Por su lado Evangeline no perdía el tiempo, apareció su arco frente ella, sin embargo solo había dos flechas con el.
–Esto no tiene sentido.
Trató de aparecer el resto sus flechas pero era inutil ya que no aparecían, dejó de intentar cuando el dragón destruyó una gran parte del salón, no podía esperar más tiempo, su padre estaba solo sacando a los heridos, tenía que actuar y pronto.
Salió de su escondite con su arco lista para disparar la primer flecha, la criatura no se encontraba visiblemente fuera, se acercó con precaución hacia la ahora derrumbadas paredes, al estar al borde asomo para divisar el abismo, sin que lo notará peligrosamente un ladrillo se balanceaba colgando de la parte de arriba del desecho muro, un dolor se adhirió a su brazo, lo la hizo gemir de dolor, antes de poder reaccionar de ese mismo brazo fue jalando hacia atrás haciéndola caer el suelo.
–¿Audrey?, ¿acaso sigues queriendo matarme?.
Después de reclamar la dolorosa acción sin haber obtenido una respuesta de Audrey, la pieza que colgaba del techo cayó al suelo, destrozándose a sí mismo por el impacto.
–De nada, sigues sin ser muy observadora–le dijo ayudando a quitarse con cuidado su látigo del brazo, pues los pinchos se habían incrustado en su piel.
–No te vi en el baile.
–No baje al baile, ¿cuál es el plan?.
–Herirlo, ningún animal herido se atrevería a atacar.
Un gruñido volvió a retumbar en el salón dando aviso que la criatura había vuelto, Audrey y Evangeline se colocaron espalda con espalda, asegurándose de ver cada rincón del lugar.
–¿Vas a lograrlo con dos flechas?...
–No me subestimes, tengo una excelente puntería. Nunca fallo.
–Espero que sepas lo que haces, yo te cubro.
Frente a ellas nuevamente apareció la criatura alada, Audrey con su látigo atacó sin embargo este parecía no sufrir ningún daño, Evangeline apuntó una su pata derecha, disparó, a pesar de que fue un tiro preciso la flecha no pareció lastimarlo. Al mirar detenidamente pudo percatarse que la flecha no se encontraba en la pata del animal.
–Dijiste que nunca fallabas.
–No lo hago. Algo raro está pasando.
Parecía no haber más escapatoria, parecía ser el fin para las dos princesas, aunque no lo dejaran ver ambas estaban muertas de miedo.
–”Cuando era adolescente solía leer todos tipos de libros, entre ellos, libros sobre todas las especies que habitaban los reinos, entre ellos estaban los dragones, no había mucha información sobre ellos solo puntos débiles, maneras de escapar, sin embargo en estos momentos no llega a ninguna a mi cabeza, lo único que venía a mi cabeza era lo peligrosos que eran”.
Mientras milpensamientos pasaban por la mente de Evangeline, las puertas del salón se abrieron a lo que ambas princesas voltearon al mismo tiempo, Tristan, Cris y Dago entraron con sus armaduras y sus armas, tras de ellos una multitud se avecinaba.
–¿Qué hacen idiotas?, ¿por qué traen a las personas aquí? ¡Es peligroso!.
–Insistieron en ver cómo matamos al dragón– excuso Tristan.
–¿Pero cuál dragón? –preguntó Cris.
Evangeline y Audrey volvieron a ver el abismo, dándose cuenta que Cris tenía razón, no había ningún rastro del dragón, era como si la criatura hubiera desaparecido, la multitud se acercó al salón deteniéndose detrás de los tres amigos.
–¡Hemos acabado con el dragón! –Exclamó Tristan, alzando los brazos como si celebrará una victoria. Con emoción la gente los envolvió, agradeciendo, por primera vez en mucho tiempo se acercaban a Evangeline con una buena cara, alivio, tal vez agradecimiento se veía en ellos, sin embargo ¿cuántas de estas eran reales?, era abrumador tener a tantas personas encima, podía sentir como el aire como el aire se agotaba.
Evangeline se transportó fuera le la multitud, lo único que venía a su cabeza eran sus amigos y su padre, dejó atrás a las personas, cada segundo sin tener noticias de ellos era como estar a la deriva.
–¡Papá!.
–¡Evangeline!...¿estas bien?, ¿te hizo daño? –le pregunto con preocupación.
–Si yo estoy bien, ¿y los demás?.
–Están a salvo.
–¿Y los heridos?.
–Los lleve con el doctor del castillo, estarán bien.
–Papá… algo extraño está pasando.
Nuevamente la multitud interrumpió la conversación, esta vez con Kellan al frente de todos, en segunda fila estaban Dago, Cris, Tristan y Audrey visiblemente molesta, nunca antes la había visto así.
–Mi nieta junto a los cuatro herederos del reino han derrotado al dragón, ¡gracias a ellos estamos a salvo!.
Gritos de alegría, entusiasmo invadieron el momento, Evangeline no entendía nada de lo que pasaba.
–Por ahora– habló Tristan se posicionó frente a la multitud aclamando atención– Mientras esa bestia este fuera, estaremos en peligro, ¡hay que matarlo!.