Nuevo Miembro En La Tripulación - Terminada

Capítulo 32

Dejé la ventana detrás de mí con un sonido seco, dejándome en la oscuridad de la noche con el corazón latiéndome con fuerza. La conversación con el anciano me había dejado más preguntas que respuestas, pero al menos ahora sabía algo más, tenía una dirección, un camino por el cual empezar a buscar la verdad.

Respiré hondo y me ajusté la capa, preparándome para volver al barco sin que nadie me descubriera. Pero entonces, lo sentí.

Esa sensación de ser observada.

Un escalofrío recorrió mi espalda cuando alcé la mirada y lo vi.

Zoro estaba allí, de pie a unos metros de la casa, con los brazos cruzados y la sombra de la noche envolviéndolo. Su expresión era dura, sus ojos oscuros reflejaban una mezcla de furia y rabia.

Mi cuerpo se tensó.

No tenía escapatoria.

—¿Disfrutaste de tu paseo nocturno? —preguntó con voz baja, pero cargada de irritación.

Tragué saliva. Su tono no era el habitual, tenía un filo peligroso que me hizo estremecer. No se movía, pero su presencia era imponente, como si el peso de su enfado llenara el espacio entre nosotros.

—Zoro, yo... —intenté hablar, pero mi voz sonó más débil de lo que esperaba.

—¿Qué demonios estabas pensando? —me interrumpió, su ceño fruncido aún más marcado—. ¿Escaparte en plena noche? ¿Sola?

Bajé la mirada por un instante, sintiendo el peso de su reproche.

—Tenía que hacerlo... —murmuré.

Zoro bufó, sacudiendo la cabeza con incredulidad.

—¿Tenías que hacerlo? —repitió con ironía—. ¿Así llamas a meterte en una casa abandonada, en medio de un pueblo desconocido, sin decírselo a nadie?

Apreté los labios, sintiendo la frustración crecer en mi interior.

—No podía —solté, mirándolo con determinación.

—¡Eso es una estupidez! —su voz se elevó apenas un poco, pero el impacto fue suficiente para que mi corazón diera un vuelco.

Nunca lo había visto así.

Retrocedí un paso, instintivamente. No porque creyera que me haría daño, sino porque la intensidad de su mirada me paralizaba.

Zoro notó mi reacción y su mandíbula se tensó. Su respiración era profunda, como si intentara contener su enfado.

—No se trata solo de ti, Miyu —dijo con más calma, pero aún con firmeza—. ¿No confías en nosotros?

Sentí algo en mi pecho apretarse.

—No es eso...

—Entonces, ¿por qué actúas como si estuvieras sola?

Mi garganta se cerró.

No sabía cómo responderle.

Zoro avanzó un paso, acortando la distancia entre nosotros.

—Todos hemos estado juntos desde hace tiempo ¿De verdad crees que no podríamos haberte ayudado con lo que sea que estás buscando?

Abrí la boca, pero ninguna palabra salió.

No quería decirle que tenía miedo. Miedo de que, si les contaba todo, de alguna forma eso los pusiera en peligro. Miedo de que se rieran de mi desesperación o que simplemente no entendieran por qué esto era tan importante para mí.

Pero la forma en la que Zoro me miraba, como si realmente le doliera mi falta de confianza en ellos, hizo que una culpa amarga me invadiera.

—No quise preocuparos... —susurré.

Zoro suspiró pesadamente, pasándose una mano por el cabello con frustración.

—Eso es exactamente lo que hiciste —murmuró—. ¿Tienes idea de lo que hubiera pasado si algo salía mal? Si alguien te veía entrar a esa casa y te sigue, si te metías en un problema que no pudieras manejar, o si alguna persona te hiciera daño...

Apreté los puños.

—Puedo manejarme sola.

Zoro chasqueó la lengua con fastidio.

—No, no puedes.

Nos quedamos en silencio.

El viento sopló suavemente entre nosotros, haciendo que las sombras de la noche se movieran a nuestro alrededor.

Zoro me observó por un largo momento y luego, su expresión se suavizó apenas.

—Miyu... —su voz ya no sonaba tan dura, aunque seguía habiendo firmeza en ella—. Si algo es importante para ti, también es importante para mi.

Mi pecho se llenó con una mezcla de emociones confusas.

Nunca había sido buena compartiendo mis preocupaciones con los demás, por razones obvias. Estaba acostumbrada a enfrentar mis problemas sola. Pero Zoro tenía razón. Ahora no estaba sola.

Finalmente, él suspiró y desvió la mirada hacia el pueblo silencioso.

—Vámonos.

No hubo más discusiones.

Zoro simplemente comenzó a caminar, dándome la oportunidad de seguirlo sin necesidad de decir nada más.

Lo hice.

Cada paso de regreso al barco sentía el peso del papel escondido en mi ropa. El anciano no me había dado todas las respuestas que quería, pero me había dado algo que no podía ignorar.

Y aunque Zoro estaba molesto, sabía que, al final, su enfado venía de la preocupación.

Cuando llegamos al barco, él se detuvo antes de subir y me miró de reojo.

—Prométeme que la próxima vez me dirás lo que pasa.

No respondí de inmediato.

No porque no quisiera prometerlo... sino porque aún no estaba segura de si podría hacerlo.

Pero después de todo lo que pasó esta noche, después de ver la forma en que se preocupó por mí, supe que debía intentarlo.

Asentí.

—Lo intentaré.

Zoro suspiró y finalmente subió al barco sin decir más.

Yo lo seguí.

Y aunque el aire de la noche aún estaba fresco, por primera vez en mucho tiempo, sentí un poco de calidez.

¡Hasta aquí el capítulo de hoy!

Espero que lo hayáis disfrutado muchísimo!

Mil gracias por el apoyo~

SPAM:

AUTORA DE: Kaori, la esfera mágica.

EDITORIAL: Ediciones Arcanas.

*Si quieres un ejemplar, háblame por mensaje directo, comentario *

♡¡Hasta pronto!♡




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.