Narrado por Ethan
No podía seguir callando esto. No después de todo lo que habíamos vivido, de todo lo que me había hecho sentir. Lia merecía saberlo, escuchar de mi boca lo que llevaba semanas gritando mi corazón.
Esa mañana, la invité a desayunar a un pequeño lugar escondido en el centro. Nada ostentoso, solo íntimo, como ella y yo cuando nadie nos mira. Se sentó frente a mí, despeinada por el viento, con los labios aún marcados de su café, y supe que era el momento.
—Lia —dije, tomando sus manos por sobre la mesa—, quiero que escuches esto sin interrupciones. Sé que no soy el hombre más expresivo, y que me cuesta poner en palabras lo que siento… pero contigo es distinto.
Sus ojos se abrieron, atentos, expectantes.
—Te amo —solté, sin rodeos—. No como amé antes, no como creí que era el amor. Esto es nuevo para mí. Tú me haces sentir diferente, completo. Feliz. Me transformas todos los días con tu risa, con tu ternura, con tu valentía.
Ella se quedó muda por un segundo. Su sonrisa apareció poco a poco, como el sol asomándose entre las nubes, y se lanzó a mis brazos justo ahí, en medio del café. No le importó nada. Me besó con tanta fuerza que por poco derribamos las sillas.
—Yo también te amo, Ethan —susurró contra mi oído—. Y no hay nada en este mundo que pueda separarnos. Nada.
Pero el destino tiene una forma retorcida de poner a prueba las promesas más puras.
Esa misma tarde, de regreso en la oficina, la vi. De pie en el vestíbulo de Blacksteel, como si el tiempo no hubiera pasado. Alta, rubia, envuelta en un abrigo carísimo, con esa mirada que creía conocer tan bien.
—Hola, Ethan —dijo con una sonrisa de medio lado—. Me alegra ver que sigues tan irresistible como siempre.
Valerie.
Mi ex.
La mujer que me rompió el corazón. La que me dejó cuando más la necesitaba. La que eligió su ambición antes que nuestra relación. Y ahora… estaba de vuelta.
—¿Qué haces aquí? —le pregunté con frialdad.
—Oh, vamos. ¿Así saludas a la mujer que te hizo el CEO que eres? —respondió, entrando como si le perteneciera el edificio—. Estoy en la ciudad por negocios. Escuché que Blacksteel estaba en auge. Y no pude evitar sentir curiosidad por cómo le iba al hombre que dejé.
—Te dejaste tú sola —repliqué—. Y no necesito tu curiosidad.
—Quizá no. Pero me pregunté si… tal vez… aún hay algo entre nosotros.
Me reí. Seca y claramente.
—No hay absolutamente nada.
—¿Seguro? —preguntó, bajando la voz—. Porque si algo sé, es que nadie te conoce como yo. Y también sé que lo que teníamos no se reemplaza fácilmente. Mucho menos por una... secretaria.
Ahí lo supe. No estaba solo de paso. Helena había venido a recuperar lo que creía suyo. A mí. A mis millones. A la vida cómoda que había dejado.
Pero lo que no sabe… es que yo ya no soy ese hombre. Y que mi corazón, mi lealtad y mi futuro… ya le pertenecen a alguien más.
A Lia.
El amor verdadero no se deja seducir por el pasado.
Pero aún así… esto estaba por complicarse.
Y el desafío más grande que enfrentaríamos como pareja… apenas comenzaba.
Editado: 03.08.2025