Narrado por Leo
Siempre me ha gustado observar. Mami dice que soy el más tranquilo, pero en realidad es porque me gusta pensar antes de hablar. Ian y yo somos gemelos, pero él es más inquieto, más alocado. Yo prefiero mirar, escuchar... y recordar.
Nuestra vida ha sido divertida. Mami juega mucho con nosotros, nos lee cuentos, cocina las mejores galletas del mundo y canta cuando cree que no la escuchamos. Me gusta cómo su voz se convierte en canción cuando cocina. Mami es magia.
Pero hace poco todo cambió. Un hombre llegó. Alto, con ojos como los míos. Ian dice que también tiene su cabello. Cuando lo vimos por primera vez, fue como mirarse en un espejo extraño. Se parecía tanto a nosotros, y nos miraba como si ya nos conociera desde antes.
Ese hombre es nuestro papá.
Nos sentamos con él una tarde. Le preguntamos cosas. Muchas. Pero la más importante fue:
—¿Por qué ya no estás con mami? ¿La dejaste de querer?
Vi cómo su cara cambió. Tristeza. Culpa. Y algo más… algo que no conocía pero que dolía solo de mirar.
—No —dijo, bajando la voz—. Nunca la dejé de querer. De hecho… todavía la amo. Estar con ella es lo que más quiero. Pero cometí errores. La lastimé. Por eso ya no estamos juntos.
No me gustó esa respuesta. Mami es buena. Mami no merece que nadie la lastime.
Ian le cruzó los brazos y frunció el ceño como cuando está molesto:
—No queremos que mami esté con otra persona… pero tú tampoco puedes lastimarla.
Papá bajó la cabeza. Dijo que lo entendía. Que estaba arrepentido. Y que iba a hacer todo lo posible para que mami lo perdonara.
Yo no sé si puede. Pero vi algo en sus ojos… algo que decía que hablaba en serio. Aún así… nadie se merece a mami. Es nuestra. Solo nuestra.
Narrado por Lía
Ha pasado un tiempo desde que Ethan conoció a nuestros hijos. Desde entonces, está en Washington. Viene seguido, trabaja desde aquí. Y se ha vuelto cada vez más cercano a los niños.
Eso me agrada. Así tiene que ser. Mis hijos lo merecen.
Lo curioso es que últimamente noto algo extraño. Entre los tres hay un secreto. Se miran, susurran, se ríen… pero cuando yo me acerco, se callan y fingen no hablar de nada.
Y luego me miran. Con esos ojos de complicidad, como si esperaran que algo ocurriera. Me siento como en medio de una misión secreta de la que no me han informado.
¿Qué estarán tramando estos tres? Porque conociendo a mis hijos… y ahora también a su padre… estoy segura de que hay un plan en camino.
Editado: 03.08.2025