Nuestro Último Atardecer

CAPÍTULO 13: Un viaje revelador.

El inicio de una relación siempre es complicado. Está repleto de felicidad, esperanza y anhelo, pero también de miedo, desconfianza y preocupación por si nuestras vidas encajan con las de la otra persona. Kai Roswell siempre se había sentido diferente a los demás, pero esta vez habría deseado que su historia fuera como las de los demás. Tenía que lidiar con una carga especial: la mujer que amaba aún tenía sentimientos por otro hombre.

Sara le había prometido que lo olvidaría, y Kai estaba decidido a hacer todo lo posible para que eso sucediera lo más pronto posible. En su afán por ayudarla, pensó que lo mejor sería alejarla unos días de aquel entorno que le recordaba constantemente a él.

—Kai, ¿me vas a decir ya a dónde me llevas? —preguntó Sara, su voz mezclando impaciencia y curiosidad mientras sus ojos estaban vendados.

—Solo unos metros más, te lo prometo —respondió, sintiendo una mezcla de nerviosismo y emoción.

Sara caminaba con confianza, aferrada a su mano. La venda en sus ojos intensificaba sus otros sentidos: el roce cálido de su piel, la caricia del sol, el viento que le acariciaba el rostro y un murmullo familiar que le intrigaba.

—Bien, hemos llegado —anunció Kai, retirándole la venda y revelando ante ella su espectacular avión privado.

—¿Qué significa todo esto? —inquirió, con los ojos desorbitados de sorpresa.

—¡Nos vamos de viaje! A una de mis islas.

—¿Eres el dueño de una isla? —preguntó, sorprendida.

—De varias en realidad —presumió—. Esta en particular es mi favorita. Vamos, sube, te contaré más sobre el camino.

Al entrar en el jet, Sara se encontró con otra sorpresa inesperada: sus dos mejores amigos, Mike y Alicia, la estaban esperando. Desde el incidente, había evitado verlos, atrapada en una maraña de emociones, no sabía cómo enfrentarse a la tristeza que la envolvía. Pero al ver sus rostros, todos esos sentimientos desaparecieron de golpe, y se fundieron en un abrazo que destilaba amor y perdón.

—Sara, lamento mucho lo de la carta. Debí habértelo contado hace mucho tiempo, en lugar de enviártela como me pidió Allen —reconoció Alicia, con los ojos llenos de lágrimas.

—Yo también lo lamento, todo lo que te dije aquella noche, y lo que ocurrió con Roswell —agregó Mike, su voz un susurro lleno de culpa.

En ese momento, Sara se dio cuenta de que, a pesar de las complicaciones, el amor y la amistad podían superar cualquier obstáculo. Quizás este viaje no solo fuera una escapada, sino el comienzo de un nuevo capítulo

—Lo siento mucho, chicos he estado demasiado encerrada en mí misma y no me daba cuenta de cuanto estabais sufriendo. A partir de ahora, tenemos que contarnos las cosas, aunque creamos que puedan ser dolorosas.

Mike y Alicia se miraron con complicidad, con el peso de esas las palabras flotando en el aire.

—Bueno, ya que lo mencionas…—Alicia, entrelazó sus dedos con los de Mike—. Hay algo que queríamos contarte.

Sara observó sus manos entrelazadas y, de inmediato, comprendió lo que estaban intentando decirle. Sus cejas se alzaron en sorpresa y una mezcla de sentimientos la invadió.

—Ya veo… —murmuró esforzándose por sonreír. Estaba feliz por ellos; siempre había sabido que acabarían juntos. Pero al mismo tiempo, sentía que se estaba marcando un punto de inflexión, como si a partir de aquel instante ya nada volvería a ser igual entre ellos tres. -Me alegro por vosotros, ¡ya era hora! —bromeó, intentando ocultar su propio tumulto emocional.

—¡Bien! ¡Veo que se ha arreglado todo entre vosotros! —intervino Kai, un tono de alegría en su voz—. Eso es genial, porque… nosotros también tenemos algo que contaros.

Sara se sobresaltó al sentir de repente cómo los brazos de Kai la rodeaban por la espalda. La calidez de su abrazo era reconfortante, pero el momento se tornó tenso.

Alicia y Mike los observaron en silencio, sus expresiones reflejando una mezcla de sorpresa y reticencia.

—¿Estáis saliendo juntos? —preguntó Alicia, la incredulidad en su voz.

—Bueno… lo estamos intentando. Aún nos queda un largo camino —explicó Sara, sintiéndose algo incómoda por la situación.

Se produjo un instante de silencio incómodo mientras Sara analizaba las reacciones de sus amigos. No tenía que preocuparse por Alicia; el brillo en sus ojos oscuros delataba que estaba más que encantada con la situación. Pero Mike, por el contrario, apenas podía mirarla a la cara, su incomodidad palpable.

—Mike… —comenzó Sara, buscando su mirada.

—Sara, te mereces ser feliz —dijo el baloncestista, con voz firme, —. Aunque a menudo he mostrado mi rechazo hacia Roswell, él ha demostrado que realmente te ama y que está dispuesto a hacer cualquier cosa por ti, incluso arriesgar su propia vida. Seamos sinceros: puede que Allen nunca regrese. Si tienes que estar con alguien que no sea él, no veo a nadie mejor que Roswell.

El discurso de Mike resonó en el aire, y hasta Kai se sintió emocionado, sorprendido por la amabilidad que el baloncestista le ofrecía. Aunque en el fondo, Mike sabía que Sara siempre elegiría a Allen por encima de todo, y esa certeza, le daba un extraño consuelo.

Mientras se preparaban para despegar, Sara miró a sus amigos, sintiendo que, a pesar de los cambios, la amistad que los unía era más fuerte que nunca. En ese momento, comprendió que cada uno de ellos tenía su propio camino, pero juntos, seguirían siendo un refugio en medio de la tormenta.

-Bueno ya está bien de tanta cursilería, pongámonos en marcha- Ordenó el heredero, dirigiéndose a la tripulación- Los demás acomodaros, el viaje durará unas cuatro horas- informó.

-Tiempo que pienso emplear en echarme una buena siesta- Comentó Michael, poniendo su asiento en posición horizontal.

-Tú, siempre estás pensando en dormir -Le reprochó Al, visiblemente molesta, ya que veía frustrada su idea de disfrutar juntos del viaje.

—Por supuesto, mi cuerpo necesita recuperar energía. Si hicieras más ejercicio en vez de pasarte el día con esas dichosas revistas, lo entenderías —respondió él, con una sonrisa burlona.




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