Narrado por Ethan
Nunca pensé que estaría tan nervioso por conocer a los padres de una mujer. Pero aquí estoy, estacionado frente a la casa de James y Cristina Parker, ajustándome el cuello de la camisa como si fuera la primera vez que salgo con alguien.
Claro, no es solo alguien. Es Lia. Y esta noche soy oficialmente su novio ante los ojos de su familia.
Ha pasado algo de tiempo desde que empezamos a salir. Ya no somos un secreto de oficina. Aunque seguimos siendo discretos, nuestras miradas lo dicen todo. Hemos compartido cenas, paseos nocturnos, madrugadas de risas y sí… muchas noches juntos.
FLASHBACK
La última vez que dormimos en mi apartamento, la lluvia golpeaba suavemente las ventanas. Lia llevaba una de mis camisetas y nada más. Caminaba descalza sobre la alfombra, jugando con su cabello húmedo mientras me miraba con esa mezcla de picardía e inocencia que me desarma cada vez.
—¿Sabes que me encantas? —le dije, atrayéndola hacia mí.
—Lo sé. Y tú sabes que me vuelves loca.
Nos besamos como si el mundo se detuviera. Su cuerpo encajaba perfecto en el mío, como si hubiéramos sido diseñados uno para el otro. Esa noche fue lenta, íntima. Entre suspiros y caricias, le prometí en silencio cuidarla siempre. Y ella, sin decirlo, me creyó.
Otras veces fueron más impulsivas, como cuando irrumpimos en su apartamento una tarde de viernes, besándonos en cada pared del pasillo. O cuando me sorprendió en la oficina, cerrando la puerta con seguro, y terminamos haciendo el amor sobre el sofá, riendo entre papeles desordenados y el reloj marcando fuera de horario.
FIN FLASHBACK
Y ahora, de nuevo en el presente, respiro hondo y toco el timbre.
Me recibe Cristina con una sonrisa amable y una mirada que examina más de lo que dice.
—Ethan, qué gusto conocerte formalmente. Bienvenido —dice, dándome un beso en la mejilla.
James aparece segundos después, más alto de lo que recordaba, con esa firmeza en la mirada que tiene un padre cuando va a evaluar si eres digno de su hija. Me da la mano con fuerza, y yo le sostengo la mirada.
—Así que tú eres el hombre del que mi hija no deja de hablar.
—Eso espero, señor Parker —respondo, con una leve sonrisa.
La cena transcurre entre anécdotas, risas y una que otra broma incómoda. Lia se ríe tanto que casi se atraganta con el vino. Me mira de vez en cuando, y no puedo evitar tomarle la mano bajo la mesa. Su madre lo nota, pero no dice nada. Solo sonríe.
Cuando la noche termina y estamos de regreso en su apartamento, la abrazo en el ascensor.
—¿Sobreviviste a mis padres? —pregunta en tono burlón.
—Lo hice. Pero creo que tu madre ya planea nuestra boda, y tu padre me hizo una evaluación silenciosa de valores.
—Suena como ellos —dice ella riendo.
Al entrar, no hablamos mucho más. Solo nos miramos. La beso despacio, y la noche vuelve a envolvernos como tantas otras veces. Pero esta vez es distinta. Esta vez, algo dentro de mí ha cambiado.
La miro dormida más tarde, envuelta en mis sábanas, y me doy cuenta de algo que nunca quise aceptar antes.
Estoy enamorado de Lia Parker. No es solo deseo, no es solo cariño. Es algo más profundo. Algo que me desarma.
Lo que siento por ella no tiene comparación con lo que creí sentir por mi ex. Lo de antes fue dependencia, ilusión. Lo de ahora… es amor. Real. Vivo. Dolorosamente hermoso.
Ella no solo me gusta. Ella me transforma.
Y por primera vez en mi vida, entiendo lo que es amar de verdad.
No quiero a Lia.
La amo.
Con cada parte de mi ser.
Y ya no tengo miedo de admitirlo.
Editado: 03.08.2025