MIA
Entré en la pequeña habitación donde mi hija dormía profundamente. Me acerqué silenciosamente y me recosté junto a ella. Pronto su cuerpo buscó mi calor y ese gesto llenó mi corazón. Acaricié suavemente los oscuros cabellos de mi pequeña y disfruté de su cuerpecito junto al mío durante unos segundos más. Tenía que estar en la universidad dentro de unas horas para mi primer día de clases, pero podía esperar unos segundos más mientras disfrutaba de mi pequeña.
Comencé a besar su pequeña carita y pronto sentí cómo comenzaba a despertarse. Cuando se dio cuenta de lo que sucedía, se abrazó más fuertemente a mí mientras yo la apretaba buscando su contacto. Amaba a mi hija por sobre todas las cosas de este mundo.
—Bebé, llegaremos tarde —anuncié.
Mi hija se despertó por completo y fue cuando comenzó el día.
Tenía mi primera clase dentro de unas horas y era mi primer día. No pensaba llegar tarde. Metí a Noa en el baño y le di una ducha rápida. Le ayudé a lavar sus dientes y la vestí antes de bajar a desayunar. Ambas íbamos en conjunto. Mi hija llevaba una camiseta blanca de mangas cortas mientras que yo llevaba una camisa hasta el codo. Ambas llevábamos unos vaqueros claros, zapatillas blancas y los abrigos. Terminé de hacerle una perfecta coleta, igual que la mía aunque un poco más oscura y ondulada, mientras terminaba de desayunar. Y así fue como dos horas después ambas íbamos en dirección a la universidad.
Planeaba llegar unos minutos antes para conocer a mis compañeros y buscar un área segura donde dejar a Noa durante mis clases. Lo había pensado mucho y era mejor ahorrar el dinero de la niñera en algo más necesario como sus estudios, dentro de unos años.
—Mami, ¿tu trabajo es muy grande? —preguntó.
Siempre me sorprendía cómo Noa, a su edad, tenía un perfecto vocabulario. Otros niños de su edad se confundían mucho con palabras simples y les era más difícil de entender. Pero mi sorprendente e inteligente hija lograba pronunciar perfectamente. Había muy pocas ocasiones en que esa acción se le dificultaba.
Observé a mi pequeña sentada junto a mí en el autobús. Como íbamos con buen tiempo, era mejor tomar el autobús y mucho más barato también.
—La universidad es muy grande. Hay muchos profesores y muchos alumnos. Pero es preciosa, ya lo verás.
Me encantaba que fuese tan curiosa e intentase aclarar todas las dudas de su cabecita. Sabía que era muy inteligente, pero me encantaba que fuese así.
☆☆☆
Sabía que mi pequeña se sorprendería cuando viese la universidad. Pero aquella expresión de sorpresa en su rostro mientras recorremos los pasillos llevaba mucho tiempo instalada. Vi sus ojos grises brillar al igual que su sonrisa.
Para mi sorpresa, muchas personas se nos quedaron mirando, aunque estaba segura de que disfrutaban de la pequeña princesita que me acompañaba. La secretaria del director me esperaba a la entrada de la universidad y ahora me guiaba por los pasillos hacia, lo que suponía que sería el área de personal.
Y así fue. Después de caminar por unos minutos por el pasillo, entramos en una amplia sala llena de mesas de trabajo y estantes repletos de libros. En algunas mesas se encontraban algunas personas y otras se encontraban vacías. Parecía un buen lugar para trabajar y de seguro haría algunos amigos entre todas aquellas personas.
—Chicos, me gustaría presentarles a la nueva profesora de Historia del Arte —me señaló—. Mía Montés.
Las personas frente a mí prestaron total atención a las palabras de la mujer y después me observaron a conciencia. Algunos se acercaron y se presentaron, otros simplemente asintieron y continuaron con sus trabajos. Agradecí a todos los que se presentaron y seguí a la secretaria hacia una de las mesas completamente vacías.
—Este será tu escritorio y ahí detrás tienes tu propio estante.—Señaló— Al final del pasillo hay una pequeña cafetería con cocina. Si tienes alguna duda, puedes preguntar a tus compañeros o buscarme en dirección —explicó cordialmente y se retiró.
Observé mi mesa vacía y sonreí. Había comenzado una nueva etapa en mi vida y tenía a mi hija. Era completamente feliz.
En los pocos minutos que me restaron antes de irme a mi clase, organicé mi mesa y agendé en mi cabeza traer algunas cosas personales para decorarla. Antes de irme, acomodé a mi bebé en mi mesa y busqué su pequeño cuaderno de dibujo. Quizás no era tan buena dibujante como yo, pero lograba entretenerla.
