Narrado por Lía
Volver a casa fue como entrar en un lugar nuevo con recuerdos viejos. Todo estaba donde debía, pero nada se sentía igual. Caminé lentamente por el pasillo, apoyándome en Ethan, respirando ese aroma familiar de hogar, de sábanas limpias, de café por las mañanas... pero también de miedo escondido en las esquinas. Sabía que estaba a salvo, pero mi mente seguía alerta, atrapada en esa fracción de segundo en la que todo cambió.
Los niños estaban eufóricos. Leo no se despegaba de mí, y aunque Ian intentaba comportarse como un "niño grande", sus ojos me miraban cada tanto, como si necesitara asegurarse de que no iba a desaparecer otra vez. Me senté con ellos en el sofá, los abracé fuerte, y quise quedarme ahí para siempre.
Anette preparó la cena esa noche. Mis padres no se fueron hasta entrada la madrugada. Me cuidaban como si fuera de cristal, y aunque agradecía su amor, también necesitaba recuperar algo de control. Algo de mi antigua yo.
Pero ya no era la misma.
Ethan lo notó. Lo noto en sus ojos cada vez que me observaba en silencio, como si quisiera cargar con todo lo que siento. Y, en parte, lo hace. No hay un solo día en el que no me tome de la mano, no me susurre que me ama, no me recuerde que estoy viva, y que eso basta. A veces, cuando me despierto de madrugada sudando frío, lo encuentro velando mi sueño. Otras veces es él quien se despierta sobresaltado, murmurando el nombre de Valerie con rabia contenida.
Ambos estamos marcados. Pero juntos, somos menos frágiles.
Me contó que Valerie está desaparecida. Que se fugó con una identidad falsa y nadie sabe dónde está. Me lo dijo despacio, como si intentara suavizar la gravedad de esas palabras. Pero yo lo supe en el momento en que vi su mirada. Esa mujer sigue libre. Y eso, por más paz que quiera construir, no puedo ignorarlo.
—¿Tienes miedo? —me preguntó una noche mientras le acariciaba el pecho, acostada a su lado.
—Sí —le respondí sin dudar—. Pero no voy a dejar que me robe mi vida. No otra vez.
Y lo dije en serio.
Mi cuerpo duele todavía. Hay días en los que caminar se siente como subir una montaña. Pero cada paso que doy dentro de esta casa, cada risa que escucho de mis hijos, cada beso que me da Ethan… es una victoria.
No puedo controlar lo que Valerie haga o deje de hacer. Pero sí puedo elegir cómo vivo lo que me queda.
Y esta vez, pienso vivirlo intensamente.
Con mis raíces firmes.
Con mi familia cerca.
Con el amor como escudo.
Y con la promesa de que, si ella vuelve a aparecer… no me encontrará rota.
Me encontrará lista.
Editado: 03.08.2025