Mirana lo dejó frente a un estéril edificio en el medio de la Ciudadela Imperial. Las naves se movían en las alturas y su chofer se bajó a abrir la puerta en vano, ya que no necesitaba eso de ella.
“¿Cómo debería llamarte?” Preguntó confundida la guardia.
“Ihsahan.” Respondió con simpleza el sith.
Mirana se estaba mojando bajo la lluvia.
“Te llamaré cuando te necesite.” Agregó para intercambiar una mirada con los guardias de la entrada.
Recorrió los pasillos en busca de Watcher quince, nadie tenía nombre en un lugar como ese. Todo estaba clasificado, todo era un secreto. La impersonalidad ayudaba a hacer un mejor trabajo. Él iba a ser un Cipher, un espía, pero todos sabían su nombre. Entró a una sala para encontrar una pequeña junta de tres personas. Los tres eran humanos. Un hombre, arrugado y gris, parecía ser el líder. Se paró para saludarlo mientras los demás hacían lo mismo. Una mujer, rubia y delgada, se inclinó para saludarlo mientras que el otro hombre se acercó a apretar su mano. El sith ignoró la mano para acercarse a la mesa.
“Bienvenido, milord.” Dijo con seriedad el que parecía ser el líder. “Watcher quince, a su servicio.”
“Ihsahan.” Dijo con seriedad el sith. “¿Cuál es mi misión?”
“Directo al grano, me gusta esa actitud.” Dijo Watcher quince. “Les presento a la Fixer trece y al Fixer noventa y siete. La misión es esta.” Agregó tocando un botón en el escritorio.
La imagen de un hombre que estaba hablando con un jedi apareció sobre él.
“Senador Arklas Pirunt, está estacionado en Onderon en estos momentos.” Agregó con prestancia Watcher. “Tenemos un plan de acción que requiere a un Cipher y un experto en explosivos.”
“Los explosivos son necesarios para que la misión sea lo más fluida posible.” Agregó la mujer sin poder mirarlo.
“Entiendo.” Dijo con seriedad Ihsahan. “Me imagino que mi trabajo será distraer a su protección mientras el convoy pasa por un puente.”
“Buena deducción, milord.” Agregó sorprendido Watcher. “La galaxia pensará que fue un accidente.”
“Aquí tenemos los candidatos para el trabajo.” Dijo con seriedad Fixer noventa y siete.
Ihsahan vio una docena de caras seguidas por sus nombres y lo importante en su currículo. Todos eran humanos, excepto una twi’lek. Esta era la única que estaba en Dromund Kaas.
“Si puedo opinar…” Empezó Watcher.
“Necesito esos currículos.” Interrumpió con prestancia Ihsahan para luego marcharse.
Afuera encontró a Mirana bajo la lluvia, esperando por él.
“Milord.” Dijo con seriedad la guardia.
Ihsahan se detuvo frente a ella.
“No me sirves si te enfermas por esperarme bajo la lluvia, Mirana.” Dijo con seriedad.
“Es mi deber.” Dijo con seriedad Mirana mientras abría la puerta para él.
Dentro del vehículo, revisó su holo. Sus fixers trabajaban rápido y ya tenía toda la información que necesitaba. La twi’lek era una esclava y trabajaba en un bar.
“Necesito encontrar a esta mujer.” Dijo con seriedad Ihsahan.
“Ah, recuerdo ese lugar. Ya nadie me respeta allí.” Dijo pensante Mirana. “¿Quién es?”
“Una herramienta.” Dijo con seriedad Ihsahan.
Las calles de la ciudad estaban limpias y ordenadas como era regla en el Imperio. Este bar estaba situado en la periferia de la ciudadela. Su cartel anunciaba bailarinas y parecía estar repleto a toda hora del día. Mirana se detuvo a unos metros de la entrada. La lluvia caía sobre el vehículo.
“Aquí estaré, milord.” Dijo con respeto Mirana.
