Desde el fatídico accidente donde perdí a Cataleya y Renata por el incendio, mi vida ya no es la misma, solo me dedico a mi buffet que se posiciono como una de las mejores y exclusivas de ciudad Z, mis únicos motores y motivos en mi vida ahora son mis dos hijos Catalina y Gabriel decidí no volver a relacionarme con ninguna mujer más en mi vida, no me perdono lo que sucedió aún, pude salvar a una de mis hijas, pero perdí a la otra.
Ver a Catalina es como estar viendo a Renata y siempre que veo su rostro me causa dolor y tristeza, me recuerda lo imbécil e idiota que fui con mi pobre Nata.
Hoy como todos los años de su muerte, visitamos su tumba, mis hijos y yo venimos a presentar nuestros respetos, ya son dos años de su partida y aún no acepto que ya no está con nosotros, Catalina dice que su mamá volverá porque ella nunca la abandonaría; mi niña esta próxima cumplir sus 5 años y desea viajar a algún lugar que su mamá hubiese querido ir.
Después de que mis hijos dejaran las rosas para Renata y Cataleya el chofer vino a por ellos y se los llevó al auto, quedándome a solas con mis dos amores; nunca le pedí nada a nadie en esta vida, pero si pudiera retroceder el tiempo me encargaría de arreglar todas las cosas que hice mal; solo te pido una última oportunidad Dios, dije desde el fondo de mi corazón. Quiero guardar esa ilusión que tiene Cata de volver a su madre, aunque sé que es tonto de mi parte pensar de esa manera.
«Una última oportunidad» suplique.