*****Reino De Swordland*****
*****En La Noche*****
*****Cinco Días Después De La Resurrección Del Señor Oscuro*****
En el comedor real se encontraban cenando toda la familia, una mesa amplia con seis grandes sillas y una mesa llena de buena y abundante comida, esa era una costumbre tan común desde que el rey tuvo a sus hijos, parecía que en esos momentos no estaban ante una inminente amenaza, incluso en la cara de Quinto parecía que había olvidado tan terrible noticia, esa misma que le hacía alejarse de su familia. La cena poco a poco se acercaba a su fin haciendo que cada uno de sus hijos mayores se levantarán y se marcharan a sus habitaciones, tenían que prepararse para el gran día, ahora en la mesa quedaban Quinto y la reina Eira, junto con Benett el menor de los hijos quien jugaba alrededor del comedor -¿Estás seguro de esto Brayton?- pregunto la reina rompiendo la fantasía del momento -no, no lo estoy, pero si esto me da la oportunidad de que ustedes vivan tengo que dejarlos ir- dijo Quinto -deberias decirles la verdad, estoy segura que lo comprenderán- dijo Eira tomando la mano de su esposo -no, si les cuento la verdad harán lo mismo que nosotros en nuestra juventud, se quedarán a pelear- dijo Quinto -¿Y eso está mal?- pregunto la reina -claro que no, nuestros hijos tienen un espíritu combativo más fuerte del que yo tuve, pero aún son muy jóvenes- dijo Quinto -si esa es tu decisión, está bien, yo haré lo que este en mis manos por regresar lo más pronto que pueda con soldados para ayudarte- dijo Eira pero en los ojos de Quinto había otro idea -Eira no quiero que regreses, tu serás la encargada de apoyar a Andlang y demás reinos en la guerra que se avecina, Gerd tiene que cumplir con el tratado y apoyar a nuestro reino y a los del subterráneo- dijo Quinto -¿Y porque mandas a nuestros hijos hacia el Norte, no es de ahí donde viene la amenaza?- pregunto la reina -tengo esperanza de que Greengar este aún con vida y los ayude, durante muchos años hablamos de lo que haríamos si llegaba a suceder esto, Greengar se encargará de entrenarlos y buscar al que posiblemente sea el hijo de la Profecía- dijo el rey -¿Cuál de las dos Profecías?- dijo Eira -es solo una teoría lo que dices, pero si Dios quiere que sea la de nuestro rey Segundo- dijo Quinto y la reina se limito a levantarse de la mesa y salir de la habitación llevándose a Benett, si iba a pasar mucho tiempo antes de ver a sus hijos otra vez, por lo menos iría a despedirse de ellos.
Mendo caminaba por su habitación un poco ansioso, en su mano había una copa de vino que tomaba a tragos pequeños y meneaba constantemente hasta que tocaron su puerta, Mendo abrió su puerta y con voz seductora dijo -hola cariño, disculpa si no pude atenderte en la tarde, es que tenía un compromiso...- la cara de Mendo se sonrojo, frente a él no estaba la persona a quien esperaba, frente a él estaba su madre y su pequeño hermano -¿Se puede saber a quien esperas?- pregunto la Reina mientras veía a su hijo con seriedad -Buenas noches madre, disculpe lo que dije, no es nada- dijo Mendo nervioso evitando ver a su madre a los ojos -¡Hola otra vez caballero!- dijo Benett sonriendo y pasando a la habitación de su hermano, Eira vio la copa de vino en la mano de su hijo y este lo noto -es una pequeña copa de vino para los nervios- dijo Mendo aún más nervioso -hijo hoy no vengo a hablar de lo que sea que ibas a hacer hoy en la noche, ¿puedo pasar?- pregunto la reina -por supuesto madre- dijo Mendo y se quitó de la entrada, la reina entro inspecciónando desde la cama con pétalos de rosa, las velas estratégicamente acomodadas, hasta el limitado atuendo de su hijo que consistía en solo su par de pantalones, Eira se sentó en la cama de su hijo mientras Benett jugaba con la armadura de su hermano y Mendo miraba apenado a su madre -hijo mañana sales a tu primera misión con tus hermanos, tu tienes experiencia saliendo del reino y por eso te quería pedir algo, pase lo que pase cuida de tus hermanos, se que entiendes lo caótico que es afuera- dijo la reina mirando a los ojos a su primogénito -claro madre, le prometo que los cuidaré, aunque no creo que deba pedirme eso, solo es ir a un lugar a investigar, nada que no sea haya hecho antes- dijo Mendo un poco sorprendido por la petición de su madre -si lo se, pero no está demás ser consiente de lo inesperado de las cosas, por eso prométeme cuidar a Diago y a Alba- dijo Eira y Mendo se acercó a la reina para abrazarla -madre ya no somos unos niños, pero aún así le prometo cuidar a mis hermanos- dijo Mendo -ustedes son lo más importante para nosotros hijo, se que cumplirás tu palabra- dijo la reina y procedió a darle la bendición a su hijo para después levantarse y salir de la habitación -¡Oye chinche, vas a dañar mi armadura!- dijo Mendo llamando la atención de Benett -no caballero, no me iré sin pelear- dijo el pequeño y se abalanzo hacia su hermano, pero en vez de atacarlo lo abrazo -mmmmm, ese no es tan poderoso ataque chinche- dijo Mendo sonriendo -cuando sea grande pelearemos y yo seré el vencedor te lo prometo- dijo Benett y esto hizo que Mendo lo abrazara más fuerte -para eso necesitas comer mucho y entrenar muy fuerte para lograrlo- dijo Mendo -¡yo ya soy fuerte!- grito Benett, la reina los veía y su ser sentía melancolía -deja en paz a tu hermano, es hora de irnos Benett- dijo la reina -hijo ya es tarde deberías dormir, ya no son horas para visitas- dijo la reina a Mendo -te quiero hijo no lo olvides- y Mendo contesto -yo también madre- y Benett alcanzó a su madre -adios caballero- dijo Benett despidiéndose moviendo su mano -adios chinche- contesto Mendo y la puerta de la habitación se cerró.
