Nuevas curvas para el Ceo

CAPÍTULO 76 — LA VERDAD SALE A LA LUZ

Narrado por Ethan

Ha pasado ya un tiempo desde que Lía salió del hospital y volvió al trabajo. Al principio pensé que iba a tomarse las cosas con calma, que se daría un respiro antes de lanzarse de nuevo al torbellino que era su vida laboral. Pero estaba equivocado. Lía no es de las que se queda quieta, y aunque tanto sus padres como yo intentamos convencerla de que descansara un poco más, no hubo poder humano que la detuviera.

Desde su regreso, ha estado más enfocada que nunca. Pero también más distante en ciertos momentos. No en el sentido emocional—porque nuestro vínculo, después de todo lo que hemos pasado, está más fuerte que nunca—sino en lo que se refiere a lo que hace cuando se queda trabajando hasta tarde. Varias noches la he visto frente a su computadora, leyendo, investigando, haciendo llamadas. Le he preguntado, claro que lo he hecho, pero siempre me responde con un simple: "Pronto lo sabrás, Ethan".

No es que desconfíe de ella. Jamás. Pero algo en su mirada me dice que lo que está haciendo es grande. Importante. Y probablemente peligroso.

Hoy, estaba en la oficina revisando un informe cuando la puerta se abrió sin previo aviso. Lía entró con una expresión que no había visto en mucho tiempo. Determinación pura. El mismo brillo feroz que vi en sus ojos la primera vez que enfrentó a Valerie, cuando defendió a nuestra familia de todos los ataques encubiertos.

Se acercó a mi escritorio, cerró mi portátil sin siquiera pedirme permiso y se sentó frente a mí, mirándome directo a los ojos.

—La encontré —dijo con voz firme.

—¿A quién? —pregunté, aunque en el fondo, ya sabía la respuesta.

—A Valerie. Sé dónde está escondida.

Me quedé en silencio por un momento. Sentí cómo la sangre me subía al rostro, el corazón acelerado. Todo el aire en la habitación pareció desaparecer por unos segundos.

—¿Estás segura? —fue lo único que pude decir.

Ella asintió.

—Tengo pruebas. Contactos. Hay una red que la ha estado moviendo entre países desde que salió del nuestro. Usó identidades falsas, pero gracias a un descuido, pude rastrear una transacción en Letonia con uno de los nombres que usó cuando trabajaba en mi antigua firma. Todo encaja. Está allá, y no se está escondiendo... al menos no del todo. Vive como si nada hubiera pasado.

La rabia me invadió. ¿Cómo podía esa mujer seguir libre? ¿Cómo podía dormir tranquila sabiendo lo que hizo?

—¿Qué vas a hacer? —le pregunté, aunque sabía que Lía ya tenía todo planeado.

—Voy a ir por ella —respondió sin titubeos—. No para vengarme. No para hacer justicia por mano propia. Voy a exponerla. A entregarla a las autoridades con cada prueba que he reunido. Porque esta vez, Valerie no se va a escapar.

Me levanté y me acerqué a ella, tomándola de las manos.

—No vas sola —le dije con firmeza—. Vamos juntos. Esto lo enfrentamos como todo lo demás: como una familia.

Ella asintió, con lágrimas contenidas en los ojos. Había llegado el momento de cerrar ese capítulo oscuro de nuestras vidas.

Y esta vez, no íbamos a fallar.




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