-No me contestó. Al acabar el juego, desapareció y ya no volví a verle... ¿Qué voy a hacer José? – preguntaba al barman, mientras cabizbaja, observaba su humeante café.
-Bueno... para empezar deberías seguir el consejo de Kai y comenzar de cero.
- ¿Como? Todas las personas que daban sentido a mi vida han desaparecido. No puedo seguir adelante sin ellos.
-Si realmente es eso lo que sientes, entonces deberías recuperarlas.
- ¿Recuperarlas?
-Claro, si son tan importantes para ti como dices. Te lo debes a ti misma y a ellos.
-Eso es muy fácil de decir, pero Allen continúa desaparecido, Mike está en América, Kai no quiere verme….
José lanzo una carcajada
- Por el momento, ciñámonos a las personas que tienes más cerca.
- ¿Al? Imposible, ella me odia.
-Estoy seguro de que eso no es cierto y aunque fuese así, al menos deberías intentar hablar con ella.
La escritora lanzó un suspiro
-No sé cómo hacerlo.
- ¿Por qué no pruebas a acercarte a ella? ¡Mira! justamente la tienes sentada en aquella mesa- le señaló el barman dándole la vuelta a su taburete-Ánimo, esta es tu oportunidad.
La joven miró de reojo al barman con expresión de enfado, intuyendo que, de alguna manera lo había preparad.
Bajó de su asiento, acercandose a ella con timidez.
Alicia estaba sentada sola leyendo una de sus revistas, mientras sorbía un refresco con una patita.
-Ho... Hola - balbuceó.
-Lárgate- Le respondió sin apartar la mirada de su lectura.
-Me gustaría hablar contigo.
-No tenemos nada de qué hablar.
-Pues yo creo que sí. Después de más de diez años de amistad algo tendremos que decir.
- Sí, yo tengo algo que decir; todo el mundo que está a tu lado acaba sufriendo por tu culpa. Así que... Lárgate de mí vista.
-Últimamente me dicen eso muy a menudo- bromeó, recordando las palabras del editor.
- ¿Enserio? - inquirió levantándose y cerrando la revista con brusquedad- En ese caso deberías de saber cuál es la razón común y hacernos el favor de desaparecer. -Espetó, terminando ella misma por marcharse.
Sara permaneció de pie durante unos segundos, aguantando las ganas de llorar, después volvió a su taburete.
-Ya lo has visto. Creo que nunca voy a poder recuperarla.
-Sara, esto solo a ha sido un pequeño revés. Tienes que volver a intentarlo.
- ¿Es que no has visto lo que acaba de pasar?
-Lo he visto, pero las cosas que valen la pena requieren de tiempo y esfuerzo. Tú,
lo sabes muy bien. Insiste, que vea lo que realmente significas para ella.
-Gracias José, pero creo que Al tiene razón, hago sufrir a todo el que está a mi lado. Es mejor que la deje en paz.
El barman exhaló con melancolía.
- ¡Inténtalo! Echo de menos veros sentados a los cuatro en esa mesa.
La joven volvió la vista hacia el lugar que le señalaba el barman…
-Eso ya nunca sucederá- sentenció ella.
Una noche más, me despierto empapada en lágrimas. Se que el sufrimiento forma parte del amor, sin embargo, ahora que lo pienso, solo he conocido esa parte. Kai tiene razón, el amor debería de ser algo más. Yo… quiero sentir algo más.
Me prometo a mí misma, hacer todo lo posible por seguir adelante con mi vida, tal vez sea la única manera de demostrarle a Kai que realmente he conseguido olvidarte, pero me siento igual que un infiel diciendo: “no lo volveré a hacer más” cuando te vuelvo a ver frente a mí en el espejo…
-Las verdaderas promesas, las que se hacen con el corazón, esas jamás podrás incumplirlas.
-Eres tú, quien la ha incumplido al no volver.
-Sabes que aún existe la posibilidad de que regrese. Ese pensamiento formara parte de ti el resto de tu vida.
Sara de acercó al espejo y reposó su cabeza sobre el cristal.
-Allen… ¿qué voy a hacer contigo? ¿Qué voy a hacer conmigo? -preguntó con un hilo de voz.
-En mi opinión deberías hacerle caso a José y arreglar las cosas con Al.
-Eso es muy fácil de decir -se quejó.
-Sara, os conozco muy bien a las dos. Alicia es una persona temperamental y orgullosa. Hazle saber que estarás a su lado, cuando ella esté dispuesta.
La joven se quedó mirando la imagen del espejo, sabiendo que tenía razón, una vez más.
-Está bien, volveré a intentarlo.
Esa misma mañana, Sara buscó a Alicia por toda la escuela, dispuesta a volver a hablar con ella. Sin embargo, no consigo encontrarla. La misma suerte obtuvo los días posteriores. Al principio pensó que estaría enferma, pero conforme pasaba el tiempo y su ausencia se prolongaba su preocupación fue en aumento. Hasta que uno de esos días, mientras salía de clase una de las religiosas la abordó en el pasillo.
- Sara ¿Puedo hablar un momento contigo?
-Hermana Clara ¿Que ocurre?
-Se trata de Alicia, lleva casi dos semanas sin asistir a clase. Hemos intentado localizarla en casa, pero nadie nos coge el teléfono. Ya conoces cuál es su situación familiar, así que hemos pensado que tal vez tú sabrías algo.
Sara clavó la vista en el suelo, sintiéndose culpable por no saber que responder.
-Lo siento hermana, Alicia y yo llevamos algún tiempo sin hablarnos y no sé qué le ha podido pasar.
-Vaya - dijo con tristeza- Ya decía yo que algo extraño pasaba, al no veros juntas.
-Hermana no se preocupe, esta misma tarde iré a su casa y averiguaré que le sucede.
La monja sonrió con ternura.
-Muchas gracias, si hay alguien que puede saber que ha pasado, eres tú. Sara, os conozco desde que erais unas mocosos - rio- sé que vuestra amistad es pura, así que sea lo que sea que haya pasado entre vosotras, volveréis a ser las mismas.
La escritora asintió y salió corriendo en busca de su amiga.
Por el camino, pensó en las palabras de la hermana, sabiendo que ya nunca podrían ser las mismas, que su amistad no sería la de antes. Sin embargo, eso no debía ser malo necesariamente. Podían empezar de nuevo, construir una nueva amistad más sólida y sincera, si ella quisiera...
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Editado: 14.10.2024