Nuevo Miembro En La Tripulación - Terminada

Capítulo 39

La presión sobre mi cuerpo se hacía insoportable. Descubrir el kairoseki de esta manera fue muy inoportuno, este debilitaba cada uno de mis músculos, drenándome de cualquier posibilidad de moverme. La sala estaba inundada por el sonido de máquinas encendiéndose y pitidos electrónicos, un eco metálico y constante que me hacía estremecer.

El doctor Rhovan, subió a una cabina con un gran cristal, nos observaba con la misma tranquilidad con la que un científico miraría a ratas de laboratorio. Su figura delgada y encorvada contrastaba con la inmensidad del lugar.

A través de un altavoz, su voz reverberó con una calma escalofriante.

—Les contaré algo interesante. Además de borrar información, adquirir los dones naturales y manipular recuerdos, también nos especializamos en robar los dones de la fruta de aquellos que poseen habilidades especiales. Y, vaya sorpresa, los cuatro aquí presentes son usuarios de frutas del diablo. Esto nos ahorra muchos problemas —soltó una leve risa, como si todo esto fuera una simple cuestión de conveniencia para él—. La debilidad que sienten en este momento es prueba suficiente de que no podrán resistirse al proceso.

Mis ojos se abrieron con horror.

—¿Robar... los dones?

Rhovan pareció divertirse con mi reacción.

—Así es. Lo más fascinante es que, una vez lo hagamos, no solo perderán sus habilidades... también olvidarán completamente quiénes son.

Mi respiración se volvió errática.

Robin, Law y Chopper se removieron en sus posiciones, pero el kairoseki los mantenía inmovilizados.

—¡No puedes hacer eso! —gritó Chopper, su voz cargada de desesperación.

—Oh, claro que puedo —respondió el doctor con indiferencia—. Pero, para que no crean que soy un hombre injusto, les diré algo más. Vamos a proceder con la extracción uno por uno... y, ¿adivinen quién será la primera?

Rhovan bajó la mirada directamente hacia mí.

—Tú, Miyu.

El pánico se apoderó de mi pecho.

—¡No! —exclamó Robin, forcejeando con todas sus fuerzas.

—¡Déjala en paz, bastardo! —gruñó Law, con la mandíbula apretada.

Chopper gritó mi nombre, pero ninguno de ellos podía moverse.

Los gritos de mis compañeros me perforaban los oídos, pero lo que más me aterraba era la mirada calculadora de aquel hombre. Rhovan se recargó contra el panel de control de la cabina, con aire pensativo.

—Hay algo curioso en ti, Miyu. No tenemos registro de tu habilidad. No pertenece a ninguna de las frutas conocidas, y eso la hace aún más valiosa, además en tu mente hay algo...queremos saber de qué se trata exactamente... así que, ¿qué mejor manera de averiguarlo que extrayéndola y estudiándola?

Intenté sacudir la cabeza, pero incluso ese simple gesto me costaba un mundo.

—N-No entiendo...

—Oh, pero lo harás —dijo con una sonrisa enigmática.

Entonces, sacó algo de su bata.

Un papel.

Mi sangre se heló.

Era mi papel.

El mismo que había escondido con tanto recelo.

El mismo que había intentado descifrar en secreto durante días.

—¡No...! —exclamé, sintiendo que el aire se me escapaba.

—Oh, sí. Este es un hallazgo fascinante —murmuró Rhovan, desplegándolo entre sus dedos con cuidado, como si estuviera sosteniendo un fragmento de la historia misma—. Nunca antes había visto un lenguaje como este.

Mi cuerpo entero se tensó, aunque la presión del kairoseki evitó que pudiera reaccionar como quería.

Rhovan me observó con atención, como si estuviera esperando algo.

—Creo que este papel y tu habilidad están conectados de alguna manera —continuó, con una emoción apenas contenida—. No sé cómo, pero lo averiguaremos.

Mis pensamientos se atropellaban en mi mente.

¿Mi habilidad y el mensaje en el papel... conectados?

¿Qué significaba eso?

¿Por qué Rhovan parecía tan seguro de que tenía relación con mi poder?

Mi corazón latía con tanta fuerza que sentía que me iba a estallar el pecho.

—No tienes idea de lo que significa ese mensaje... ¿verdad? —susurró Rhovan, con un destello de diversión en sus ojos.

Apreté los dientes.

No. No tenía idea.

Y eso me mataba.

—Bueno, eso hace todo esto mucho más interesante —dijo finalmente—. Pero ya es momento de empezar con la extracción.

Se giró hacia los científicos en la sala.

—Preparad la máquina.

Los dispositivos a nuestro alrededor comenzaron a zumbar con una intensidad creciente.

Un panel de control se iluminó con códigos e indicadores parpadeando en una extraña secuencia.

Intenté forcejear.

Nada.

—¡Detente, maldito! —rugió Law, con la furia ardiendo en sus ojos.

—¡No lo hagas! —gritó Robin.

Chopper intentaba transformarse desesperadamente, pero el kairoseki lo tenía reducido a su forma más débil.

Rhovan levantó una ceja, sin inmutarse ante sus reacciones.

—Oh, no se preocupen —dijo con sorna—. No solo extraeremos la habilidad de Miyu... mejor lo haremos con los cuatro a la vez, no quiero correr riesgos.

Mi respiración se detuvo.

—¿Q-Qué...?

—Lo he pensado mejor ¿No sería aburrido hacerlo de uno en uno? —se encogió de hombros—. Además, es más eficiente de esta manera.

Un solo gesto suyo y los científicos ajustaron la maquinaria.

Las correas que nos sujetaban se tensaron aún más.

La presión del kairoseki aumentó.

—Comiencen la extracción.

El sonido de las máquinas alcanzó su punto máximo.

Unas agujas metálicas comenzaron a descender lentamente desde el techo, brillando con una luz azulada.

Podía sentir la energía en el aire, un tirón extraño dentro de mi propio cuerpo, como si algo estuviera a punto de ser arrancado de mí.

Dolor.

Un dolor profundo, extraño, que no tenía sentido.

Mi cabeza comenzó a latir con una presión insoportable.

Imágenes destellaron en mi mente.

Fragmentos de recuerdos que no entendía.




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