MICHAEL
Habían pasado dos días. Dos largos días desde que hablé con Terry. Dos largos días desde que confirmé mis sospechas. Dos largos días en los que había trabajado sin parar para evitar pensar en Mía y Noa. Pero Terry lo había dejado claro. Ella estaba al mando.
☆☆☆
TERRY
Mía llevaba dos días sin ir a trabajar. Se me estaba acabando la paciencia respecto a mi hermano y la verdad, ya comenzaba a preocuparme por Mía. Quizás se encontraba mal.
Para mi suerte y mi calma, cuando llegué a la universidad encontré a Noa y Mía en el salón de profesores. Mía se preparaba para ir a clases y Noa estaba sentada sobre el escritorio. Era como si estuviese dibujando o escribiendo algo. Lo segundo era prácticamente imposible, así que dibujaba.
No me extrañaba, según la información que consiguió Michel, Mía antes estaba en un curso de artes. Quizás se le diera bien.
Me acerqué a ellas y llamé su atención.
—Tita Terry.
Noa fue la primera en llegar a mí y abrazarme. Mi inconsciente sabía que aquella niña era de mi propia sangre. Siempre me pareció extraño que aquellos pequeños contactos se sintieran tan familiares, y resulta ser que era mi sobrina.
Recuerda conseguir una muestra para la prueba, me recordé.
—Hola, princesita. ¿Me extrañaste? —pregunté esperanzada. Yo sí la había extrañado.
Vi su cabecita asentir y no pude evitar sonreír.
—Noa extraño a tita Terry —dijo con una sonrisa dulce que pronto me contagió.
—Yo también te extrañé, pequeña —aseguré antes de volver a abrazarla.
Observé cómo Mía nos miraba y pude notar algo diferente en su mirada. Era como si buscase algo distinto, como si me detallase a fondo. Eso era una buena señal, quizás sí recordaba algo.
Dejé ir a Noa y me acerqué a ella. Me había preocupado un poco con el chisme de una enfermedad y sus ausencias.
—¿Estás bien? —pregunté mientras la abrazaba. Se había convertido en una buena amiga en este corto tiempo. Y después de saber lo que sé, creo que la había subido a un pedestal si pudiera.
—Sí, solo estaba un poco cansada y decidí tomarme unos días —aseguró abrazándome aún.
Cuando nos separamos, continuamos hablando mientras terminaba de recoger sus cosas. Me contó que había pasado estos días descansando y paseando con Thony y Noa. Resultó que necesitaba un suspiro. Ese hecho terminó de aclarar mis sospechas. Mía se encontraba confundida con el reencuentro con mi hermano. Quería recordar, ella deseaba saber.
Eran buenas noticias.
Cuando Mía se despidió de ambas, aproveché que estaba sola con Noa para conseguir la muestra.
Agradecí que esta mañana hubiese recordado echar el cepillo de mi cabello. Me acerqué a Noa y la convencí para cepillar su cabello.
—Es agradable. —susurró Noa.
Sonreí ante su comentario. Una idea surgió en ese momento y la llevé a cabo.
—Cariño, ¿dónde está tu papá?
—Mami dice que papi se fue ante de Noa nacer —susurró aún acomodada frente a mí.
Dejé de cepillar su cabello y guardé el cepillo en una bolsa de plástico. Cuando volví, Noa había comenzado a pintar.
—¿Qué pintas, preciosa? —pregunté mirando por encima de su hombro.
Noa me ofreció el cuaderno para que lo comprobara yo misma. Ella se bajó de la silla y fue a buscar una fruta del bolso de su madre. Aproveché el momento y ojeé el cuaderno. Pude ver que la mayoría de los dibujos eran de Noa, con trazos duros y muy pocos delicados. Aunque había que admitir que tenía algo de talento.
Hubo uno que llamó mi atención sobre todos los demás. Era un plano sobre Noa con un pequeño cachorro entre sus brazos en lo que parecía un parque. Podía jurar que era como si estuviese viendo una fotografía. Los trazos eran perfectos y la imagen muy clara.
Definitivamente, Mía tenía mucho talento.
Aproveché y saqué una fotografía. Un plan comenzaba a surgir en mi cabeza. Solo tendría que perfeccionarlo.
Pronto, Noa volvió a por su cuaderno y decidí concentrarme en mi clase por un tiempo. Tenía que hablar con Michel.
