Nuevo Miembro En La Tripulación - Terminada

Capítulo 12

El aire se volvió más pesado de repente. Algo en el ambiente cambió. Un escalofrío recorrió mi espalda antes incluso de darme cuenta de lo que estaba pasando.

El sonido de pasos resonó en la calle empedrada, seguidos por una risa baja y burlona que hizo que mi cuerpo se tensara. Esa voz... la reconocí al instante.

—Qué escena más conmovedora...

Mi sangre se heló.

Giré la cabeza lentamente y ahí estaba ella.

Mi madrastra.

Vestía su usual atuendo elegante, con aquel abrigo oscuro que siempre le hacía parecer más imponente de lo que realmente era. Su cabello recogido en un moño impecable y su expresión fría no habían cambiado en absoluto. Pero esta vez, no estaba sola. A su alrededor, varias figuras la escoltaban, algunas de ellas con miradas crueles y sonrisas torcidas.

El miedo se apoderó de mí, pero lo que dijo a continuación me hizo olvidar el miedo y sentir puro odio.

—Mira lo que tenemos aquí... la pobre niña Miyu, todavía creyendo que tiene alguna oportunidad.

Apreté los puños.

—¿Qué estás haciendo aquí? —logré preguntar, aunque mi voz no tenía la firmeza que quería.

Mi madrastra arqueó una ceja y dejó escapar una risa despectiva.

—¿Qué estoy haciendo aquí? Debería ser yo quien pregunte qué haces tú aún viva.

Mis músculos se tensaron. A mi lado, sentí que Zoro y el rubio también se pusieron en guardia, listos para cualquier movimiento sospechoso.

—¿Sabes, Miyu? —continuó ella con un tono despreocupado—. Desde el principio, tú siempre fuiste un problema. Tu existencia misma era una molestia... y lo que hiciste al obtener ese poder solo lo confirmó.

Mi corazón latía con fuerza, como si intentara escapar de mi pecho.

—No tenías control, eras peligrosa. ¿Qué creías que iba a pasar? ¿Que te dejaríamos vivir libremente con semejante amenaza en tu interior?

Quería gritarle. Quería decirle que ella nunca tuvo derecho a decidir sobre mi vida. Pero las palabras no salían.

—Y ahora que estos piratas han aparecido, ¿de verdad crees que están de tu lado? —ladeó la cabeza con una sonrisa cruel—. ¿Qué crees que harán cuando vean que no puedes controlar ese poder?

Luffy dio un paso adelante, con el ceño fruncido.

—No hables como si supieras algo sobre nosotros.

Ella soltó una risita.

—Oh, niño ingenuo... No es difícil ver la verdad. No importa lo que digas, tarde o temprano se darán cuenta de que Miyu es más un peligro que una aliada. Y cuando eso pase, la abandonarán. Como todos lo han hecho antes.

Sus palabras dolieron más de lo que deberían.

No. No debo creerle.

El rubio encendió un cigarro con calma, pero sus ojos estaban llenos de furia contenida.

—Tienes una lengua demasiado afilada para alguien que está a punto de perder esta pelea —murmuró con desdén.

Pero entonces, algo cambió en su expresión. Su mirada se endureció y chasqueó la lengua.

—Tch... nos metieron en una trampa.

No entendí a qué se refería hasta que lo vi. A sus espaldas, dos figuras emergieron de entre las sombras.

No...Mis pulmones dejaron de funcionar por un instante. No podía ser. Ellos deberían estar muertos, pero ahí estaban.

Las réplicas de Luffy y Zoro se alzaron con una sonrisa torcida.

—¿Nos extrañaron? —preguntó el falso Luffy con un tono burlón.

La imagen de sus ataques, de su violencia implacable, de la manera en que casi me asesinaron, se reprodujo en mi mente como una pesadilla. Eso quiere decir que los rufianes también estaban en la casa cuando los dobles me atacaron...y yo que creí que dormiría tranquila ya que la casa parecía estar vacía.

Di un paso atrás sin poder evitarlo.

—¿Cómo es posible...? —susurré.

Mi madrastra rió con satisfacción.

—¿Acaso creíste que desaparecerían tan fácilmente? —se giró levemente hacia un hombre que estaba a su lado, uno de sus aliados—. Todo esto es gracias a él.

El hombre en cuestión dio un paso adelante y sonrió con arrogancia.

—Mi Fruta del Diablo me permite crear réplicas exactas de cualquier persona, conservando incluso sus habilidades de combate. No son ilusiones. Son reales.

Sentí que el suelo bajo mis pies temblaba.

No...

Todo este tiempo, los verdaderos Luffy y Zoro nunca me atacaron. Todo fue un engaño.

Mis manos temblaron. ¿Qué había hecho?

—Ahora, se asegurarán de terminar lo que comenzaron —dijo mi madrastra con un tono de absoluta confianza.

Los dobles no esperaron más. Se lanzaron al ataque con la misma velocidad letal que recordaba.

—¡Cuidado! —gritó el reno.

El verdadero Zoro se movió de inmediato, desenvainando sus espadas y bloqueando el golpe de su copia con un estruendo metálico. El rubio desapareció de mi vista en un instante y reapareció con una patada que hizo retroceder al falso Luffy.

Todo se volvió un caos en segundos. Los piratas estaban en guardia, listos para luchar contra aquellos enemigos que parecían conocer cada uno de sus movimientos.

Luffy frunció el ceño y apretó los puños.

—Nos encargaremos de esto rápido.

La pelea estalló.

La pelirroja y el de nariz alargada se mantuvieron a la retaguardia, lanzando ataques estratégicos mientras el rubio y Zoro combatían cuerpo a cuerpo. El reno también se unió a la lucha, transformándose para hacer frente a los aliados de mi madrastra.

Pero yo...Yo no podía moverme. Mi mente seguía atrapada en el hecho de que los verdaderos Luffy y Zoro nunca me habían hecho daño.

Había sido engañada.

—Miyu —una voz me sacó de mis pensamientos.

Levanté la mirada y vi a Luffy frente a mí, con su expresión seria pero tranquila.

—No dejes que te manipule. No dejes que gane.

Mi madrastra se rio al escuchar sus palabras.

—¿Y qué puede hacer ella? No puede controlar su poder, es débil. Ni siquiera puede protegerse a sí misma.

Algo dentro de mí ardió.

No.

No voy a dejar que ella tenga razón. Respiré hondo y di un paso adelante, con la determinación quemando en mi interior.




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