Nuestro Lado Oscuro

Capítulo 24 Mateo

Entramos a una oficina que también grita lujo por todos lados. Miro el cuadro de un mapa.

Pero se me hace conocido, creo que es el mismo mapa que le robé al maestro Sandro.

Me sienta en la silla que está frente al escritorio y se pone detrás de mí.

Escucho que abren la puerta y miro confundida a la persona que tengo enfrente. Estoy segura de que ya la había visto, pero ¿en dónde?

—Hola, Dalisa. Hasta que nos volvemos a ver —habla el señor de pelo canoso y voz grave—. No sé si me recuerdas, pero yo soy Jim.

Él me sonríe. Yo me limpio las lágrimas, pero no aparto la vista de él, hasta que me acuerdo. Claro, es el señor que vimos Alice y yo, el que se metió a la casa de Becky.

—¿No vas a decir nada? Aunque estoy seguro de que no me recuerdas. Te vi hace poco con la ingenua de tu amiga —se lleva una mano al mentón y toca la poca barba que tiene—. Alice, creo que así se llama.

Vuelvo a mirar el mapa y me limpio las lágrimas.

—¿No vas a hablar? Mejor dime cómo está doña Lidia —el señor se me queda viendo y sonríe.

Más confundida me siento. ¿Cómo conoce a mi abuelita?

—¿Por qué nombra a mi abuelita? —hablo tratando de que mi voz no se escuche nerviosa.

—Porque quiero saber cómo vive la bruja de tu abuela —me mira, pero en sus ojos se nota su mirada fría.

Fría como este lugar.

—Te cuento una historia —se levanta de su silla.

Voltea a ver el mapa y luego me mira a mí. Agarra un lápiz y encierra el lugar donde está mi casa.

Siento cómo la bola de nervios en mi estómago va creciendo mientras él rodea el escritorio hasta llegar a mi lugar. Intento pararme, pero el hombre que me trajo hasta esta oficina me lo impide.

—No le tengas miedo a tu tío —yo lo miro confundida y él me sonríe.

—Por culpa de Lidia no me pudiste conocer, pero te cuento por qué somos familia. Por tu padre. Mi hermano tuvo la mala suerte de enamorarse de tu madre, Dalila. Yo, en más de una ocasión, le dije que esa familia era de doble cara, pero quedó tontamente enamorado de ella. Según él, iba a ser la mejor abogada del pueblo, la chica más transparente y justa de Valle Vigezzo.

Él se ríe y yo niego con la cabeza, incapaz de hablar.

—Todo iba bien, pero a a mí seguía sin gustarme del todo esa familia y mucho menos los padres de Dalila. Pero cuando uno se enamora, se vuelve tonto. Mi hermano, tu padre, se enteró de todo el show que estaba montando la familia de Dalila, pero no le importó. ¿Quieres saber de qué se enteró? —yo solo lo miro sin poder creer todo lo que está diciendo.

—Se enteró de que sus suegros vendían a jóvenes para amasar riqueza ajena, y él empezó a meter las narices en esos negocios. Su suegro lo metió en eso. Tu padre ayudó a que cuarenta jóvenes entraran a este lugar, pero yo no estaba de acuerdo, porque nosotros también teníamos una hermana. Me acuerdo bien de ella; se llamaba Lisa. De hecho, tú eres muy parecida a ella. Tu abuelo, en cuanto la vio, dijo que con ella tendrían mucho dinero. Tu padre, Luca. Porque su nombre era Luca, en cuanto se enteró de que iban detrás de nuestra hermana, habló con tu abuela y con tu madre, pero ellos le dijeron que no iban detrás de ella y un mes después desapareció mi hermana Lisa. Yo le reclamé a Luca y él se peleó con tu madre. Ella, para ese entonces, ya estaba embarazada de ti, tenía creo que dos meses. Luca fue a denunciar todo lo que tus abuelos hacían porque a Luca nunca le dijeron para qué familia trabajaban ellos. Cuando se enteraron los dueños de todo esto—con sus brazos apunta a todo el lugar— lo mandaron a callar como saben hacerlo bien, y a tu madre ni le importó que mataran a tu padre, porque ella sabía toda la mierda que hacía su familia.

Yo me limpio las lágrimas y veo mis manos temblando. Agacho la cabeza.

Ella desde un inicio lo sabía. Pero entonces los Fox son los dueños de todo esto. Porque no creo que mis abuelos tengan amistad con los Caruso.

—Por eso a Lidia no le gusta que se nombre a tu padre, porque para ellos él fue un traicionero, un soplón. Y aparte que también se enteraron que la zorra de Irina se había metido con tu padre en el momento que se enteró que se había peleado con tu madre, sin duda Irina y su hija se parecen más de lo que ellas creen. Por suerte, ellos nunca me conocieron a mí, y yo, con mucho esfuerzo y mucha información de las personas correctas, pude llegar hasta este puesto. Y cuando me enteré de que estabas metiendo tus narices en donde no debías, me acordé de tu padre, y sin duda aquí, en Valle Vigezzo, todos los jóvenes siguen los pasos de sus padres. Y tú, mi querida Dalisa, estás siguiendo los pasos de tu padre —pone una mano en su cintura y con la otra me toma del mentón—. Cuando Sandro me habló de ti y de todo lo que estás haciendo, llegamos a la conclusión de que tú eras una traicionera, y a esas se les manda a callar. Sandro nos propuso que contigo podíamos hacer mucho dinero y ganarnos a más inversionistas para poder tomar las riendas de este juego.

Yo niego con la cabeza. Eso no podía ser cierto. No creo que mi abuelita fuera capaz de hacer todo eso. ¿Ella ya sabía de todo esto? ¿Realmente todo esto es real?

Me suelta del mentón y el hombre que me estaba agarrando de los hombros me suelta. Lo volteo a ver. Veo que Jim me muestra una jeringa e intento pararme, pero la persona que me trajo aquí me vuelve a agarrar de los hombros otra vez.

—No, suéltenme, no, por favor —grito intentando zafarme.

—No te preocupes, por el momento —habla Jim.

Me inyecta y todo se vuelve borroso.

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Narra Mateo

—Escuché hablar a Alessandro por teléfono diciendo que hoy iban a llevar a Lisa al lugar que tanto buscaba —le cuento a Dante por llamada.

—De seguro Jack está detrás de todo esto —me dice Dante.

—Alessandro ya se fue, pero al parecer ya van por Dalisa. Alessandro le dijo a la persona de la llamada que Lisa iba a estar sola porque la señora Lidia estaba con mi abuela —salgo de mi habitación.




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