Era una noche oscura. Nadie se lo imaginaba, parecía una película de terror. No de las malas, no, parecía de esas que te dejaban de que hablar. Los dos estaban muy expectantes por el siguiente movimiento que haría él.
—Secretos - susurró Gina de un momento a otro.
— ¿Secretos? - pregunta Justin.
— Si...
—¿Gina? ¿estas bien? No te estoy entendiendo nada - dijo Justin con su ceño fruncido. Gina bufa, le desespera que la gente no le entienda con facilidad.
—Ellos quieren que te diga mis secretos - responde ella.
— Y como por que querrían ellos eso.
— No lo sé. ¿Sabes? Me importas - confiesa ella - Nunca creí que lo hicieras pero al fin y al cabo paso. Si sabes mis secretos, en especial ese me odiarías.
— No creo que eso sea posible Gina.
— Si lo es.
— No.
— No quiero que me odies - Gina se limpia con furia las lagrimas que le empezaron a empapar las mejillas - Es tonto y cursi, se que no soy así Justin - suelta una risita sarcástica - No entiendo que me hiciste como para que este sacando estas palabras de porquería.
—No llores.
—No podré decirte mi secreto por mas que quiero.
—¿Por qué no?
— Porque es oscuro Justin. Es un maldito y oscuro secreto.
—Yo también tengo secretos.—
-- No lo hagas por hacerme sentir bien, eso me hace sentir mal.
—No es por hacerte sentir mejor. En serio. Y lo más cliché, estupido y asqueroso es que yo tampoco te lo puedo decir.
— ¿Es oscuro? - pregunta Gina sabiendo que Justin habla en serio - Tu secreto. ¿Es oscuro?
—Si Gina. Mi secreto también es oscuro.
—Malditas cursilerías - los dos ríen sin ganas - Bien, después de decir esto me insultas porque me va a dar ascó ¿si?
— Claro, claro.
—Esos van a ser nuestros oscuros secretos.