Nuestro Secreto

Capítulo 15

Habían llegado a la que ahora sería su hogar, la mansión de Cael, subió las escaleras de mármol, sus ojos iban de aquí y allá, era una mansión impresionante, iba detrás de su esposo, no podía decir que era ficticio, ya que desde la primera vez que la poseyó, no paró, antes de abandonar la casa de campo, la empujo contra la pared, bajando su pantalón y su ropa interior de encaje, la penetró haciéndola gemir, ambos se vinieron rápido, el dio un mordisco en su cuello.

—Esto es a lo que se llama un rapidin —separándose de ella, Dahlia pensó que rápidin o el tiempo que se llevaban en la cama, acariciandose, besándose, ambos eran totalmente placenteros.

Siguió subiendo las escaleras, luego él giro hacia la izquierda, el elegante pasillo, bien iluminado, ella miraba el enorme techo, las pinturas que estaba segura valían una fortuna.

Él se detuvo frente a una enorme puerta pesada, la abre, pero no entra, se gira y rápidamente la toma en sus brazos, ella de la sorpresa, se aferró a su cuello.

—Bienvenida a nuestra habitación, donde te haré el amor día tras día sin parar —entrando, ella lo mira a los ojos y se preguntó si él recordaba que ella le dijo que una vez que Eira se casará pediría el divorcio. La deposito en la enorme cama y sin preguntarle, la desnudo, ella no protestó, abrió sus piernas dejandola expuesta y se acomodo, ella mira su cabeza oscura inclinarse y al sentir su lengua en su intimidad cierra los ojos, él sabía como tocarla, fue lo último que pensó, mientras se entregaba al placer.

******

Estaban terminando de cenar, cuando el móvil de Dahlia sonó, ella mira a Cael.

—Atiende, puede ser una emergencia —habían quedado que cuando estuvieran en la mesa, dejarían el móvil a un lado, iban a conocerse, a saber de cada uno de ellos.

—Hola —saluda Dahlia

—Llamó del Bar El Golpe Feroz –escuchó al otro lado de la línea —Hay un hombre borracho tumbado en la barra, ya vamos a cerrar, venga por él. Tomamos su móvil para llamar a algún familiar, usted está en sus contactos favoritos —Dahlia se preocupa, por instinto se pone de pie, ya que desde que Alden tomaba era a ella a quien llamaba

—Voy de inmediato —su esposo se pone de pie, pensando que algo le había pasado a sus padres.

Dahlia cuelga

—Lo siento, iré por Alden, esta borracho en un bar... —en ese momento ella mira a Cael, su rostro se ha vuelto duro como una piedra.

—Tú no irás a ningún lado —gruñe —Avísale a su prometida.

Dhalia preocupada le responde.

—Eira muchas veces no escucha el teléfono, iré por él, lo dejó en su casa y regreso.

Cael se acerca a ella, sintió miedo al ver su rostro frío.

—Llámala —ella frunce el ceño, siempre odio la manera en que sus padres la controlaban, así sentía en ese momento.

—Iré por él —Cael estaba furioso, toma su móvil de la mesa y marca el número de Eira, la joven responde al otro lado de la línea.

—Eira —Dahlia escucha a su esposo —Por error llamaron a mi esposa indicando que el Señor Gallagher está borracho y deben ir a recogerlo.

La mirada de Cael era un témpano de hielo.

—Dahlia te dirá la dirección —le entrega su móvil.

La joven le da la dirección a Eira, esta era la segunda vez que la llamaban de ese bar, ya sabía dónde estaba ubicado, cuando termino de hablar, le entrega el móvil a Cael.

—Eira si contesta las llamadas —la acusó Cael —Admite que deseabas estar con él, por esa razón no querías que su prometida fuera por él.

—No —responde Dahlia —La han llamado varias veces y siempre me tocaba ir por él.

—Lamento haber arruinado tu encuentro con el amor de tu vida, pero no seré el hazmereir de la ciudad, te has convertido en la Señora Clayton, los ojos de todos están sobre ti.

—No era un encuentro... —no termino de hablar, él se marchó dejándola sola, suspira, había sido imprudente, ya no tenía que ir por Alden, él tenia novia y ella esposo, el que se había molestado mucho por su actitud infantil.

*****

Dahlia despierta al escuchar el despertador, al sentarse en la cama, se da cuenta que Cael no durmió a su lado, no había rastros de él en la cama, se muerde el labio.

Se levanta de la cama, para darse un baño, debía prepararse para ir a trabajar.

Al bajar el personal que trabajaba en la casa, estaba activo.

—Buenos días Señora Clayton, soy Marlene, el ama de llamas, ya esta listo su desayuno.

—¿El Señor Clayton? —era lo necesitaba saber.

—El Señor se fue bien temprano —la joven asiente, dos días de casados, y ya su esposo no dormia con ella, lo estaba haciendo bien.

—Gracias por el desayuno —camina hacia el comedor.

*****

El día en la oficina para Dahlia fue lento, le habían preguntado sus compañeros de trabajo, si aún seguiría trabajando como secretaria, ahora que era la esposa de Cael Clayton, ella dijo que si, que seguiría trabajando, realmente su matrimonio tenía fecha de caducidad.

A las cinco no soportó, se puso de pie, tomó su bolso y se marchó, su jefe se había tomado la tarde libre, caminó hacia la parada de bus, había dejado su auto en su casa, debía ir por sus cosas y su auto.

*****

Cael iba saliendo de la oficina, no miró que detrás de él, el personal hacia señas de gratitud al cielo por que al fin se había marchado, había pasado de malhumor todo el día, nada de lo que le presentaron para la revista fue aceptado, lo devolvió todo el día, en las reuniones de ese dia, fue un ogro.

Se detiene al ver a Dhalia apoyada en su auto.

—¿Qué haces aquí? —gruño.

Ella se separa del auto y camina hacia él, cualquiera que la viera podía ver a alguien confiado u segura, más sin embargo estaba temblando desde la raíz del cabello hasta la punta de los dedos del pie.

—Vengo por mi esposo —antes que hablará, puso uno de sus dedos en los labios de Cael —No olvides que nos vigilan querido, no puedes darles lo que desean, lo más natural seria que me sonrieras, apoyaras tus manos en mi cintura y brillaras de felicidad —él no responde, pone ambas manos en el rostro de Dahlia y la besa, él la estaba castigando con su beso, ella lo sabía, pero le siguió el ritmo, sintió el dolor en su labio cuando la mordió, no se apartó, pero se lo devolvió, se apartó de él, sus ojos vieron la seña de sus dientes en los labios de él —Vamos.




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