Nuestro Secreto

Capítulo 14

—No entiendo —Dahlia tiene el ceño fruncido.

—¿Quieres que te lo explique con manzanas? —responde Cael —Eres mi esposa, debes vivir conmigo.

—Ambos sabemos que no es real —baja la voz, él estaba saliendo de la ducha, se suponía era su noche de bodas, ella estaba sentada en el borde de la cama, él estaba excitado, no podía ocultarlo, la ducha no había servido para nada, así que estaba irritable, se acerca a ella, solo llevaba la toalla enredada en su cintura.

—Para el mundo eres mi mujer, no haré el ridículo, yo en mi casa y tú en la tuya, llegamos a la ciudad y trasladamos tus cosas.

Ella levanta la cabeza, en la posición que estaba, sentada en la cama y él de pie, podía ver el bulto tratando de liberarse de la toalla, él sin mucho pensarlo se quita la toalla quedando a la altura de la mirada de Dahlia.

—Es nuestra noche de bodas, no te exigiré nada —toma la mano de ella y la pone en su virilidad, ella abre más los ojos, al sentir la dureza y la piel aterciopelada.

—¿Qué es lo que quieres?

Él sonríe.

—Saldrías huyendo si te dijera lo que quiero, por lo pronto solo que me acaricies hasta que este mejor.

Ella no entendió lo que le dijo, era la primera vez que acaricia a un hombre, probando la textura de la piel con sus manos, la manera en que Cael gemia cuando su mano subía y bajaba, ella no se perdia sus gestos, supo porque no quedaba satisfecha cuando relataba un poco de intimidad en las novelas que escribía, no sabía nada de lo que escribía, él toma su mano para guiarla en que fuera más rápido, ella vio una gota brillante en la punta, sin pensarlo soltó su virilidad y se acercó para pasar la lengua y atrapar la gota, tenía curiosidad de saber realmente lo que era la intimidad en la pareja, para saber lo que iba a escribir, lo escucho gemir, cuando hizo eso, así que no dudo en seguir, él la tomó de los cabellos, mientras gemia, ella se excito, esto era algo nuevo, antes de que se enterara, él la tumba en la cama, le abre las piernas y sin piedad le rasga las bragas, pasa su lengua.

—Estás más que lista —la mente de Dahlia estaba nublada, él la había probado, la estaba enloqueciendo de placer, sus caderas se movían rápidamente, buscando el alivio, así que no protesto cuando él se acomodo en medido de sus piernas, soltó un chillido al sentirlo entrar en toda su longitud, él habia roto de una vez su membrana, estaba demasiado excitada, necesitaba el alivio que sabía que Cael le podía dar, cerró los ojos, gimió, aruño su espalda, mordió el hombro de Cael, ambos se movían con ansias, alcanzando el placer, ella supo que la intimidad era algo tan satisfactorio, que se dijo que se lo había perdido por mucho tiempo, la liberación de ambos la hizo ver estrellas, cuando recuperó el aliento y la conciencia, ella se cubrió ¿Qué rayos había hecho? Se suponía que estaban fingiendo, pero habían consumado el matrimonio en su noche de boda.

—Este matrimonio es real Dahlia —gruñe Cael, mientras se pone de pie y va al baño, regresa con una toalla, con cuidado la limpia, sus ojos observan la mancha en la sábana, él la había hecho mujer, eso lo hacía sentirse satisfecho aunque no entendía la razón.

Ella estaba en silencio, Cael tiro la toalla en una silla, mientras sus manos acarician el cuerpo desnudo de Dhalia, la deseaba y sabía que esa noche su cuerpo la poseeria muchas veces.

Ella dejó que él besara sus senos, acariciara su centro, le gustaba el sexo, no podía negarlo, lo había probado en los brazos de Cael, y sabia que no le diría no, porque su cuerpo se encendía con sus caricias, gime al sentirlo nuevamente dentro de ella, ambos se entregaron esa noche al deseo que sentían.

*****

—¿Cómo pudiste hacerlo? —Alden se acerca a Dahlia, lleva su maleta.

—Espero tengan buen viaje, Cael y yo, regresamos a la ciudad, por la noche

—¿Fue por dinero? —las mejillas de Dahlia se calientan, furiosa le da una bofetada a Alden.

—Me doy cuenta que jamás me has conocido, no me interesa el dinero.

—Pensé que lo hacía, juraste que llegarías virgen al matrimonio y no dudaste en revolcarte con Cael, sus millones deben ser atractivos.

—Me revolque con el hombre que me casé, así que deja el tema en paz, no te metas en mi vida personal.

—¡Hemos sido amigos toda la vida!

—No te da el derecho de opinar sobre mi vida, cuida a Eira, es una gran mujer que merece ser feliz —se gira y lo deja solo en el recibidor, Alden era una persona hiriente, no lo había conocido de esa manera, pero al parecer su matrimonio había sacado lo malo de él.




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