Narrado por Lia
El sonido del monitor del hospital era lo único que escuchaba con claridad mientras el médico me miraba con una sonrisa suave, casi compasiva.
—Lia… estás embarazada.
La frase se me clavó en el pecho como una punzada. No fue miedo, tampoco fue tristeza. Fue sorpresa. Una avalancha de emociones que no tenían un nombre definido. Me llevé la mano al vientre de forma instintiva.
¿Un bebé?
No lo vi venir. No es que me moleste la idea… es solo que no estaba en mis planes. No ahora. No cuando mi relación con Ethan atraviesa una niebla espesa, con dudas sembradas por una mujer empeñada en destruirnos.
Salí del hospital aturdida, caminando sin rumbo fijo, con el sobre de los resultados apretado contra mi pecho. Necesitaba hablar con alguien, pero no sabía con quién.
Fue entonces cuando lo vi.
—¡Sebastián! —grité con sorpresa.
Él giró sobre sus talones, se quitó los lentes de sol y su sonrisa fue como un abrazo cálido.
—¡Lia Parker! ¡Dios mío! ¡Estás igualita! Bueno, no, estás más linda.
Corrimos a abrazarnos. Sebastián fue uno de mis mejores amigos en la universidad. Guapo como un pecado y más gay que una playlist de Cher. Siempre fue un apoyo incondicional, y verlo después de tantos años me hizo sentir algo de alivio.
—Ven, te invito a almorzar. ¡Tenemos años que ponernos al día!
Acepté sin dudar. Fuimos a un pequeño restaurante tranquilo. Hablamos de todo: de nuestras carreras, de su novio actual, de mis cosas, sin entrar aún en el gran elefante en mi estómago.
—¿Y tú y el jefe millonario del que todos hablan? —me preguntó levantando una ceja.
Reí con los ojos llenos de duda.
—Es complicado… más de lo que me gustaría.
—Bueno, tú siempre supiste cómo manejarte. Aunque parezcas un huracán tropical, eres más fuerte de lo que crees.
Cuando terminamos, salimos entre risas. Me tomó por los hombros y como en los viejos tiempos, me dio dos besos en las mejillas. Nos abrazamos fuerte y nos despedimos prometiendo no dejar pasar otros cinco años sin vernos.
No noté que, a unos metros, alguien estaba tomando fotografías.
Narrado por Ethan
Estaba sentado en mi oficina, mirando por la ventana sin ver. Lia había pedido el día libre por temas personales. Yo, con el corazón hecho un nudo, decidí respetar su espacio.
Aunque, para ser sincero, la desconfianza me estaba consumiendo.
No quería dudar de ella.
No quería creer que todo lo que construimos se estaba derrumbando.
Pero mi mente, infectada por las insinuaciones y los rumores que Valerie había sembrado, no dejaba de dar vueltas.
Y entonces… llegaron las fotos.
Un sobre manila sobre mi escritorio. Sin remitente. Lo abrí y vi las imágenes.
Lia… abrazada a un hombre alto, bien vestido. Sonriendo. Muy cerca. Luego dos fotos que, en el ángulo exacto, parecían un beso en los labios.
Mi sangre hirvió.
Me levanté de golpe. Mi silla se fue al suelo. Tiré los papeles de mi escritorio con un manotazo. El florero cayó y se hizo trizas. Tomé el portarretrato con nuestra foto en Central Park y lo estampé contra la pared.
—¡Maldita sea! —rugí.
Mi respiración era pesada. Mis manos temblaban. Sentía que la traición me envolvía otra vez. Que, como Valerie, Lia también me había mentido. Que, otra vez, había entregado mi corazón a quien solo vino a destrozarlo.
La diferencia es que… esta vez dolía más.
Porque con Lia… había creído que sería distinto.
Y eso, eso era lo que más me estaba rompiendo por dentro.
Editado: 03.08.2025