El sith entró al lugar para recibir unas cuantas miradas, los ojos curiosos se desviaban al notar que era un sith. El bar tenía muchos cuartos y terminó frente a una barra. Ninguna de las bailarinas era la twi’lek que buscaba. La suya era amarilla y de contextura pequeña. El barman tardó poco en enviarlo a uno de los cuartos privados. Cuatro hombres estaban rodeando a su objetivo, esta tenía un collar de esclava y parecía estar siendo escarmentada por sus dueños.
“¿Qué clase de baile es ese?” Decía uno de los hombres.
“¿Quieres que vuelva a apretar este botón?” Preguntó otro mientras perdía el pequeño dispositivo que tenía en las manos.
Ihsahan tocó el segundo botón para que el collar se suelte. La pequeña twi’lek llevaba un vestido que apenas la cubría.
“Vitti, de ahora en más trabajas para mí.” Dijo con seriedad el sith.
La twi’lek le mostró uno de sus dedos a sus captores para acercarse a él, su actitud cambió por completo cuando se percató de quién la estaba rescatando.
“Necesito tus talentos.” Agregó el sith mientras empezaba a caminar. “Trabajarás directo bajo mis direcciones.”
La twi’lek lo miraba con curiosidad.
“¿Cuál es tu nombre?” Preguntó con cuidado.
“Ihsahan.” Respondió el sith con prestancia mientras la puerta se abría para ellos. “Esta es Mirana.”
El sith se detuvo a mitad de la escalera para recibir un golpe con su mano. Hizo una palanca para romper el brazo de su adversario y destruir su nariz de un rodillazo. Seguido, derrotó al resto de los malandras con sus manos. Dejando la escalera llena de sangre y dolor. Vitti lo siguió de cerca para pararse frente a Mirana.
“¿Dónde aprendiste Echani?” Preguntó sorprendida la guardia.
“Irrelevante, esta es Vitti. Ahora trabajará con nosotros.” Dijo con prestancia el sith.
“Espero que no te vayas a meter en problemas, el jefe de esos cuatro es… poderoso en esta zona.” Dijo pensante Mirana.
“Esta zona es mía desde ahora.” Dijo con seriedad Ihsahan.
Vitti necesitaba un baño y ropas nuevas.
“Gracias por rescatarme, milord… ¿Qué talentos necesita de mí?” Preguntó con mucho cuidado la bailarina.
“Ya lo sabrás.” Dijo con seriedad Ihsahan mientras subía al vehículo.
Mirana miró con curiosidad a su nueva compañera para luego conducir hacia la ciudadela. La twi’lek se durmió al instante.
“¿Por qué la elegiste a ella?” Preguntó con curiosidad.
“Porque es la más talentosa de los candidatos de la lista. Estaba en este planeta y no es humana.” Dijo con seriedad Ihsahan. “Necesitamos valorizar a todos los ciudadanos del Imperio.”
“Eres un sith extraño.” Dijo pensante Mirana. “¿Dónde la vas a poner?”
“En mi piso, hay lugar de sobra.” Respondió con seriedad el sith.
“Entendido.” Dijo Mirana.
Ella sabía que nunca debería dudar de las decisiones de un sith.
“¿Qué te molesta?” Preguntó con seriedad Ihsahan.
“Nada…” Respondió nerviosa mientras sentía los ojos del sith sobre ella. “¿Por qué la querrías en tu casa?”
“Así puedo cerciorarme de que esté en el mejor estado posible para la misión.” Dijo con seriedad Ihsahan.
“Pensé que irías a ahorcarme por desubicarme.” Dijo con seriedad Mirana.
Mirana miró hacia el costado para encontrarse con la horrenda máscara del sith.
“Lo siento, milord.” Agregó con prestancia.
“Es Ihsahan.” Dijo con seriedad el sith.
“No puedo llamarte por tu nombre, los demás pensaría que no te respeto.” Dijo apurada Mirana.
“No me respetarías sin importar como me llames, Mirana.” Dijo con seriedad Ihsahan.
Mirana se preguntó si estaba leyendo su mente. Ella había sido entrenada, pero no siempre podía protegerse de la poderosa magia sith, por suerte su compañero de auto no hablaba mucho.