a un lado, en la esquina.
Me levanto y empiezo a buscar la llave. Reviso los jarrones que tiene, pero no hay nada. Luego volteo a ver el adorno con la figura. Camino hacia él y noto que en medio tiene una pequeña abertura; allí hay una llave.
La tomó y caminó hasta el cajón.
Pongo la llave, la giro y el cajón se abre.
—Ya deja eso, Lisa, y vámonos. Dante ya se tardó hablando con el maestro, y tenemos que salir antes —me dice Mateo mientras se acerca.
—Ya voy —en el cajón solo hay una carpeta.
La tomo justo cuando suena el celular de Mateo.
—El maestro Sandro ya salió del salón —me dice.
Guardo la carpeta en mi mochila, asegurándome de que Mateo no me vea, pero él está mirando hacia la puerta. Cierro el cajón con llave y dejó la llave en el mismo lugar.
—Ya vámonos —le digo.
Salgo yo primero y después él. Caminamos rápido hasta la cafetería.
Dante está sentado en una mesa cerca de la puerta.
—¿Y encontraste lo que buscabas, Lisa? —me pregunta cuando me siento.
—Sí. Hay un adorno con la misma figura que está tallada en los árboles —Dante me mira con duda y luego ve a Mateo.
—También revisó un cajón que estaba cerrado, pero como mandaste el mensaje ya no alcanzó a ver qué había —añade Mateo.
—Estoy pensando en contarle a mi mamá y a mi abuelita sobre el mensaje que me mandó el maestro Sandro —les comento en voz baja.
—Yo le puedo decir a mis papás, para que no preocupes a tu mamá ni mucho menos a la señora Lidia —me dice Mateo, tomándome la mano.
—Además, nos tienes a nosotros. Te vamos a proteger, porque eres nuestra amiga, Lisa —añade Dante.
Yo le sonrío.
Almorzamos y después regresamos al salón.
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A la salida, me voy con Dante y Mateo en el carro de este.
Llego a mi casa y me encuentro a la señora Elisabeth y a mi abuelita en la sala.
—Buenas tardes, señora Elisabeth. Hola, abuelita —las saludo con un beso en la mejilla.
—Hola, Dalisa —me dice la señora Elisabeth.
—¿Cómo te fue hoy, hija? —me pregunta mi abuelita.
—Bien. Voy a hacer mi tarea, nos vemos luego —caminó hacia mi habitación.
Cierro la puerta y le mando un mensaje al teniente diciéndole que sí era el maestro Sandro, junto con la captura del mensaje donde ya aparece registrado.
Dejo mi celular en la cama y sacó la carpeta. La abro y solo hay un mapa. Con plumón azul hay un camino que inicia en las tres entradas del bosque, y todas llegan al mismo lugar, marcado con un círculo, en cuyo centro dice “Casa de Candy”. Alrededor, hay varias casas marcadas con círculos rojos.
Busco el celular de Alice, lo enciendo y entró a la galería, al álbum donde está la figura. Busco las fotos en las que la figura está en rojo y encuentro la casa de Joseph. La ubico en el mapa.
—No puede ser—me tapo la boca con una mano.
La casa de Joseph está encerrada en un círculo rojo. Y hay más círculos como ese en el mapa.
Alice tiene tres casas más aparte de la de Joseph, y todas tienen algo en común: ha desaparecido por lo menos un integrante de esas familias.
Según Joseph, a él lo querían matar por saber más de lo que debía. Entonces, a los otros les pasó lo mismo.
Suena mi celular. Es el teniente Bianchi.
—Buenas tardes, señorita Dalisa. Yo también investigué al maestro Sandro —me dice.
—Yo encontré un adorno parecido al que le hicieron a Alice y a Sara —le envío la foto.
—Yo encontré un adorno parecido al que le hicieron a Alice y a Sara —le envío la foto.
—Me parece haber visto ese mismo adorno en la oficina del director —le envío la foto que tomó Alice de la oficina del director Caruso.
—Le mandé una foto que mi mamá tiene en su celular —le explico.
—Sí, es la misma figura. Es claro que se trata de una red de corrupción. El maestro Sandro tiene varias órdenes que fueron canceladas por personas que denunciaron, y estoy buscando a esas personas, pero desaparecieron. Hoy fui a la casa de una de ellas y me dijeron que desapareció un día camino al trabajo. Pero dejó una nota diciendo que se iba con otra mujer —me cuenta el teniente.
—Y luego me dijeron que él era gay, y la persona con la que vivía era su hermana. Después le pregunté sobre la denuncia que había hecho, y me contó que fue su hija, la que lleva tres años desaparecida. Pero ella no sabía que él había quitado la orden, porque también estaba siguiendo al maestro Sandro —volteo a ver la puerta de mi habitación, esperando que mi abuelita no subiera.
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Editado: 27.10.2025