Dhalia se mira en el espejo del baño.
—No puedo creer que soy la esposa de Cael —se moja las manos —Esto fue demasiado lejos.
Suspira profundo, escucha varios golpes en la puerta, se mueve, alguien necesitaba entrar al baño, así que camina hacia la puerta.
Henrik sonríe al otro lado, ella frunce el ceño, echa un vistazo al baño, era de dama, estaba decorado en tonos pastel.
—Creo se equivocó de baño, este es el dama —él sonríe.
—Se muy bien que no son pareja —enarca una ceja —Puede que hoy se hayan casado, pero la Corporación Zimtex, no será de Cael.
Ella levanta la barbilla.
—Puede imaginarse lo que usted desee, no tengo por qué darle explicaciones a usted.
—¿En serio? ¿En tu farsa serás capaz de darle un hijo a Cael? ¿Vale la pena el dinero que te está pagando hasta para tener un hijo?—suelta una risa malévola.
El corazón de Dhalia estaba acelerado, debía portarse normal y tranquila.
—Tiene una vida muy triste —la sonrisa de Henrik se borra —Al parecer se ha encontrado con mujeres que piensan más en su dinero, que en usted mismo, por eso juzga de esa manera, Cael no me está pagando, nuestra relación es real, disculpe, mi esposo me espera —pasa junto al hombre que está furioso, estaba seguro que no eran una pareja real, iba a descubrirlos, de esa manera Cael, jamás tendría el control de la Corporación Zimtex.
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—¿Estás bien? —Dahlia asiente —Todos esperan que bailemos una pieza como marido y mujer, la ceremonia había sido solo con la familia de Cael, Eira, Alden y Soledad, la abuela había decidido que almorzaran en el hermoso jardín, habían puesto música, no se sentía con ánimos de celebrar, su boda no era real, bueno si, pero no por amor.
—Está bien —caminan hacia el centro, la familia aplaude, bueno los que les daba igual quién tendría el control de la Corporación Zimtex, el padre de Henrik no estaba en el almuerzo, había empacado y se había marchado, ella tembló al sentir el cuerpo duro de Cael, algo que él notó, era obvio que no lo dejaría pasar.
—Su cuerpo tiene buen gusto —murmura con picardia, ella está molesta por sus palabras.
—¿Puede guardar silencio? —siente como la aprieta más contra su cuerpo.
El sonríe ampliamente, ella no deja de mirarlo, se molesta consigo misma, lo veía ensimismada, no podía evitarlo.
— Sólo por esta vez Señora Clayton, le haré caso —ambos se miran a los ojos, era la esposa de este hombre, ella que era timida, que le temía a la gente, se había casado con un hombre por el que muchas mujeres matarían por estar en su lugar... sacude su cabeza ¿en qué estaba pensando? no era una boda real, todo era por el bien de la abuela y de Eira.