El día domingo, Victoria salió a dar un paseo con su familia, ya que hacía mucho tiempo que no hacían esa actividad y, aprovechando su visita, les resultaba más conveniente.
Además, el Sr. Henry, Austin y Victoria tenían una fiesta por planear, ya que se trataba del cumpleaños de la señora Violet; estaría cumpliendo 50 años y en esta ocasión querían hacer algo especial.
—Chicos, ¿tienen alguna idea de cómo quieren festejar a su mamá? —dijo Henry.
—Yo, la verdad, opino que sea algo privado, muy intimo;—mencionó Austin.
—Podríamos reservar en un restaurante y pedir que se haga un pequeño festejo de cumpleaños. En este caso, la entrega de un pastel y de regalos. ¿Qué opinan?
—No suena mal —dijo Austin. —Pero, ¿qué tal si ahora nosotros vamos a la localidad donde trabajas, Victoria? Siento que puede haber más variedad de restaurantes que aquí.
—Tiene razón tu hermano, aquí no hay mucho que visitar.
—Me agrada la idea; yo hago la reservación y le mando la dirección a mi hermano para que puedan llegar.
—¡Perfecto! —Asintiendo los tres.
Después del paseo, Victoria decidió quedarse unos minutos afuera, en las escaleras de su casa. Pero su tranquilidad se vería interrumpida por Violet, que tenía unas preguntas para su hija, ya que sentía que algo le preocupaba. Sin embargo, algo que no le gustaba a la chica es que su madre comenzara a hacerle esas típicas preguntas invasivas sobre su futuro. Ella tiene la creencia de que todo debería ser con tiempo y con cuidado, ya que tomar decisiones a la ligera podría traerle problemas.
—Victoria, ¿qué haces aquí? ¿No deberías estar guardando tus cosas? Pronto irás a tomar el autobús de regreso a tu casa y podrías llegar tarde.
—No, mamá, no te preocupes, solo estaba contemplando la naturaleza que se ve desde aquí. Desde adentro no puedes ver nada y tampoco sentir la corriente de aire.
—¿Algo te preocupa? Desde que te encontré hablando con tu hermano ese dia, te he notado extraña.
—No sucede nada, en serio. Estoy completamente bien.
—Mira, Vicky, te lo he comentado un sinfín de veces. Lo que no te haga sentir cómoda o que haya algo que no te guste. Puedes recurrir a tu padre o a mí. No somos unos extraños para que no nos tengas una pizca de confianza. Sin embargo, no te voy a obligar para que lo hagas o termines cediendo; solo quiero que lo tengas presente.
—Si algo sucediera, simplemente les hubiera dicho cuando llegue. Y te prometo que te contaré más de lo que sucede donde vivo.
—Bueno, está bien, ahora cuéntame. ¿Has buscado otro tipo de distracción que no solo sea trabajo? Debe ser aburrido hacer lo mismo todos los días.
—Si te refieres a que tengo alguna clase de «pretendiente», no tengo ninguno. Y referente a alguna actividad extra, tampoco. Sigue en pie mi meta de abrir mi propia cafetería.
—Ay, mi Vicky, sabes, yo lo único que deseo es que seas completamente feliz con lo que tienes. Que logres todo lo que te propongas para que puedas sentirte plena. Y si el destino lo desea, encuentres a alguien que vea por ti.
—Pues… Ya que lo mencionas… ¿Hay algo malo de que te atraiga alguien solo por su físico?
—No completamente; regularmente, cuando se trata de atracción, se esfuma rápidamente. A menos que haya acciones en las que ya no sólo intervenga el físico, sino como los actos de calidad.
Y antes de que Violet pudiera preguntar algo más, Victoria salió enseguida con dirección a su casa. Era una clase de escape contra el tiempo.
—Entiendo, mamá, ¡muchas gracias! Ahora sí iré a apurarme, que se me hace tarde.
Al ser las 6:00 de la tarde, llegó la hora de despedirse de sus padres y su hermano para llegar a la estación de autobuses y poder regresar a casa.
Una vez abordado el autobús, venía reflexionando las palabras que le había dicho su madre. Tal vez, con esas palabras ella podría llegar a una conclusión de algo que tenía en mente desde hace días… Justo cuando comenzaba a sentirse tranquila. Recibió un mensaje de texto, donde Emma le comentaba lo siguiente:
“Amiga, mañana temprano tengo unos asuntos personales que atender, ¿me apoyarías abriendo la cafetería? Te lo compensaré en la semana por tu ayuda”. 😉
—No puedo negarme, Emma ha sido muy buena persona conmigo y siempre me apoya. La ayudaré con eso.
“No te preocupes, estará abierto cuando llegues, cuídate”.
A la mañana siguiente, ella hizo lo que amablemente le había pedido su amiga. Abrió la cafetería, comenzó a preparar la máquina del café, acomodó las mesas y limpio los cristales de las ventanas, solo que tenía que ser cuidadosa porque estaba arriba de una escalera, aunque su actividad se vería interrumpida por el primer cliente del día.
—Buenos días, Victoria.
—¡Buenos días! Permítame, en un momento lo atiendo… ¡Christian!
Al momento de sorprenderse por su primer cliente, comenzó a tambalearse de la escalera, provocando que perdiera el equilibrio… Y justo antes de que pudiera caer al suelo. Christian la atrapó en sus brazos para que no se lastimara.
—¿Se encuentra bien? ¿No se lastimó nada? Déjeme llevarla al médico para que puedan atenderla.
—Estoy bien, no me pasó nada, gracias a que me sostuvo justo a tiempo; si no, hubiera sucedido un accidente. Realmente me asustó.
—Por favor, discúlpeme, esa no era mi intención. Lo único que estoy buscando es tratar de hablar con usted, siempre y cuando me lo permita.
Y antes de que ambos pudieran decir una palabra más, se percataron de que aún se mantenían en los brazos del otro… Aunque ya se habían tranquilizado las cosas.
—Disculpe, pero creo que es mejor que pasemos a una mesa antes de que suceda algo más. Además, pude ver de reojo que traía algo. ¿Quiere dejarlo en la mesa?
—Lo correcto es que se lo entregue a usted.
Lo que Christian tenía por entregar era un precioso ramo de tulipanes color rosa que traía como regalo.