Nuestro Último Atardecer

Capitulo cuarto: Última oportunidad

Habían pasado ya varios días y Sara aun no se había podido recuperar de su truculento viaje a la capital. Le resultaba muy difícil olvidar a un hombre cuya imagen no cesaba de salir en todos los medios de comunicación, ante la noticia de su inminente partida al otro lado del atlántico. Era obvio que su padre había cumplido con su amenaza, lo que en su interior, a pesar de todo, lamentaba, ya que sabía lo mucho que Kai deseaba quedarse, en la editorial. Aunque eso ya no era de su incumbencia, ahora solo trataba de volver a su rutinaria vida de estudiante, sin embargo, ni siquiera sus amigos se lo estaban poniendo fácil…

-¿Cómo has podido hacer algo así?- Esa se había convertido en la frase más repetitiva de Alicia, desde el regreso se Sara

-Al, otra vez no-suplicó Michael.

-Es que no lo entiendo; tenía la oportunidad de convertirse en escritora, de la mano de uno de los hombres más guapos y más ricos del mundo ¿Cómo ha podido rechazarlo?

Sara callaba a las preguntas. Les había contando a sus amigos, varias veces ya la historia de lo sucedido con Roswell y en cada una de esas veces, se había intentado convencer a si misma de que alejarse de aquel hombre había sido la mejor decisión. Aunque no podía evitar pensar que quizás su amiga tenía razón. Al fin y al cabo no le llovían las ofertas. Tal vez ¿Habría sepultado su única oportunidad de hacer su sueño realidad?

-¡¡Alicia, basta ya!!-exclamó el jugador de básquet- Desde que Sara llegó no has dejado de insistir en lo mismo una y otra vez, incluso después de contarte lo que paso ¿De verdad crees que debería haber seguido trabajando con el engreído ese? Solo de pensarlo me dan ganas de darle una buena paliza-Afirmó, crujiéndose los puños.

Alicia soltó una burlona risita

-¡¡Eso me gustaría verlo!! No podrías ni rozarle-aseguró.

Michael la miró lleno de rabia.

- ¿Tanto te gusta ese tipo? Seguro que tú habrías cedido a todo lo que te hubiese pedido.

-¿Que estas insinuando?-inquirió muy ofendida.

Sara suspiró. Lo último que necesitaba era escuchar una nueva discusión entre esos dos. Así que se levantó, decidida a marcharse al único lugar donde sabia que el fantasma de Kai Roswell no la perseguiría.

-Sara, espera ¿A dónde vas? - preguntó Michael.

-Quiero estar un rato a solas. Ya sabéis donde encontrarme.

Los dos amigos la observaron preocupados, como abandonaba la cafetería.

-Y yo que pensaba que la publicación de su manuscrito la animaría, sin embargo creo que solo ha servido para entristecerla aun más. – reflexionó Michael.

-Sí, y no la estamos ayudando en absoluto-recapacitó Alicia

-Tú eres la que no dejas de molestarla sobre ello.

-Es cierto, creo que me he puesto un poco pesada – admitió con culpa – Vale, pues a partir de este momento no mencionaremos nada, ni del viaje y ni de Kai Roswell.

-¡Vaya! exclamó Mike con sorpresa-parece que esta vez estamos de acuerdo en algo. Entonces... ¿Prometes no volver a pronunciar el nombre del tipo ese?

Al, estaba a punto de asentir, cuando la puerta de la cafetería se abrió y vio entrar a un joven alto, muy bien vestido con gabardina negra, pelo oscuro y gafas de sol que le cubrían gran parte de la cara. Lo siguió con los ojos hasta la barra, donde se sentó en uno de lo taburetes. Edu enseguida se acercó a él para atenderle...

-¿Que va tomar?

-Un café, solo – ordenó.

El barman le sirvió la bebida sin dejar de observarlo un solo instante.

- Usted ¿No es de por aquí, verdad?- preguntó intrigado.

-¿Que me a delatado?

-Bueno, el hecho de que no lleve uniforme, me ha dado una pista -Bromeó el barman.

-Sí... supongo que no paso tan desapercibido como pensaba. Lo cierto es que he venido en busca de una persona

-No me diga, ¿De quién se trata? Tal vez pueda ayudarle.

-Se llama Sara Márquez. Sé que es alumna te este colegio, por eso he venido.

Alicia, que había estado siguiendo de la conversación desde la distancia, se levanto de golpe al escuchar el nombre de su amiga. No podía ser cierto ¿Sería él, de verdad?

-Sara, claro, la conozco muy bien. Pero me temo que ya no la podrá encontrar. Se marcho hace un rato.

-¡¡ Maldita sea!! He tenido que subir esta colina a pie, y todo para nada-Masculló entre dientes.

-Bueno… tal vez esa chica que no le quita ojo y su compañero de al lado puedan ayudarle. Si hay alguien que pueda decirle donde está, sin duda serán ellos.

-Muchas gracias, por su ayuda- dijo el misterioso joven dejando un billete sobre la barra. Después se dio la vuelta para acercarse hasta ellos.

-Vosotros ¿Podéis decirme donde esta Sara?-preguntó con insistencia.

Alicia, estaba demasiado conmocionada, para articular palabra sabiendo a quien tenía delante.

Michael, por el contrario no lo reconoció y se sorprendió de que alguien preguntase por su amiga sin conocerlo.

-¿Quién eres?

El enigmático individuo se quitó las gafas de sol, dejando finalmente al descubierto su identidad.

-Imagino que no necesito presentación ¿Verdad? -Inquirió con tono presuntuoso- Necesito hablar con Sara ¿Donde está?

En ese momento, la expresión de Michael cambió abruptamente

-¡¡ TÚ!! -Gritó furioso -¿Cómo te atre...

-Sssshhh- Al reaccionó, a tiempo tapándole la boca, antes de que pudiese llamar la atención del resto de la cafetería- ¡Aquí no! Este no es un buen sitio para hablar. Salgamos fuera.

-Sí, buena idea, salgamos fuera, para que pueda machacar a este cabrón -le amenazó.

Kai, dibujó una amplia sonrisa, fingiendo no sentirse intimidado, por aquel gigante.

Los tres salieron del local y buscaron un sitio donde aquel famoso joven no pudiese ser descubierto

-Bien, creo que aquí estaremos tranquilos - dijo Alicia inspeccionando aun los alrededores.

-Me importa muy poco si averiguan quien es o no. Lo que realmente importante saber es Para que has venido y que quieres de ella.




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