☆☆☆
—Thony va en dirección a la cafetería —susurró Mía al salir de la universidad.
—¿Se nos une? —no pude evitar preguntar.
Vi cómo Mía asentía antes de colarse en el taxi.
Thony me caía bastante bien y se veía que apreciaba a Mía y a Noa. Aunque aún estaba concentrada en buscar cómo introducir a Mía en la vida de mi hermano sin que ella se diera cuenta. Quizás Thony pueda ayudarme.
Cuando Thony llegó, no pude evitar darme cuenta de cómo el ambiente mejoraba. Era como si Mía entrara en un ambiente conocido, aunque nunca hubiera visitado esa cafetería. Se le veía más confiada y no tardé en asumir que era por la presencia de su amigo. Se deben conocer desde hace mucho.
—¿Se conocen desde hace mucho tiempo ustedes? —pregunté.
Vi cómo Mía se sonrojaba y cómo la sonrisa de Thony se agrandaba. Aunque estaba confundida por su reacción, no tardé en obtener mi respuesta.
—Conozco a esta enana desde que entramos a la universidad —confirmó Thony—. ¿Te puedes creer que en aquel entonces era más pequeña? —preguntó burlón. Enseguida comprendí la reacción de Mía. Thony tenía mucha información sobre ella. Información valiosa para mí.— Y peor aún, siempre llevaba esas gafas espantosas. En aquel entonces no se las quitaba.
—Oh, es cierto. Te he visto con ellas un par de veces. Aunque yo creo que te quedan muy bien —aseguré.
Mía se relajó un poco ante mi comentario.
—Gracias. Solo las uso como protección. No me gustan mucho las personas —susurró por lo bajo.
Eso era cierto. Mía era una persona muy poco sociable y le afectaba mucho lo que las personas dijesen de ella. Me había dado cuenta.
—Eso no es lo peor —susurró Thony después de darle un pequeño apretón de apoyo a su amiga—. Siempre con ropa muy ancha y ocultando ese fantástico cabello que tiene. Pero eso fue hasta que me conoció a mí —aseguró.
Después de eso, Thony tomó el mando de la conversación y se puso a relatar historias sobre su etapa de la universidad. Conseguí muy poca información interesante sobre mi tema de interés, pero me agradaron sus historias.
—Si fuese por mí, nunca hubiese abandonado las artes. Pero es su vida y no puedo meterme —aseguró Thony, captando mi atención.
—¿Por qué abandonaste las artes? —le pregunté a Mía.
—Mis padres murieron en un accidente y no pude continuar pagando la matrícula. Después nació Noa y lo dejé por completo —explicó.
—Una total desgracia —aseguró Thony en un tono dramático. Mía desvió la mirada hacia su hija y se concentró en ella. Ese tema no le agradaba nada, se notaba claramente.— Aquí mi amiga es buenísima sobre el lienzo y tiene pinturas increíbles, pero nunca las ha expuesto por sus miedos. Mi preferida es septiembre.
Según me había explicado mi hermano, en ese mes se conocieron. Mi curiosidad me ganó y pregunté:
—¿Por qué se llama Septiembre?
—Me enteré de que estaba embarazada a finales de septiembre —esta vez fue Mía quien habló, dejando a su hija durante un momento—. Estuve todo el embarazo trabajando en él. De hecho, lo terminé unos días antes del parto.
Estaba llena de curiosidad. Quería saber más y hacer las preguntas adecuadas para responder a esa curiosidad. Pero debía ser cuidadosa si quería hallar esas respuestas sin que Mía se diera cuenta.
—¿De qué es el cuadro?
—No supiera decirte. Es algo maravilloso, pero solo tú puedes hallar tu propio significado. El de Mía es la vida de su pequeña y para mí es la amistad eterna y el amor hacia Noa —explicó Thony—. Cada quien halla su propia respuesta.
—Pues me encantaría verlo —quería hallar mi propia respuesta y tomar algunas fotos para mi hermano. Quizás ese cuadro aclarase nuestras dudas.
Aquella tarde logré encontrar algunas respuestas. Respuestas que aún estaban incompletas, pero que me ayudarían a seguir. También comencé a confeccionar un plan que llevaría a Mía directamente hacia mi hermano.
Editado: 01.05.2025