Nuevas curvas para el Ceo

CAPÍTULO 17 — DESTELLOS ENTRE SOMBRAS

Narrado por Lia

Los últimos días me sentí como si flotara. No en un buen sentido, sino como si mi alma estuviera suspendida sin tocar tierra. Saber que tengo un padre... uno que quiere conocerme, uno que no sabía de mí... es demasiado para asimilar en tan poco tiempo.

El viaje a California terminó hace dos días. Ya volvimos a Nueva York, y el trabajo retomó su ritmo habitual. O eso intento aparentar. Me visto con mis colores brillantes, hago chistes en la oficina y reparto sonrisas como si fueran caramelos.

Pero por dentro, mi corazón sigue tambaleando.

Narrado por Ethan

Desde que regresamos, Lia ha estado... distinta. No lo suficiente como para que alguien externo lo note, pero yo sí lo noto. Sus ojos no brillan igual. Su risa suena más ligera, como una pluma que apenas se sostiene.

Y eso me molesta. Me preocupa. Me afecta.

Así que hago algo que no creí volver a hacer: le pido que cene conmigo.

—Nada formal —le digo mientras ella recoge unos papeles del escritorio—. Solo... comida. Conversar. Como personas normales.

Ella me mira, sorprendida.

—¿Personas normales? Ethan, si tú eres normal, yo soy una sirena con alergia al agua.

Me rio. Maldita sea, me rio.

La cena transcurre en un restaurante discreto, cálido. Nos sentamos frente a frente. Al principio, hablamos de cosas triviales. El menú. El clima. El café de la oficina que cada día sabe más a calcetín mojado.

Hasta que no aguanto más.

—Lia, ¿qué te pasa? No soy el mejor leyendo emociones, pero puedo ver que algo te está afectando.

Ella guarda silencio unos segundos, moviendo la servilleta entre los dedos.

—Es complicado, Ethan. Algo familiar. Algo que removió muchas cosas que creía enterradas.

—Tienes derecho a guardártelo. Pero si quieres hablarlo... estoy aquí.

Ella me mira. Sus ojos grises, profundos, se encuentran con los míos. Y algo en mi pecho se contrae. No por atracción. Por... empatía. Por conexión.

—Gracias —dice, y me sonríe. No como antes. Esta sonrisa es frágil. Real.

Y por primera vez, siento que estamos bajando las barreras. Que ya no somos jefe y secretaria. Solo dos personas... compartiendo la mesa y sus sombras.

Y maldita sea, me gusta.

Demasiado.



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Editado: 23.06.2025

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