Nuevas curvas para el Ceo

CAPÍTULO 22 — LA INICIATIVA DEL CORAZÓN

Narrado por Lia

Era fin de semana otra vez. No había caos de oficina, ni reuniones apretadas, ni correos urgentes esperando ser contestados. Solo estaba yo, mi corazón brincando como niña enamorada y una idea clara en la cabeza: esta vez, yo invitaría a Ethan a salir.

Porque sí, las mujeres también podemos tomar la iniciativa. Porque estoy segura de lo que quiero. Y lo que quiero… es a él.

Le escribí un mensaje corto: “¿Te gustaría cenar conmigo esta noche? Yo invito.”

Su respuesta fue inmediata: “Contigo, siempre.”

Elegí un pequeño restaurante familiar en Brooklyn, de luces cálidas y ambiente relajado. Nada lujoso ni pretencioso. A veces, lo sencillo guarda más belleza que lo costoso.

Y aunque ahora sé que mi padre es James Carter, y aunque de pronto todos a mi alrededor parecen tener más recursos de los que alguna vez soñé, sigo creyendo en el valor de lo auténtico.

De hecho, papá ha estado un poco… insistente últimamente.

—Hija —dijo una tarde mientras tomábamos café en mi apartamento—. Este lugar es lindo, sí, pero mereces algo más cómodo. Un espacio más grande, más seguro. Quiero comprarte un departamento.

—Papá…

—Ni lo pienses. Además, quiero que tengas esto —me entregó una tarjeta negra con mi nombre grabado—. Es para tus gastos. Quiero darte, aunque sea un poco, de lo que no pude darte todo este tiempo.

Lo miré a los ojos, conmovida.

—No quiero cosas, papá. Quiero momentos contigo. Pero gracias… en serio. Voy a aceptarlo, pero no por el dinero. Lo haré porque sé que para ti es importante.

Volví al presente cuando vi a Ethan entrar al restaurante. Se veía relajado, con una camisa azul que contrastaba con sus ojos verde esmeralda.

—Este lugar tiene tu esencia —dijo mientras se sentaba frente a mí—. Cálido, auténtico… y con buena comida.

—Eso espero. Si no, perderé puntos como anfitriona —bromeé.

La noche fue perfecta. Risas suaves, miradas largas, historias contadas sin prisa. No éramos jefa y empleado. No éramos la hija de alguien importante ni el CEO de una gran empresa. Éramos simplemente Lia y Ethan. Dos almas coincidiendo.

Al salir del restaurante, caminamos tomados de la mano por una calle tranquila. Las luces reflejaban sombras juguetonas en el pavimento.

Me detuve de pronto, tomándolo por sorpresa.

—Ethan… —dije, mirando sus ojos—. Quiero decirte algo. Y no quiero que respondas de inmediato. Solo escúchame.

Asintió con atención.

—Me gustas. Mucho. Me haces reír, pensar, sentir. Me gustas no solo por cómo me miras, sino por cómo me haces sentir cuando nadie más me ve. Y sé que has sido herido. Que aún tienes miedo. Pero…

Tomé sus manos con fuerza.

—Si me dejas, yo cuidaré tu corazón. Lo guardaré con todo lo que soy. Lo protegeré de todo, incluso de ti mismo si es necesario.

El silencio entre nosotros no fue incómodo. Fue poderoso.

Y antes de que él pudiera decir algo…

—Ethan, ¿quieres ser mi novio?

Su expresión fue un poema que aún no sé si escribiré… pero en su mirada, ya encontré mi respuesta.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.