Nuestro secreto

AHORA


Las lagrimas se resbalan sobre mis mejillas, el calor que azotaba a mi cuerpo ahora ha desaparecido como cobarde. Veo a Alex con su mirada furtiva sobre mí y el chico de cabellos rubios frente a mi persona. Decepción, rabia, ira, prepotencia, un maligno monstruo de ellas atesta la mirada de mi hermano que tiene sus nudillos inflamados de tanto golpear el rostro de Tyler.

Estoy molesta conmigo misma todo esto es mi maldita culpa, si yo no hubiese sido tan cobarde esta situación la habríamos evitado. Pero, claro yo siempre he sido una cobarde, mamá dice que yo le saco el cuerpo a los problemas y tiene toda la razón. Mi corazón se desboca en las palpitaciones tan agitadas que estrujan a mi pecho, oh mierda, Alex está iracundo.

—¿Por qué maldita sea te metiste con mi hermana? ¿¡Por qué!? —chilla tomando del cuello de la camisa a Tyler. No sé que choca más, si la intransigente actitud de Alex o que el idiota de mi novio no es capaz de articular un solo movimiento de su cuerpo, porque yo sé que es capaz de defenderse no en vano es el capitán del equipo de fútbol.

—¡Basta! —espetó al borde de las lágrimas, metiéndome entre esos dos gigantes. No soporto verlos lastimarse, son mejores amigos no enemigos mortales. Alex me empuja con una de sus dos manos hacia atrás ocasionando que caiga en el césped de la cancha y mis manos se raspen.

Esa pequeña acción de mi hermano es suficiente para que la sangre de Tyler Mitchell se electrifique y su puño se estampe con el de Alex. Mi respiración comienza a volverse más irregular, intento proferir algo más las palabras no emanan de mi garganta. Esta está tan seca que siento como arde. Ambos chicos caen en frente de mi persona revolcándose entre el césped como bestias, Dios mío se van a matar.

—¡Te dije que ella no, hijo de puta! ¡Te dije que no! —Alex le rompe el labio a Tyler y este le devuelve el golpe propinado.

—No pude evitarlo, ¿Okay? Me gusta mucho tu hermana, la amo. —responde de vuelta.

Me quedo sin aire, Me gusta mucho tu hermana, la amo, Tyler nunca, desde los cinco meses que llevamos juntos me había dicho te amo y ahora en la peor circunstancia me lo revela. Maldita sea, maldita sea, me digo para mis adentros levantándome del césped húmedo dejando mis jeans llenos de barro y hierba. Odio los campos de fútbol por su suciedad, pero ya les había tomado cariño por Ty. Jalo de la espalda a mi chico y este se vuelve a verme.

Sus ojos verdes están oscurecidos de la ira, acaricio su rostro, el cual se aplaca inminentemente al ver mi rostro rojizo y las lágrimas calando mis ojos. Él se levanta dejando en paz a mi hermano y pasa sus brazos por mi cuerpo en una pose muy sobre protectora, pero sin dejar que sus manos decaigan en mi trasero. Escondo mi rostro tenuemente en su pecho, percibo como su corazón está acelerado y el sudor emana de piel con fuerza.

—¿La quieres? —cuestiona cínicamente— Dime otro chiste por favor...

—¡Basta! —vuelvo a bramar con mayor potencia, despegando mi rostro de su playera adherida a su pecho—Por favor, Alex yo puedo explicarlo. En verdad, yo—

—No quiero saber los detalles, Julia —me llama por mi primer nombre, él solo me dice de esa forma cuando me quiere fastidiar o en verdad esta irritado. Es tan doloroso que mi hermano me hable con esa rabia, siempre he sido su pequeña niña,mal que lo hace fastidiar, la que le hace bromas y saca billetes extras de su mesada. Parpadeo, viéndole estupefacta—. ¿Hasta ha esto hemos llegado? ¿Qué sigue? Ahora también me van a contar cuantas veces se han revolcado, ¿O me lo van a negar?

Me quedo sin aliento, no hay nada que decir ante eso.

—Deja de ser tan mierda con Alexa, Alex —le ordena Tyler apretujándome más contra su persona. El calor de su cuerpo me envuelve dulcemente, haciendo que me sienta segura entre sus brazos, ¿En qué momento fue que yo empecé a caer entre la red de Tyler Mitchell? Ah si, fue desde aquella noche en me quede en su casa tras una borrachera—. Esto es entre nosotros, brother.

—Tu y yo —se señala a él y a Ty— ya no somos brothers, y tú y yo —me señala— tampoco. 
 


 

Me echo a llorar, sollozando entre gritos ahogados a Alex para que no se  fuese; somos hermanos, el dúo Wirght, los mellizos problema, no puedo vivir sin él. Me fastidia, pero lo amo. Tyler me sostiene entre mis brazos, yo golpeo su pecho con mis puños una y otra vez para que me deje ir hasta la entrada de las duchas de los jugadores y explicarle todo. Pero, me lo impide.
 


 

—Dé-déjame, Ty. Debo... Yo —me echo a llorar, yo no era así. Yo era la chica más desalmada, la que tenía los admiradores tras de ella y les rompía el corazón. Que impredecible es la vida los papeles se invirtieron, ahora a mí es a quien se lo rompen. Es malo, yo sabía que esto iba a pasar y aún así acepte que Tyler Mitchell entrara a mi vida, la culpable de este secreto soy yo.
 


 

—Ya, shhh —susurra acariciando mi cabeza con ternura. Él reparte pequeños besos en mi rostro. Mi vista se nubla por causa de mis lagrimas, siento mis piernas tambalear que si no fuese por los brazos de Tyler estaría ahorita tirada en el césped. Rodeó su cintura, escondiendo nuevamente el rostro en su pecho que emana su aroma de esa loción de Antonio Banderas y su sudor por la práctica de fútbol. Me siento vulnerable, y no puedo evitar seguir echándome la culpa de lo sucedido. Tyler me insistió mucho en que formalizáramos nuestra relación y yo no accedí por cobarde, no sólo dañe una amistad de muchos años, sino también nuestra relación de mellizos.
 


 

Tyler toma mi rostro entre sus manos, y besa mi frente con cariño— Calma nena, todo estará bien. Ahora hay que darle su tiempo, él tiene que procesar todo... Tiene que aceptarlo.
 


 

Niego una y otra vez, llorando— Tyler, ¡Nuestro secreto ha dañado todo! ¡Todo! —chillo, alejándome de un empujón de su persona. No me considero alguien verdaderamente fuerte, pero lo intento— Y es mi culpa...
 




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