Narrado por Ethan
No puedo dejar de pensar en lo afortunado que soy. Cada mañana al verla entrar a la oficina con esa sonrisa suya, como si llevara el sol a cuestas, me recuerda lo que es vivir. Lo que es amar.
Desde que Valerie volvió, no he hecho más que asegurarme de que Lia sepa lo que significa para mí. Hemos salido más, hablado más, compartido más. No somos solo una pareja, somos un equipo. Un equipo que está aprendiendo a reír con los tropiezos, a sanar con los silencios y a construir un “nosotros” que se siente tan fuerte como inevitable.
El fin de semana pasado la llevé a un lugar en las afueras de la ciudad. Un lago pequeño y apartado donde nadie nos reconociera. Solo nosotros, una canoa y muchas confesiones entre risas y besos robados. En un momento, con la cabeza apoyada en mi pecho, susurró:
—Contigo me siento en casa.
Y yo, sin dudarlo, supe que ya no quería ninguna otra dirección en el mundo que no fuera ella.
Narrado por Lia
Pero claro… la paz no dura tanto cuando tienes una ex tóxica girando como mosca en una fiesta.
Hoy, saliendo del baño del edificio, Valerie se me cruzó como si me estuviera esperando. Llevaba un vestido ajustado, y esa sonrisa venenosa que ya le conocía.
—Vaya, tú sí que no dejas pasar una comida, ¿no? —soltó con voz melosa.
Me detuve, la miré con calma. Con una calma que seguro le fastidió más que cualquier grito.
—¿Y tú no dejas pasar una oportunidad para mostrar que sigues siendo una insegura? Qué raro que alguien tan “perfecta” como tú tenga que rebajarse a insultar cuerpos ajenos.
Frunció el ceño.
—Solo digo lo que todos ven.
—¿Ah, sí? Pues parece que Ethan no ve lo mismo que tú. Porque cada vez que me mira, no veo juicio. Veo amor. Veo deseo. Veo respeto. Cosas que, por cierto, dudo hayas conocido.
—No te creas especial por tener unos kilitos de más y que alguien te los celebre.
Sonreí con dulzura.
—No me creo especial por eso. Me sé especial por muchas razones: mi carácter, mi sinceridad, mi risa escandalosa, mi forma de amar, mi forma de no dejarme aplastar por mujeres tristes con vestiditos caros y autoestima barata.
Se quedó sin palabras por un momento. Yo, simplemente, di un paso más cerca.
—Tú puedes seguir corriendo tras un pasado que te soltó… mientras yo camino de la mano de un presente que me elige todos los días.
Y sin más, me fui. Sin rabia, sin necesidad de más. Porque hay batallas que se ganan con la espalda recta y el alma intacta.
Y yo… soy invencible cuando me elijo.
Y cuando sé… que también me elige él.
Editado: 03.08.2025