El grupo ya había terminado todo lo que tenía que hacer en la isla y, poco a poco, fueron regresando al punto de reunión acordado cerca del puerto. La ciudad de Velmara seguía tan tranquila como antes, con su brisa fresca y la luz cálida del atardecer bañando los edificios. Parecía un día cualquiera, sin preocupaciones ni problemas.
Pero la ausencia de cuatro miembros de la tripulación empezó a volverse preocupante.
—¿Dónde demonios están? —gruñó Zoro, cruzado de brazos, mientras su mirada recorría las calles en busca de cualquier indicio de Law, Miyu, Robin o Chopper.
—¡Seguro están en la biblioteca todavía! —respondió Usopp, aunque su tono no era tan confiado como de costumbre—. Quizás encontraron algo realmente interesante y se les pasó el tiempo...
—Mmmh... Robin y Chopper tal vez, pero Law no es de quedarse tanto tiempo en un solo lugar —comentó Sanji, sacando un cigarro y encendiéndolo con un chasquido.
—¡Estoy seguro de que volverán pronto! —dijo Luffy con una sonrisa, aunque incluso él empezaba a notar que algo no cuadraba.
Nami revisó su reloj con una expresión seria.
—Hace demasiado tiempo que se fueron. Algo no está bien.
Franky y Brook se miraron entre sí.
—¿Deberíamos ir a buscarlos? —preguntó Franky, con los brazos en jarras.
—¡Definitivamente! ¡No podemos dejar a nuestros amigos atrás! Yo, el grandioso Brook, me ofrezco como voluntario para ir tras ellos. Aunque... ¡oh, cierto, no tengo ojos para buscarlos! Yohohohohoho!
Nami le dio un golpe en la cabeza, ignorando su broma.
Zoro apretó los dientes, su instinto le decía que algo andaba mal, muy mal.
—Voy por ellos.
—Oye, espérate, no vayas solo —intervino Sanji—. Esto no es como cuando te pierdes por idiota.
—¿Qué dijiste, bastardo?
—Mejor dejemos las peleas para después. Primero averigüemos qué pasó con los demás —Nami suspiró—. Vamos a la biblioteca.
Se apresuraron hacia el gran edificio de la cúpula de cristal, pero cuando llegaron, se encontraron con guardias bloqueando la entrada.
—Lo sentimos, la biblioteca cerró más temprano hoy por mantenimiento.
—¿Mantenimiento? —repitió Franky, arqueando una ceja—. ¡Eso es muy sospechoso!
—Miren, si no tienen autorización, no podemos permitirles entrar —insistió el guardia.
Nami frunció el ceño.
—Algo está pasando aquí...
Pero no podían hacer nada en ese momento. No sin llamar demasiado la atención.
Y lo peor era que no sabían que, en esos momentos, sus amigos estaban en grave peligro.
****
Desperté con una sensación de debilidad extrema.
Mi cuerpo pesaba el doble de lo normal, y cada movimiento se sentía como si estuviera arrastrando cadenas invisibles.
Parpadeé varias veces, tratando de enfocar mi vista.
El lugar era un laboratorio amplio, con paredes de metal frío y luces blancas y brillantes que parpadeaban sobre mi. Estaba acostada en una camilla en vertical, con gruesos cables conectados a mis muñecas, tobillos y hasta la cabeza.
Intenté moverme, pero algo me impedía ejercer fuerza.
—K-Kairoseki... —susurró Robin desde su lado derecho con su voz débil.
¿Kairoseki? ¿Qué es eso?Giré la cabeza con dificultad y vi que Robin estaba en una situación similar a la mia.
—El kairoseki debilita a los usuarios de la fruta—respondió Robin como si me hubiera leído la mente.
A mi izquierda, Law estaba con los ojos entrecerrados, respirando con pesadez. Chopper también estaba allí, con una expresión de dolor evidente.
—Tsk... —Law intentó levantar la cabeza, pero el kairoseki lo estaba debilitando demasiado.
Antes de que pudiera procesar más lo que estaba pasando, una puerta metálica se deslizó con un sonido mecánico y pesado. Entró un hombre alto y delgado, con una bata blanca que arrastraba levemente por el suelo. Tenía el cabello entrecano y gafas redondas que reflejaban la luz de la habitación.
—Veo que finalmente habéis despertado—dijo con una voz tranquila, casi amable.
Ante sus palabras, sentí un escalofrío.
—¿Quién demonios eres? —gruñó Law, tratando de ignorar la debilidad en su cuerpo.
El hombre la miró con una leve sonrisa.
—Mi nombre es Dr. Rhovan. Y ustedes... bueno, son mis nuevos sujetos de prueba.
—¿Prueba? —Chopper intentó moverse, pero el kairoseki lo debilitó aún más.
—No se esfuercen. No podrán hacer nada —el doctor caminó lentamente por la habitación, observándonos como si fuéramos simples piezas de un experimento—. Este laboratorio está diseñado para neutralizar cualquier poder de akuma no mi.
Robin frunció el ceño.
—¿Cuál es el propósito de todo esto?
El doctor la observó con interés.
—Verás, en este mundo hay demasiada información. Secretos enterrados, verdades ocultas que nunca deberían ser descubiertas... Es nuestra labor asegurarnos de que todo permanezca en orden.
Sentí un nudo en el estómago.
—¿De qué demonios hablas?
El doctor Rhovan la miró fijamente.
—Hablaré con franqueza, ya que de todos modos no tenéis escapatoria. Mi organización trabaja en el reseteo mental de aquellos que saben demasiado.
El aire pareció volverse más pesado.
Robin abrió los ojos con sorpresa.
—¿Resetear... nuestras mentes?
El doctor asintió con tranquilidad.
—Sí. No los matamos, eso sería demasiado crudo e innecesario. En cambio, borramos sus recuerdos, asegurándonos de que la información peligrosa desaparezca. Luego pueden seguir con sus vidas como si nada hubiera pasado. Ah, y os sustraemos vuestros dones naturales.
—¿Do...dones naturales? — pronunció Chopper a duras penas.
—Claro, aqui tenemos dos médicos, una arqueóloga que entiende casi cualquier lenguaje ancestral y ella, que aún no lo hemos averiguado, pero nuestro radar nos confirma que algo es su cabeza será muy útil para nosotros.
Una vez más, sentí un gran escalofrío.
—Eso es...
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Editado: 03.04.2025