Mi viaje anterior estuvo repleto de muchos elementos. Lugares, personas, momentos, todo lo que puede ser tocado por el ciclo de luz y sombras, aquel ciclo que los astros mayores han pintado en el cielo durante milenios, ofreciendo maravillosos paisajes. Aún los almaceno en mi mente, mientras reposo en el exterior de mi barca, y sostengo mis pergaminos. Mis preciados papeles se han encargado de registrar todo lo que he presenciado y visitado, desde bosques misteriosos hasta majestuosos reinos, mas no es suficiente, aún ansío conocer más mundos, y escribir más historias.
Mientras el viento y el oleaje me impulsan, el deseo de llegar a tierra firme regocija mi espíritu, en especial al ver cómo el horizonte desenmascara un nuevo terreno, uno envuelto en misterio y belleza. Desde el vivo verde de su vegetación, hasta las luces de una que otra vivienda le dan un toque especial, mas debe haber algo más allá de esa bonita fachada.
Si me esperan más experiencias y anhelos, estoy dispuesto a poner un pie en ese sitio. Después de todo, la iniciativa es la clave para iniciar toda aventura, y la experiencia ayuda a decidir qué hacer. Aunque he aprendido bastante, necesito entender mucho más, y de verdad espero que este mundo no deje de ofrecer esa luz inspiradora, aquella que ha servido como faro para nuestro paso en este mar de incerteza.
Ya estoy preparando mis pergaminos, la tinta que me queda, y mis sentidos en completa actividad, ansiando aprender y almacenar lo que de hallar y conocer en aquel trozo de tierra, en el nuevo horizonte.