Nuestro Secreto

CAPÍTULO II “DISCULPAS”

A la mañana siguiente, le comentó a su jefa, Emma, lo que había ocurrido con ese cliente. Pues a ella le pareció muy irritante que llegara con esa actitud tan molesta. Y lo que se le había ocurrido es que, cada vez que llegara, lo atendiera ella, pues no quería volver a tener algún trato con él.

Tocando su delantal de manera nerviosa, exclamó: —Emma, ¿crees que podrías hacerme ese favor? No es mucho, es solo que no tolero ni escucharlo.—

—No tengo problema en atenderlo yo, para eso estoy, para que pueda ayudarte cuando tengas alguna dificultad, pero ¿de verdad no puedes atenderlo? ¿O hay algún otro motivo por el que no quieras? ¿Ocurrió algo que no me has contado?

Con un tono más nervioso y sonrojada, le explicó lo siguiente: —No, no ocurrió nada más, solo que no me cae bien y prefiero mantenerme alejada.—

—Mmm… No me engañas. Somos compañeras de trabajo desde hace dos años, y en todo este tiempo, jamás te había “incomodado” tanto un cliente. Estoy segura de que, o algo sucedió, o este jovencito te atrae de alguna manera.

—¡Qué dices, Emma! Una persona como ese tal “Christian” jamás me atraerá; simplemente es molesto.

Justo cuando terminaba de decir la última palabra, se escuchó la campana de la cafetería. Y en ese momento, ¡el rostro de Victoria se había ruborizado por completo! ¡Había entrado Christian! Pero ahora traía consigo algo en las manos.

—¡Buenos días! ¿Qué te ofrezco? —dijo Emma.

—Buenos días. Estoy buscando a la señorita Victoria. Quisiera entregarle estas flores como símbolo de disculpa.

—¿Una disculpa? ¿Qué ha sucedido?

—Ayer vine a la cafetería y fui muy descortés con ella. Mi comportamiento no fue el adecuado y, por lo tanto, en cuanto salí me sentí muy arrepentido, pero no quería causarle más molestias.

Cuando escucho esas palabras y aquellas disculpas, enseguida reconoció de qué cliente se trataba. Y al conocer el contexto de lo sucedido, no pudo evitar soltar una breve risa burlona. Pues justo cuando había sonado la campana, Victoria se había ido a esconder al baño.

—Comprendo, pero lamento decirle que por ahora ella no se encuentra en la cafetería, salió a atender algunos asuntos personales. Pero ya cuando vuelva le entregaré su recado. ¿Quisiera decirle algo más? ¿Cuál es su nombre?

—Christian. Solo dejaré una nota en las flores.

En una diminuta hoja de papel, escribió la nota que dejaría. Se despidió de Emma y salió de la cafetería inmediatamente, pues tenía que atender una llamada de trabajo.

—Ya puedes salir, ya se ha ido.

—¡Al fin! Se me estaba haciendo largo el día por quedarme encerrada en el baño. ¿Qué fue lo que te dijo? ¿Y esas flores? ¿Son tuyas?

—No, él ha venido a dejarte unas flores como disculpa por lo de ayer. La verdad es que lo vi muy arrepentido. Por cierto, te ha dejado una nota al lado de las flores.

“Discúlpame por la actitud de ayer, no fue muy educado de mi parte comportarme así. Buen día”...

—Pues estas dalias son muy hermosas, las pondré en agua para que no se marchiten. Aunque no esperaba que se disculpara. Bueno, con esto creo que podemos estar más en paz.

—¿Podemos? ¿No me habías pedido que lo atendiera yo?

—Mira, te propongo que si vuelve a aparecer, solo estés cerca de mí por si ocurre algo. ¿De acuerdo? —exclamó mientras comenzaba a barrer la entrada de la cafetería sin dirigir la mirada.

—Está bien, pero no te enfades. Solo estoy bromeando.

Al terminar el turno y antes de cerrar, Victoria tomó su cartera y guardó la nota, ya que la disculpa de Christian le había resultado gratificante.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.