Narrado por Ethan
Nunca pensé que una llamada podía cambiar tanto en tan poco tiempo.
Era lunes por la mañana. Lia había pasado el fin de semana conmigo, cuidándome como si fuera su misión en la vida. Me sentía mejor, más fuerte, más… acompañado. Pero esa mañana todo se desmoronó de golpe.
Estaba revisando algunos documentos en mi oficina cuando mi asistente me comunicó que había un grupo de inversionistas esperándome abajo. No estaban en la agenda. No tenían cita. Pero exigían hablar conmigo. Y lo peor… traían abogados.
Bajé sin entender qué pasaba, solo para encontrarme con la noticia que nunca esperé: uno de nuestros proyectos más importantes estaba siendo acusado de fraude estructural. Una auditoría interna filtrada erróneamente, un informe técnico mal interpretado. Un error… pero uno que amenazaba con destruir nuestra reputación.
Y como si fuera poco, los medios ya lo sabían.
En menos de una hora, mi rostro estaba en los titulares. “CEO de Blacksteel corporation enfrenta demanda millonaria”. “¿Se tambalea el gigante de la construcción?”
El teléfono no dejaba de sonar. Mi equipo estaba en pánico. Mis padres llamaban sin parar. Y en medio de todo ese caos… apareció Lia.
Entró a mi oficina sin golpear, con el ceño fruncido y el corazón en la mirada.
—¿Qué está pasando?
No pude evitarlo. Estallé.
—¡Esto es lo que pasa cuando bajas la guardia, Lia! ¡Cuando crees que puedes vivir tranquilo, confiar, amar… algo siempre viene a joderlo todo!
Ella no se movió. Ni un paso atrás. Me sostuvo la mirada.
—¿Estás diciendo que yo soy parte del problema?
Y ahí supe que había dicho más de lo que sentía. O peor, que había lastimado a la única persona que no merecía mis demonios.
Me senté. Me cubrí la cara con las manos. Estaba respirando como si el aire no fuera suficiente.
—Lo siento… no es contigo. Estoy… asustado. No por la empresa. No por el dinero. Por mí. Porque si pierdo esto… si pierdo lo que estoy construyendo contigo… no sé si voy a poder levantarme otra vez.
Lia se acercó. Se arrodilló frente a mí.
—No vas a perderme, Ethan. Ni ahora ni mañana. Estoy aquí. Con todo el caos. Con todo el miedo. Porque te amo.
Me quedé en silencio. Esas palabras, lanzadas sin red, sin preparación, me golpearon el pecho. Me hicieron doler de lo real que sonaban.
La miré. Toqué su rostro.
—Yo también te amo, Lia. Y juro que haré todo para protegerte. Incluso de mí.
Nos abrazamos como si el mundo se estuviera cayendo… porque lo estaba. Pero en ese abrazo supe que podíamos resistir. Que el amor no es solo lo que se dice entre risas o caricias suaves. Es también lo que se sostiene cuando todo parece romperse.
Ese día no resolvimos la crisis externa.
Pero sí salvamos lo que más importaba: lo nuestro.
Editado: 03.08.2025