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Verano de 1996
En la isla de Kyushu, en una pequeña ciudad de la prefectura de Nagasaki. El sonido de las cigarras anunciaba la llegada del verano, la temperatura estaba a lo que daba, a pesar de llevar el uniforme de verano, la temperatura rebasaba los treinta grados y estaban que se asaban del calor, ambos jóvenes estaban en un callejón, esperando, el silencio reinaba en ambos, Mattiew, alías Matt a sus diecisiete años estaba empezando a vivir su vida, Ikeyama de dieciocho años, solo dejaba que el tiempo pasara, uno era extranjero y otro japonés, el extranjero a pesar de ser de fuera, era incluso más bajito que el japonés, quién solo le rebasaba por unos cinco centímetros, pero cinco centímetros eran cinco centímetros, por su apariencia el extrajeron fue apodado por algunos conocidos en la isla como el « Conejo Blanco » al japonés por ser tan antisocial y arisco le nombraron « Gato Salvaje » Por eso era imposible que un conejo y un gato hiciesen amistad. ¿No?
Pero Matt e Ikeyama habían sorprendido a varios de la isla al verlos siempre juntos, en especial porque Ikeyama hacia todo lo que le pedía el albo, Ikeyama había sido domesticado.
A Ikeyama siempre se le veía solo antes de la llegada de Matt, que muchos se preguntaban ¿Qué era lo que tenía Matt? Cuando llego su japonés era un desastre, siempre se perdía de camino a casa y apuradamente sabía solo decir « Buenos días » « Adiós » Aun era un misterio como esos dos habían hecho amistad, pero ahora todo mundo sabía que si ambos estaban solos, estaban peleados, pero al poco rato estaban juntos como si nada hubiera pasado. Los lugareños siempre acostumbrados a ver a ese par siempre juntos. Eran casi como un matrimonio.
El joven más bajo solo se recargo en su acompañante, soltando un suspiro, demasiado calor lo estaba adormilando, el otro joven solo lanzo un gruñido, pero no hizo ningún movimiento por lanzar al más pequeño lejos de él, cierto tenia calor, pero cuando estaba con el albo siempre tenía calor.
Pero después de unos minutos ante el bochorno que sentía al estar tan juntos, el albino opto por separarse un poco, maldiciendo, mirando de reojo a su amigo.
El sudor escurría por su frente y a medida se deslizaba por el cuello hasta su pecho, eso no pasó desapercibido para Matt, Ikeyama lo seducía inconscientemente, así que solo pudo desviar su mirada, por su parte el japonés solo se soplaba con su mano para sacarse el calor, « Menudo día, que escogió para hacer su venganza » Eran los pensamientos de Ikeyama tratando de no pensar mucho en eso pero con ese calor era algo imposible, sin embargo el albino se levantó ante la mirada del azabache perdiéndose de su vista unos pocos minutos, cuando regreso el joven de blancos cabellos cortos tenía en sus manos una paleta de hielo doble, la cual partió y le dio la mitad a su acompañante.
Su color era azul uno el cual los unía ya que era el favorito de ambos, el sabor era de menta, para refrescarlos, aunque sea un poco y así fue, lo frio del hielo deslizándose por su garganta era de lo mejor.
— Tsk, ¿Por qué no se lo pediste a Tsuzuki ? él hubiera accedido como un perrito faldero,—No pudo evitar preguntar, dándole mordidas a la paleta hasta dejarla a la mitad.
— El simplemente no lo habría hecho, idolatra tanto al profesor Sakaguchi...—Respondió dándole una mordida a la paleta, mirándole con esos ojos color carmín.
Ikeyama solo casqueó la lengua en modo de respuesta, sintiendo como el jovencito albo se acomodaba de nueva cuenta a su lado, recargándose en él, a pesar de que estaba atardeciendo el calor aún era algo insoportable, pero Ikeyama no lo volvió a apartar, el silencio se hizo presenten en ambos, pero de nueva cuenta uno de ellos lo interrumpió.
— ¿Qué opinas de Tsuzuki? — Susurro suavemente.
Si bien Matt se había conseguido ya unos pocos amigos en esos cortos años que había llegado a Japón desde la Gran Bretaña, pero su único amigo y favorito era Ikeyama, siempre iba a depender de él.
—Es un idiota... —
Al escuchar su respuesta una sonrisa surco en el rostro del albo alzando la mirada ,Ikeyama no era bueno expresando sus celos, claro esos eran celos enormes, lo sabía muy bien, Tsuzuki siempre se le montaba encima en un cariñoso abrazo y el, no pasaba desapercibido las miradas de muerte que le daba Ikeyama al pobre y lento Tsuzuki, pudo observar al japonés, adoraba la casi inexistente sonrisa que ocasionalmente se curvaba en su boca, su sonrisa se ensancho más y solo atino a lamer la paleta, no se sorprendió cuando Ikeyama lo imito, haciendo que sus movimientos estuvieran perfectamente sincronizados hasta deshacer las paletas en sus bocas, para cuando se dieron cuenta sus labios estaban demasiado cerca, pero ninguno hizo algún movimiento por sellarlos, volviendo a su posición inicial y el albino suspiro.
—Tengo celos de Kazu, de Hana. —Fue lo que dijo el joven, pero solo tuvo una mirada lánguida por parte de Ikeyama, quién solo se levantó, tomando su Katana y susurro; Ahí viene.
El profesor Sakaguchi venia solo y caminaba distraído como siempre, espero a que avanzara un poco y cuando lo hizo Ikeyama llego por detrás y de un solo golpe con su Katana de madera derrumbo al hombre, con la ayuda del albino, lo llevaron al callejón donde lo desnudaron, llevándose su ropa, no sin antes dejarle una nota en pecho bajo una roca para que no volara lejos. Lo más correcto y sensato era denunciar al profesor con el director para que tomara una solución debido al problema, pero como el director era tío del profesor Sakaguchi tuvieron que recurrir a eso.
Últimamente el albino estaba siendo acosado por aquel profesor y el único en quién podía confiar era en Ikeyama, quién a regañadientes había aceptado, al principio pensó que no lo haría, y espero solo en el callejón, pero el japonés simplemente se presentó. En la hoja tenía la leyenda de: