Nuevas curvas para el Ceo

CAPÍTULO 39 — DECISIONES DIFÍCILES

Narrado por Ethan

No dormí bien. Lo admito. Toda la noche estuve pensando en lo que Lia dijo. En cómo me miró. En su voz cuando pronunció esas palabras.

“Estoy embarazada.”

Pero no puedo caer de nuevo. No después de Valerie. No después de haber confiado y haber sido traicionado tantas veces. No puedo arriesgarlo todo por una ilusión.

Las fotos estaban ahí. La forma en que lo abrazaba. La cercanía. El momento. Todo encajaba con la narrativa. ¿Podría ser tan buen actor ese hombre como para fingir eso? ¿Podría Lia mentirme tan bien, con tanto amor en sus ojos?

No lo sé.

Y eso es lo que más me envenena.

La duda.

Cuando Lia entró en la oficina esa mañana, supe que venía a despedirse. Lo vi en sus ojos, en su postura. Estaba más pálida, más frágil… pero igual de decidida.

—Vengo a presentar mi renuncia formal —dijo con firmeza—. No puedo seguir trabajando en un ambiente así. No por mí. Por el bebé.

La palabra “bebé” fue como una piedra directa al pecho. Apreté los dientes.

—Aceptada —respondí, sin mirarla a los ojos.

Ella asintió. Me entregó una hoja con su firma. Luego, sin una palabra más, se giró y salió de mi vida.

O eso pensé.

Narrado por Lia

Caminé hasta mi apartamento sin detenerme. Las lágrimas no brotaban. No esta vez. Estaba vacía. Como si una parte de mí se hubiera apagado en esa oficina.

Mi padre llegó esa tarde. Mamá lo había llamado. Él sabía que no estaba bien.

—¿Puedo hablar contigo un momento, hija? —dijo, con esa voz suave que empezaba a resultarme familiar y tan reconfortante.

Asentí.

Nos sentamos en el sofá. Él me tomó de la mano.

—He estado pensando… Tal vez es hora de alejarte de todo esto. De Nueva York. De ese ambiente. De lo que te hace daño.

Lo miré, sin comprender del todo.

—¿A dónde iría? Mi vida está aquí, papá.

—¿Tu vida está aquí? ¿O lo que queda de ella? —preguntó con amabilidad—. La sede principal de mi empresa está en Washington. Tu madre y yo queremos que vengas con nosotros. A empezar de nuevo. Te apoyaremos. Y tu hijo también. Ya es hora de pensar en ti… y en él.

Me quedé en silencio unos segundos. El peso de esa decisión era más grande de lo que esperaba. Pero en mi interior… sabía que tenía razón.

—Está bien —dije, con voz temblorosa—. Iré con ustedes. Por mi hijo. Por mí.

Papá me abrazó con fuerza. Por primera vez, me sentí arropada. Protegida. No por un jefe. No por una pareja. Por mi familia.

Era momento de reconstruirme.

Y lo haría lejos de todo aquello que me rompió.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.