Nuevo Amanecer: Noches de Masacres

Nuevo Amanecer: Noches de Masacres capitulo 2

Nuevo Amanecer: Noches de Masacres

Capítulo 2: El taller de Jessica

Kael caminaba de regreso a su cabaña, con la imagen de los extranjeros grabada en su mente. La sonrisa amable de Sarah, la mirada curiosa de Emily, la actitud distante de Mark y Jessica... Algo no encajaba. Un escalofrío recorrió su espalda. No era superstición, ni paranoia. Era una sensación visceral, una certeza oscura que le decía que la llegada de esas personas traería consigo un peligro inminente.

Al llegar a su cabaña, Kael encendió el fuego en la chimenea y se sentó en su viejo sillón de cuero. La luz danzante de las llamas proyectaba sombras inquietantes sobre las paredes de madera. Intentó concentrarse en sus tareas cotidianas, pero la inquietud lo carcomía por dentro.

La noche cayó sobre Nuevo Amanecer, envolviendo el pueblo en una oscuridad profunda. La nieve seguía cayendo, creando un manto blanco y silencioso sobre el paisaje. Kael se asomó a la ventana, observando la quietud del bosque. A pesar de la distancia, podía divisar las luces tenues que provenían del pueblo.

A la mañana siguiente, Kael se dio cuenta de que sus ovejas tenían una cantidad inusualmente grande de lana. Decidió que era un buen momento para esquilarlas y vender la lana en el pueblo. Tras realizar el trabajo, cargó los sacos de lana en su carreta y emprendió el camino hacia Nuevo Amanecer.

Al llegar al pueblo, se dirigió al taller de Jessica, la principal sastre de Nuevo Amanecer. Jessica era una joven amable y habilidosa, conocida por su talento para transformar la lana en hermosas prendas de vestir.

Kael estacionó su carreta frente al taller y entró. Jessica lo recibió con una sonrisa.

-¡Kael! -exclamó Jessica-. ¡Qué bueno verte! ¿Qué te trae por aquí?

-Vengo a venderte lana -respondió Kael-. Mis ovejas han producido una gran cantidad este año.

-¡Excelente! -dijo Jessica-. Siempre necesito lana de buena calidad. Pasa, por favor, y veamos qué tienes.

Kael descargó los sacos de lana y los llevó al interior del taller. Jessica examinó la lana con atención, palpando su suavidad y comprobando su calidad.

-¡Esta lana es magnífica! -exclamó Jessica-. Te daré un buen precio por ella.

Mientras Jessica pesaba la lana y calculaba el precio, Kael observó el taller con curiosidad. Le gustaba el ambiente tranquilo y acogedor que se respiraba allí.

De repente, un grito desgarrador rompió la tranquilidad del momento. El grito provenía del exterior.

-¡Mis cerdos! ¡Mis cerdos! -gritaba una voz desesperada.

Kael y Jessica salieron corriendo del taller y se encontraron con Joel, el granjero, que corría por la calle con el rostro desencajado.

-¡Mis cerdos! -gritaba Joel-. ¡Alguien... o algo... los ha matado!

Los habitantes del pueblo comenzaron a salir de sus casas y se arremolinaron alrededor de Joel. El miedo se apoderó de sus corazones.

Kael miró a Jessica con preocupación. Sabía que algo terrible estaba sucediendo en Nuevo Amanecer.




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