Hace tres años.
París, Francia; 23 de enero de 2019.
NARRADOR OMNISCIENTE:
La fría brisa de enero despeinada a la chica de cabellos rubios. Siempre fue una chica guapa, ella no entendía porque nadie se fijaba en ella. Sus padres no paraban de repetirle que se diera tiempo, que aún era muy pequeña para poder encontrar el amor verdadero.
Ella sólo tenía quince años acabados de cumplir, pero todas sus amigas ya habían tenido novio, no se explicaba porque ella era la excepción.
Aquel día se encontraba muy apurada. Venía con una pregunta para su padre, ya que según ella era el más sabio. Claro que no lo era, su padre solo intentaba resolver las pequeñas dudas de la cabecita de Alena.
Alena entra apresurada a su casa y cierra la puerta de un tirón intentando llamar la atención. No se escuchó ningún reclamo por ello, cosa que llamó la atención en la chica.
—¿Mamá?
Llamó, pero no recibió respuesta. Por lo que intentó por segunda vez.
—¿Papá?
Tampoco se escuchó alguna respuesta. Ella solo pensó que pudieron haber salido, no se alarmó demasiado. Subió las escaleras para ir directo a su cuarto, en lo que se sintió un estruendo en el piso superior. Alena se alarmó, no sabía que hacer.
Sacó su móvil de la mochila que traía colgando y llamó a la policía. Sus padres le habían enseñado que si veía o escuchaba algo extraño en casa mientras se encontraba sola tenía que llamar a emergencias, por lo que no lo pensó mucho y llamó.
Tardaron en contestarle, la chica se cansó de esperar y subió al tercer piso, justo de donde había venido el sonido.
Otro estruendo retumbó en la diminuta casa, el cual hizo que Alena diera un salto. Eso no hizo que detuviera su caminata al origen del ruido. Apresuró sus pasos y se detuvo frente al despacho de su padre.
Pensó dos veces si abrir aquella habitación. Su padre le tenía prohibido entrar sin su permiso, pero dejó de lado lo que algún día le había pedido no hacer y entró.
Se quedó bloqueada en la puerta, ya que en la ventana se encontraba posicionando su padre. No sabía porque estaba allí parado, podría caerse si hacia algún movimiento brusco. Su padre se percata de su presencia y se voltea para mirarla.
—Alena amor, ¿que haces aquí?
—He llegado temprano del Instituto. Papá, ¿Qué haces allí?
El inspecciona su posición sin saber muy bien como explicarle a su hija lo que planeaba hacer.
—Hija, necesito que le digas a tu madre cuanto la amo, dile que intente hacerlo lo mejor que pude.
Alena no sabía muy bien que hacer. Había visto en las películas muchas veces a personas que se suicidaban, por lo tanto la posición de su papá le asustaba demasiado.
Su padre había hecho uno que otro negocio sucio. Ahora se encontraba con la soga en el cuello y creía que su única escapatoria era aquella.
—Papá...
—Necesito que me prometas que lograras ser algo mejor que yo Alena. No quiero esta vida para ninguna de vosotras, se que lo entenderás cuando seas mayor.
Alena no sabía a lo que se refería. Siempre había tenido a su padre de ídolo. Ella da dos pasos hacia delante, pero su padre la detiene.
—No te acerques. Date la vuelta y vete, yo estaré bien.
—Pero...
—Yo estaré bien —le repite con desdén.
Ella le creyó y se dio la vuelta, dio varios pasos hacia la puerta en lo que se escuchó un estruendo mayor que los anteriores. Alena se giró apresuradamente, pero ya su padre no estaba en la ventana. Su padre ya no estaba.
Ese día había decido acabar con su vida de la forma menos apropiada. Lo peor del momento fue que Alena presenció todo. Al mirar por la ventana vio como el cuerpo sin vida de su padre yacia en el concreto. Alena no durmió en días, no comió, dejó de ser ella.
Meses después decidieron mudarse pero eso no hizo la diferencia. La vida de Alena había cambiado, quedó con un trauma a las alturas, el cual se veía reflejado en el día a día.
Con el tiempo aprendió a vivir con ello, pero de su mente nunca se borro la imagen de su padre en aquella ventana.
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N/A: Bueno, esto fue más como una explicación para poder entender más a Alena. Creo que era importante ver un poco por todo lo que pasó Alena antes de llegar a donde esta ahora.
Un Besucho ❤