Nuestro Último Atardecer

Capitulo 17: “Tenías razón desde el principio”

"Volveré dentro de dos semanas", le había dicho él, y ya han transcurrido más de dos meses. Dos meses sin verlo, con una comunicación cada vez más difícil y escasa.

Sara estaba acostumbrada a esperar; había esperado a Allen durante más de cuatro años. Sin embargo, esta espera era diferente; la impaciencia se apoderaba de ella cada día que pasaba.

Trataba de ocupar su tiempo y su mente en otras cosas: salía con Al muy a menudo y había comenzado a escribir una nueva novela. Aun así, no lograba disipar aquellos pensamientos; había algo en la partida de Kai que la dejó profundamente inquieta.

Una tarde desapacible de viento y lluvia, Sara avanzaba con dificultad, luchando por mantener su paraguas en su lugar. Llegaba tarde a su cita con Alicia; habían quedado para celebrar que ambas habían sido aceptadas en la universidad. Cuando de pronto, se volvió sobresaltada al escuchar unos gritos, entre los cuales pudo distinguir claramente el nombre de Kai.

Con el corazón en un puño, lo buscó con desesperación, hasta que, decepcionada se dio cuenta de que aquellos alaridos provenían de un grupo de jóvenes que se hacían fotos junto a un cartel colocado en una marquesina de una parada de autobús...

-¡¡Mira es Kai Roswell!! -decía una de ellas

-Lo sé, es tan guapo -exclamaba otra - Hacia tiempo que no lo veíamos alguna revista o televisión.

-No importa, la espera ha valido la pena. Cuando aparece en este anuncio, hace que te quedes hipnotizada mirándolo, mientras sientes como si el suelo bajo tus pies se moviera -contaba una de las jóvenes.

—Tienes razón. ¡Es como el mismísimo Lucifer! Hagámonos más fotos con él —dijeron, colocándose todas para hacerse un selfi.

Sara se quedó observándolas con el ceño fruncido y un montón de sentimientos encontrados. Al fin y al cabo, esas chicas estaban hablando de la persona que era su pareja, aunque por otro lado entendía muy bien cómo se sentían.

Al final las muchachas se dieron cuenta de que las estaba observando y comenzaron a cuchichear entre ellas. Entonces la escritora, temiendo que la reconocieran, se tapo el rostro con el paraguas y salió corriendo.

Nada más llegar al bar, Sara le relató a Alicia todo lo que había sucedido. Después de que esta se riera durante un buen rato, sacó el móvil y le mostró el anuncio de Kai.

—Es increíble. ¿Por qué no me lo habías contado? —le reprochó Sara.

—Salió hace dos días. Pensé que lo habías visto, se ha hecho viral en las redes y lo están poniendo a todas horas en la tele... —hizo una pausa y luego añadió, pensativa—. Perdón, no recordaba con quién estoy hablando.

—¿Por qué lo habrá hecho? Si a él le horrorizan estas cosas.

Alicia se encogió de hombros. No se le ocurría nada que pudiera consolar a su amiga.

—¿Por qué no se lo preguntas directamente?

Sara exhaló, visiblemente frustrada.

—Últimamente no hablamos mucho, y cuando me llama, está muy esquivo. Me está ocultando algo, lo sé.

—Es cierto, todo esto es muy extraño —reflexionó Alicia—, pero es de esas cosas que, por mucho que lo analicemos, no vamos a resolver. Kai te quiere, y estoy segura de que, con el tiempo, acabará contándote todo. Solo tienes que ser un poco más paciente.

—Disculpen, señoritas —interrumpió de repente un camarero que se acercó a ellas—. Los chicos de aquella mesa quieren invitaros a unas copas —dijo, señalando una mesa donde un par de jóvenes las miraban con disimulo.

Las dos amigas se miraron mutuamente, desconcertadas.

—Lo siento, pero diles que no estamos interesadas —respondió Alicia, alzando la mano para hacerle saber al camarero que no era necesario insistir.

El camarero asintió y se alejó rápidamente, pero antes de que pudiera llegar a la mesa de los chicos, uno de ellos se levantó y se acercó a las chicas.

—Perdón, no queríamos incomodar. Sólo queríamos ofreceros un trago, es todo —dijo el joven con una sonrisa amable, aunque algo nerviosa.

Sara, aún algo sorprendida, lo miró fijamente antes de decir algo. Alicia se adelantó, siempre un paso adelante cuando se trataba de poner límites.

—Agradecemos el gesto, pero preferimos estar solas esta noche —contestó con firmeza.

El joven, al parecer algo avergonzado, levantó las manos en señal de rendición.

—Lo entendemos, chicas. Disculpen la molestia —y antes de que Sara pudiera decir algo más, él volvió a su mesa con una ligera sonrisa en los labios.

Sara, dejó escapar una pequeña risa nerviosa.

—Eso fue... raro.

Alicia la miró de reojo, una sonrisa irónica curvando sus labios.

—Es solo una invitación, Sara. No pasa nada. Aunque... —hizo una pausa, mirando a los chicos mientras se sentaban de nuevo en su mesa—. parecía buena persona.

Sara se encogió de hombros.

—Si te interesa, por mí no te cortes.

Alicia movió la cabeza de un lado a otro, pensativa, como si estuviera luchando con sus propios sentimientos.

—No puedo. En el fondo de mi corazón aún estoy enamorada de Mike, y sé que es imposible que estemos juntos. Sin embargo… no sé, supongo que sigo esperando un milagro.

Sara miró a su amiga y sonrió viéndose reflejada en ella...

—¡Por los milagros! —exclamó Sara, levantando su copa con una sonrisa que mezclaba nostalgia y determinación.

Alicia río, aunque su risa sonó un poco triste. Levantó su copa y brindó con ella.

Tras dejar a Alicia, Sara, de vuelta a casa con el paraguas en mano, volvió a pasar por esa parada de autobús y como si algo la atrajese, se paro frente a la marquesina, observando aquel enorme poster en que aparecía Kai, caracterizado como un demonio, con una larga melena azabache y unos enormes ojos azules que parecían tan intensos que sentía como si la estuvieran observando. Aquellos ojos, tan profundos y enigmáticos, la seguían con una fijación inquietante, como si intentaran comunicarle algo desde la distancia.

En sus manos, Kai sostenía un frasco de colonia con un diseño oscuro y atractivo. El nombre grabado en el frasco, Original Sin (Pecado original), brillaba con letras doradas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.