Gaby
Nadie me había dicho que la primera sesión iba a ser la más fuerte. Fue así como llego el día martes, mi primera sesión de quimioterapia.
Había trabajado con normalidad durante todo el día, a las cinco y media ya estaba saliendo de la empresa con dirección al hospital, no demoré mucho en llegar, antes de las seis ya me estaban preparando en una cama del hospital para comenzar.
Me ubicaron un catéter en el lado derecho, este se introduce a la vena cava superior (vena grande en el lado superior derecho del corazón). El médico me había indicado que con este catéter iban a administrar líquidos intravenosos, transfusiones de sangre, quimioterapia y otros medicamentos.
Fueron las dos horas más largas de mi vida, me encontraba tranquila, ya me habían dicho con anterioridad que debía estar lo más relajada posible, durante todo el proceso estuvo conmigo una enfermera, teniendo en cuenta mi evolución, dado que era la primera sesión y ya se me había indicado que suele ser la mas dolorosa, porque tú cuerpo recién se está adaptando a un nuevo tratamiento.
Al ser la primera puede ser la más difícil, ya que no sabés qué esperar. Puede que te sientas cansado, mareado o experimentes náuseas, me dijeron.
Pasaron lentamente las dos horas que estaban destinadas para este proceso, luego que terminamos el médico me indicó que debíamos esperar alrededor de una hora, ya que los malestares consecuentes se podrían evidenciar de inmediato. Fue así como después de media hora presenté mareos y vómito, agradecía que en todo momento estuviera una enfermera alado mío, yo era totalmente nueva aquí, así como yo habían muchas personas más, unas mas avanzadas que otras.
Pasaron los días, cada uno más difícil, ya me habían realizado cinco sesiones. A la tercera sesión un día como de costumbre arreglándome en mi habitación, mientras peinaba mi cabello pude notar como se me iba cayendo. Ese día llore como nunca, le reclamé a Dios nuevamente, no había consuelo que calmará todo lo que estaba sintiendo.
Es por ello que tome la decisión de cortar mi cabello, fue así como me dirigí a un salón de belleza, pedí que me cortarán el cabello hasta los hombros, mi cabello siempre había sido largo y era lo que más amaba. Cuando sentí y me pude ver por el espejo, note los primeros trazos que caigan al suelo, con ello lágrimas bajaban como cascada por mi cara.
No había día que le pidiera y suplicará a Dios que no me quite totalmente el cabello, no iba a soportar, sabía que podía utilizar extensiones o pelucas, pero sinceramente no quería de nada ello, solo quería mi cabello. Cada día que me miraba al espejo veía que la Gabriela fuerte y valiente ya no se encontraba, ahora frente a el estaba una mujer cansada, delgada y pálida.
Con los días me fueron apareciendo moretones en el cuerpo, la enfermera que ha estado desde el día uno conmigo ya me había explicado que todos esos síntomas son consecuencias de las quimioterapias y que incluso podían aparecer más. Fue así que de tanto pasar juntas nos hicimos amigas, ella jamás aflojaba mi mano mientras me aplicaban la quimio, fue mi consuelo muchas veces, también ella sabía que nadie tenía conocimiento de aquello.
Ese día tuve que estar presente en una junta en la empresa, pude notar que desde el momento que ingresé varios pares de ojos cayeron sobre mi, uno más penetrantes que otros, sabía que la mirada era de mi esposo. Pocas veces nos veíamos sea en casa o en la empresa y hoy había llegado el día, sabía que seguramente muchos se preguntarán del porque de mis cambios físicos, pero seguro que todos pensarían que yo había decidido cambiar de look.