Diago estaba inmerso en un libro, este era uno de los escritos por Tarot, un libro que hablaba sobre su investigación sobre las almas y su presencia después de la muerte, Diago era un adicto a la literatura de investigación, pues sentía que obtenía más conocimiento así que saliendo con Mendo a sus misiones, su habitación seguía igual de desordenada que en la tarde, pues el orden no era su prioridad cuando tenía un libro nuevo en sus manos, Diago estaba tan perdido en su lectura así como en sus anotaciones que no se percató que su madre había entrado hasta que Benett brinco frente a él gritando -¡DIAGO!- y el joven se levantó de su silla gritando lo que parecían palabras hasta que la reina le tomo los hombros -¿Diago que haces? Te estamos hablando y no respondes- dijo Eira pero Diago se veía molesto -¡Maldita chinche ya te dije que no hagas eso!- dijo Diago a su hermano pero Benett se reía de el -hijo te estoy hablando ¿Que haces?- volvió a preguntar la reina -disculpe madre, estaba leyendo un libro del señor Tarot, es muy interesante su investigación- dijo Diago -disculpe el desorden, quiere sentarse- dijo Diago despejando un espacio para poner su silla y dejar que su madre se sentará -¿Hermanito donde está?- pregunto Benett quien movía los montones de libros, tirandolos y haciendo más grande el desorden -¿Que cosa?- pregunto Diago -el libro que me ibas a regalar- dijo Benett -lo siento chinche no lo encontré- dijo Diago un poco avergonzado, en realidad no lo había buscado y ya había olvidado lo que le había dicho a su hermano -Benett ¿En qué quedamos?- dijo la reina y con una mirada basto para que el pequeño príncipe se tranquilizara y se aventara en un montón de libros sin decir nada -madre ya es tarde para que usted ande con Benett por el castillo- dijo Diago con preocupación -tranquilo hijo, no pasa nada, solo vine a desearte suerte para mañana ¿Cómo te sientes?- dijo Eira -¿Cómo me siento? A qué se refiere madre, no tengo nada que decir al respecto- contesto Diago algo confundido -tu papá me conto cómo reaccionaste en la tarde ¿Tienes miedo verdad?- pregunto la reina aunque ya sabía la respuesta, conocía demasiado bien a sus hijos como para entenderlos solo con la mirada -tal vez, no se, estoy con muchas cosas en mi interior, tal vez solo tengo que hacer lo que diga Quinto- dijo Diago -Diago ya te dije que no te expreses así de tu padre- dijo Eira -lo siento madre, aunque no entiendo que le molesta si el decidió cambiarse el nombre, porque no debería decirle así al gran rey de Swordland- dijo Diago con molestia pero evitando alzarle la voz a su madre -te digo una cosa, me recuerdas mucho a tu padre, cuando era joven tenía esos mismos aires de rebeldía, era él contra el sistema, sin embargo también tenía miedo pero eso no le quitaba que era una buena persona- dijo Eira mirando a su hijo -no es malo tener miedo, eso te mantiene alerta y te prepara para lo que viene- dijo la reina -algo así me dijo Quin... mi padre, aprecio mucho que haya venido a hablar conmigo- dijo Diago ya más tranquilo, la reina miró con ternura a su hijo y acariciando su mejilla dijo -mi pequeño príncipe valiente, verás que todo saldrá bien- y la reina se levantó para darle la bendición a su hijo y un beso en la frente -¡Benett vámonos!- dijo la reina y el pequeño príncipe tomo la mano de su madre -¿Cuando regreses me vas a leer mi libro verdad hermanito?- pregunto Benett -claro chinche, te leeré todos los que quieras- dijo Diago mientras despeinada a su hermano -Descansa hijo, mañana será un gran día- dijo la reina -gracias má usted también descanse- dijo Diago y la reina salió de la habitación dejando a su hijo con su desastre.