Nuestros Milagros de Navidad

Capítulo 5: ¿No está contigo?

Jacob 

New York: Unos minutos antes del concierto 

No he podido dejar de pensar en Miranda, no tengo muchos ánimos para hacer este concierto, pero tengo que ser responsable.

— ¡Jacob! — Aiden corre hasta mi lado, se nota inquieto — Bianca se ha caído de una silla, estaba revisando algo y al parecer se ha desmayado — ¡Mierda! Jeffrey debe estar histérico. Corremos al lugar, Bianca se encuentra recostada en un sofá.

— Bebé — Jeffrey intenta despertarla, llegan los paramédicos que deben prestar sus servicios en el concierto y nos piden que nos llevemos a Jeffrey.

— Vamos, creo que todo va a estar bien — Le digo. 

Jeffrey y yo siempre tuvimos roces, porque Bianca estuvo enamorada de mí, durante años y él de ella, el problema es que yo no lo sabía y ella tampoco. Pero después de que ellos dos lograron aclarar las cosas y estar juntos, la relación entre Jeffrey y yo ha mejorado. 

— Simplemente, se cayó de esa silla — Nos dice, desesperado.

— ¿La señorita está con ustedes? — Los paramédicos se acercan.

— Es mi novia y nuestra representante — dice Jeffrey, ansioso — ¿Le pasa algo malo? ¿Está embarazada? — en serio que es un bebé nuestro Jeffrey.

— Tuvo un bajón de azúcar...  — ¿Desde cuándo Bianca es un cuerpo glorioso? Tenemos que conseguirle un asistente.

Jeffrey sigue hablando con los paramédicos y se acerca a Bianca.

— Ey, chica — llamo la atención de una de las chicas de comunicación y le pido que se encargue de todo.

—Pero yo... — Me detengo y la miro a los ojos.

— Eres la chica que se la pasa todo el tiempo con Bianca ¿Verdad? — asiente con la cabeza — ¿cómo te llamas?

— Patty — susurra.

— Vale Patty, esta noche eres la encargada — palmeo su hombro y sigo mi camino.

Jeffrey está más tranquilo porque Nerea ha acompañado a Bianca al hotel. El concierto comienza, El público está histérico.

Cuando llegamos a la canción que escribí para Miranda, no puedo de dejar de pensar en ella.

— Y, para terminar, una mezcla de inglés y español, ustedes la conocen, canten con nosotros, por favor  "Todo lo que necesito, eres tú" — el público grita. 

«Llevo tanto tiempo corriendo

Corriendo detrás de cosas sin sentido

Que tal vez hoy este loco,

Loco, pero quizás no perdido

Por querer conocerte

Por querer arriesgarme

Tal vez te encuentre y me encuentre

O puedo dañarte y perderme»

El concierto termina, busco mi teléfono portable. ¡Mierda! Está sin batería.

— Necesito cargar mi teléfono ¿Quién lo tenía? ¿Por qué no tiene carga? — un chico llega corriendo y lo pone a cargar, estoy desesperado por hablar con Miranda.

— Préstame tu teléfono — le digo a Aiden que va pasando por mi lado. 

— Hola, Aiden ¿Cómo les fue? — Carla contesta de inmediato.

— Carla, soy Jacob, mi teléfono está descargado. ¿Podrías pasarme a Miranda? No me contesta 

— ¿No está contigo? — ¿Qué ha dicho?

— No te entiendo Carla, Miranda no está aquí — Estoy seguro de que se quedó en los Ángeles, enojadísima.

— Jacob, ella se fue a New York unas horas después de que te fuiste y me llamó para confirmarme que había llegado, me dijo que iba para el teatro — ¡Dios mío! Alguien me hubiese dicho que está aquí.

— ¿A qué horas te llamó? — le pregunto.

— A las 7 pm, eso marca mi teléfono — Eso fue a las 4 pm, hora de New York, pero si son casi las 9 pm ¿Dónde se ha metido?

Le cuelgo a Carla, prometiéndole que la tendré informada. Mi teléfono suena y veo que se ha encendido, introduzco la clave y de inmediato salta el buzón de voz, observo que tengo varias llamadas perdidas, pero no reconozco los números. 

"Jacob, amor ..."

— ¡Mierda! — grito, y calmo el impulso de estrellar el teléfono contra el suelo, necesito estar en contacto por si vuelve a llamar.

— ¿Qué pasa? — Pierre y Aiden se acercan a mí.

Les explico rápidamente a los chicos, lo que está pasando.

Llamo a Lucas, pero el mejor amigo de Miranda no sabe nada, y se queda muy preocupado, esto es muy extraño.

— Llama al taxista — busco el número.

— Hola, siento mucho molestarlo, señor. Me llamo Jacob Wilding y creo que usted trasladó a mi esposa hasta el teatro Radio City Music Hall, ella había perdido su bolso — hago una pausa.

— Claro, la recuerdo. La chica con un lindo acento, embarazada de gemelos y sin dinero para pagar la carrera — Espero que este tipo no la haya tratado mal. Pero le prestó su teléfono, ¿no?

 




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