Nuevas curvas para el Ceo

CAPÍTULO 72 — VOLVER A RESPIRAR

Narrado por Ethan

No sé cuántas veces había soñado con este momento. Había imaginado mil veces cómo sería verla abrir los ojos, cómo sonaría su voz, cómo se sentiría sostener su mano y saber que estaba de vuelta. Pero nada, absolutamente nada, se comparaba con lo que sentí cuando Lía me miró y sus labios formaron mi nombre.

Fue como volver a respirar después de haber estado ahogándome durante días.

Su voz era débil, su piel aún fría, pero estaba viva. Y eso era todo lo que importaba. Tenía ganas de gritar, de llorar, de reír, todo al mismo tiempo. Me incliné para besar su frente, sintiendo el leve temblor de su respiración, como una llama encendiendo nuevamente la esperanza en mi pecho.

—Te amo, Lía. No sabes lo mucho que recé por este momento —le susurré, con la frente apoyada en la suya.

Me preguntó por los niños, y cuando le dije que estaban bien, que Leo estaba a salvo gracias a ella, sus ojos se llenaron de lágrimas. Fue en ese instante que entendí el tipo de mujer que tenía a mi lado. Ya lo sabía, claro que lo sabía, pero verlo con mis propios ojos… verla despertar solo para preguntar por sus hijos antes que por sí misma, me rompió y me sanó al mismo tiempo.

Mientras volvía a quedarse dormida, le prometí algo. Le dije que no volvería a pasar un solo día sin protegerla, sin amarla como ella se merece. Porque no pienso fallarle nunca más. Me senté junto a su cama, tomándola de la mano con la delicadeza que uno tiene al tocar algo irremplazable. La observé hasta que volvió a quedar completamente dormida, con una expresión más tranquila en el rostro.

Cuando salió el médico, su rostro reflejaba un leve alivio.

—Se mantiene estable. Su evolución en las próximas horas será clave —nos dijo—. El que haya despertado es una excelente señal. Tiene fracturas y contusiones, pero lo más delicado era la inflamación cerebral. Parece estar cediendo.

Apenas asentí. No podía hablar sin quebrarme. Anette se acercó y me abrazó con fuerza. No dijo nada, solo estuvo ahí. Ella había sido un apoyo incalculable durante todo esto, y se lo agradecería siempre.

Fui a ver a mis hijos. Al contarles que su mamá había despertado, ambos rompieron a llorar. Los abracé fuerte, jurándome a mí mismo que esta sería la última vez que el miedo los tocaría así. Leo no soltaba mi camisa, y Ian no paraba de hacer preguntas. Sus caritas reflejaban todo lo que yo había sentido los últimos días: incertidumbre, temor, angustia. Les prometí que todo estaría bien, aun cuando yo mismo no tenía certeza de nada. Pero ahora más que nunca tenía que ser fuerte por ellos, por ella.

Horas después, recibí una llamada del oficial encargado del caso. Valerie había salido del país. Se había esfumado sin dejar rastro. Dejando atrás solo la mentira del supuesto robo de su auto.

—Sabía que no se quedaría a enfrentar las consecuencias —murmuré, apretando el celular con tanta fuerza que los nudillos se me pusieron blancos—. Pero la voy a encontrar. Se los juro por lo que más amo.

Porque esto no termina aquí.

No después de lo que le hizo a Mi mujer.

No después de lo que le hizo a mi familia.




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