—Amor, recuerda no irte de aquí y si necesitas algo esperas a que yo vuelva, ¿okey? —asintió—. Vuelvo en un rato. No te muevas de aquí.
—Sí, mami. —Dejé un beso en su frente y un pequeño abrazo antes de correr hacia mi clase.
☆☆☆
—Eso es todo, chicos, nos vemos mañana —me despedí de mis nuevos estudiantes y recogí todas mis cosas.
Esta era la última clase del día y pronto estaría en casa con mi pequeña. Durante la clase de la mañana mi pequeña no se había movido de mi mesa. Almorzamos juntas en la cafetería y nos escondimos en la biblioteca. En unos pocos minutos comencé una conversación con la joven encargada de la biblioteca y se había ofrecido a vigilar a Noa durante mi clase. Ahora iba hacia allí a buscarla y luego a casa.
Para mi sorpresa, junto a Noa había otra chica, no era la misma con la que la había dejado, pero parecían mantener una amena conversación. Cuando mi pequeña me vio junto a la puerta me llamó y corrió hacia mí.
—Hola, bebé. ¿Qué has hecho?
Dejé a mi niña en el suelo y me puse a su altura para acariciar su mejilla.
—Jugué un rato con la chica y después Terry llegó y me leyó un cuento.
Observé a la chica de cabellos oscuros que estaba junto a nosotros y después a mi sonriente hija.
—Qué bien que te hayas divertido —dije mientras volvía a abrazarla.
La chica, que suponía que se llamaba Terry, se acercó a nosotras y nos observó sonriente.
Cuando logré soltar a Noa le dije que recogiese sus cosas y cuando se marchó hacia la mesa, la chica habló.
—Un gusto, mi nombre es Terry Lewis —extendió su mano y no dudé en aceptarla. Parecía amigable y su sonrisa me agradó.
—Mía Montés —me presenté—. Un gusto.
—¿La nueva profesora de Historia del Arte? —asentí—. Has sido una comidilla en los pasillos durante todo el día —cuando sentí que mis mejillas se sonrojaban, agaché el rostro—. No te avergüences. Nos pasa a todos. Yo soy la profesora de Literatura y mi primer día fue todo un desastre.
Ante su comentario, sonreí y evité pensar en los comentarios sobre mí. Si algo no soportaba era que comentaran sobre mí y los chismes de pasillo, pero era consciente de que cuando eres la nueva siempre pasa.
—Soy un poco reticente a los comentarios. Principalmente si estoy incluida en ellos —vi su sonrisa expandirse y no pude evitar hacerlo también.
—Tienes una hija preciosa y muy inteligente —comentó.
En ese instante, Noa se acercó a nosotras con el abrigo puesto y sus cosas recogidas. Me las entregó y las guardé en el bolso que traía.
—Gracias. En realidad ella es mi vida.
—Mami, ¿ya nos marchamos? —preguntó mi pequeña.
Asentí con una sonrisa mientras ella se dirigía hacia la puerta. Terry nos siguió y ya en el pasillo se despidió de Noa.
—Ha sido un placer conocerte y a la pequeña —dijo mientras estrechaba mi mano—. Me encantaría conocerte. ¿Quizás almorzar juntas un día de estos?
—Claro.
Siendo un poco más lanzada de lo que acostumbro, dejé dos besos en sus mejillas y me despedí de ella.
Para sorpresa de ambas, Thony estaba en casa cuando llegamos. En cuanto Noa le vio, se lanzó a sus brazos y le contó todo lo que había hecho durante el día y lo grande que resultaba ser la universidad. También le contó que conocimos muchas personas y le habló del rato que pasó con Terry. ¿Quizás sea una buena compañera de trabajo? ¿O hasta una amiga?
Cenamos juntos y disfrutamos de una deliciosa pasta que preparé. Me pasé toda la cena mirando de forma asesina a Thony ya que se había tomado el atrevimiento de publicar una foto de mi pasta en su Insta. Lo peor, la descripción con la que lo hizo: "Comiendo pasta con amigo. #unodesusmejoresplatos." Yo no soportaba las redes y no entendía la obsesión de Thony por publicar todo lo que hacía.
Después de la cena logré recuperar la sonrisa mientras veíamos una película y disfruté de cómo Thony intenta interpretar el papel del amigo gay de la protagonista.
Cuando Noa se quedó dormida la llevé a su habitación y logré deshacerme de Thony. Regresé a mi habitación y me metí en la cama. Había sido un día largo y estaba cansada, pero feliz.
Editado: 01.05.2025