Nuevas curvas para el Ceo

EPÍLOGO — UNA VIDA LLENA DE AMOR

Narrado por Ethan

Los años han pasado volando. A veces me despierto por las mañanas, miro a mi alrededor y me cuesta creer lo lejos que hemos llegado. Leo e Ian ya están en la universidad. Dos hombres buenos, nobles, protectores, con esa mezcla perfecta de rebeldía y ternura que heredaron de su madre.

Y Elena… mi pequeña Elena, ya no es tan pequeña. Hoy cumplió quince años. Quince. Y aún siento que fue ayer cuando la tenía en mis brazos por primera vez, con esos ojos grandes y curiosos que parecían querer entender el mundo de un solo vistazo.

Hoy la vi con su vestido, peinada como una princesa, sonriendo al entrar al salón decorado para su fiesta. Y sí… lo admito, lloré. Lía me tomó la mano y me sonrió como hace tantos años, como cuando todo esto comenzó. Y entonces, supe que había hecho bien. Que protegerlos, cuidarlos, luchar por ellos, valió cada segundo.

—¿Estás llorando otra vez? —me dijo Elena al oído mientras bailábamos el vals.

—Claro que sí —le respondí—. Eres mi princesa. Y hoy bailo contigo como si fuera la última vez que te tengo así de cerca, antes de que salgas a comerte el mundo.

Ella me abrazó fuerte y luego me besó la mejilla. Me susurró algo que guardé en el corazón:

—Gracias por siempre cuidarnos, papi.

Narrado por Lía

Ver a Ethan bailar con nuestra hija fue uno de esos momentos que se graban en el alma. Supe desde hace mucho que él sería el mejor padre del mundo, pero nunca imaginé cuánto amor podía caber en esta familia.

Ver a nuestros hijos reír, abrazarse, cuidarse entre ellos… fue el mejor final para una historia que tuvo momentos duros, sí, pero también los más hermosos que se pueden vivir.

Yo, que alguna vez pensé que no sobreviviría a tanto dolor, ahora veo la vida como un regalo. Un milagro diario.

La fiesta siguió entre luces y música, risas y anécdotas. Los gemelos bromeaban como siempre, y Elena no dejaba de bailar. Ethan me tomó la mano mientras nos alejábamos un poco del bullicio y me dijo:

—¿Sabes? Creo que lo logramos.

—¿El qué?

—La felicidad. Esa que parecía tan lejana hace años… está aquí. La tenemos.

Le sonreí, sintiendo que el corazón se me llenaba por completo.

Y sí, lo logramos. Con amor, con lucha, con fe.

Hoy somos una familia completa, feliz… y eterna.




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