Nuevo Miembro En La Tripulación - Terminada

Capítulo 42

El mundo era borroso, distante, como si estuviera atrapada en un sueño del que no podía despertar del todo sentía mi cuerpo pesado y mi mente nublada. Había un zumbido persistente en mis oídos y un dolor sordo en cada fibra de mi ser.

Poco a poco, la oscuridad se fue disipando. Pestañeé varias veces, tratando de enfocar mi vista. Lo primero que vi fue el techo blanco, iluminado por una luz cálida que contrastaba con el frío que aún sentía en la piel.

Intenté mover los dedos, luego las manos. Un peso en mi pecho se aligeró un poco cuando comprobé que todavía tenía fuerzas.

Fue entonces cuando mi mirada bajó y lo vi.

Zoro.

Estaba sentado en una silla junto a mí, los brazos cruzados, la cabeza ligeramente inclinada hacia adelante y los ojos cerrados. Parecía estar descansando, pero su postura rígida delataba que no estaba relajado del todo.

Intenté moverme, apenas un leve gesto, y sus ojos se abrieron de inmediato.

Su mirada se encontró con la mía y vi algo en ellos que me sorprendió. Preocupación. Era sutil, casi imperceptible, pero estaba ahí.

Por un momento, ninguno de los dos dijo nada. Luego, él dejó escapar un suspiro leve y me dedicó una pequeña sonrisa.

—Bienvenida —dijo con voz ronca, como si llevara horas sin hablar—. Me alegra que hayas despertado tan pronto.

Su tono era calmado, pero noté la tensión en su mandíbula, como si hubiera estado esperando ese momento con más ansiedad de la que quería admitir.

Antes de que pudiera responderle, escuché pasos apresurados.

—¡Por fin! —La voz de Law interrumpió el momento.

El cirujano se acercó rápidamente y, antes de que pudiera siquiera preguntarle qué estaba pasando, comenzó a examinarme.

—¿Sientes mareos? ¿Dolor en la cabeza?

Parpadeé un poco confundida.

—Eh... un poco de dolor, pero nada grave.

—¿Recuerdas tu nombre?

—Claro que sí.

—¿Y el nuestro?

—Sí, Law, sé quién eres —dije con un suspiro—. No tienes que preguntarme eso.

Zoro, que había estado observando en silencio, tensó los hombros cuando Law empezó su interrogatorio. Era evidente que estaba más nervioso de lo que quería demostrar.

—¿Recuerdas qué pasó en el laboratorio?

Fruncí el ceño.

El laboratorio...Los recuerdos comenzaron a regresar como un torrente caótico. Los cables. La máquina. El dolor. Las voces gritando mi nombre.

Me estremecí involuntariamente.

—Sí —respondí en voz baja.

Law me observó fijamente por un momento antes de relajarse levemente y asentir.

—Bien. No hay signos de daño en tu memoria —declaró finalmente—. Parece que lograste salir de esto sin secuelas.

Pude notar cómo Zoro soltaba un leve suspiro, como si al fin pudiera relajarse un poco.

—¿Y los demás? —pregunté con urgencia, mirando a Law y luego a Zoro.

Law cruzó los brazos.

—Robin y Chopper aún no han despertado, pero están fuera de peligro. Su estado es estable, solo necesitan tiempo para recuperarse.

Sentí que el pecho se me oprimía de preocupación.

—¿Y Luffy, Nami, Sanji, Usopp...?—antes de terminar de nombrarlos a todos, me interrumpió.

—Están bien —respondió Law—. Heridos, pero nada grave.

Me permití respirar un poco más tranquila.

Fue entonces cuando mis ojos se enfocaron en Zoro con más atención. Llevaba varias vendas en los brazos, y había una gasa pegada a su mejilla. Sus ropas aún mostraban rastros de batalla, cortes y manchas de sangre seca.

Fruncí el ceño.

—¿Y tú?

Zoro arqueó una ceja.

—Estoy bien.

—Tienes vendas por todos lados.

Él encogió los hombros, restándole importancia.

—Eres tú la que tiene que recuperarse —dijo con firmeza—. No pierdas el tiempo preocupándote por mí.

Bufé suavemente.

—Como si eso fuera posible.

No pude evitar notarlo. A pesar de su actitud despreocupada, había algo en sus ojos, algo en su manera de mirarme...Como si realmente hubiera temido perderme. Pero decidí no mencionarlo.

—¿Y tú Law? —pregunté, volviendo la mirada hacia el cirujano—. También intentaron robarte tu don natural y el de la fruta.

Law sonrió con superioridad.

—No lograron ni siquiera dejarme inconsciente —dijo con un deje de orgullo—. Soy de cabeza dura.

Rodé los ojos con una leve sonrisa.

—Descansa y recupérate bien —añadió Law antes de volverse para atender a otros pacientes.

Fue entonces cuando me di cuenta de dónde estaba. El lugar tenía aspecto de hospital, pero era más amplio de lo normal. Miré alrededor y noté que no solo estaban Robin y Chopper descansando cerca de mí, sino que también había varias camas ocupadas por personas que no reconocía.

Aldeanos. Fruncí el ceño. ¿Por qué habían aldeanos? Como si hubiera leído mi mente, Zoro habló.

—Son aldeanos a los que les robaron sus dones naturales —explicó con voz más seria—. Cuando destrozamos ese maldito laboratorio, muchos empezaron a recuperar sus recuerdos y sus habilidades, pero... no todos reaccionaron bien.

Lo miré con atención.

—¿A qué te refieres?

—Algunos enfermaron —continuó Zoro—. Recuperar todos sus recuerdos de golpe los dejó mareados, desorientados... Algunos incluso entraron en shock.

Observé a las personas en las camas con más atención. Algunas estaban despiertas, con miradas vacías, como si aún intentaran comprender lo que había sucedido. Otros dormían, con expresiones de dolor en sus rostros.

Apreté los labios.

—Esto no debió haberles pasado.

Zoro asintió lentamente.

—Lo sé.

Suspiré y dejé caer la cabeza sobre la almohada, sintiendo el peso de todo lo que había sucedido sobre mis hombros.

—Es un desastre...

Zoro me observó por un momento y luego habló con calma. Su expresión era tranquila, pero sus ojos reflejaban una determinación inquebrantable.

—Ahora solo necesitas descansar —añadió—. Todo lo demás puede esperar.

No podía discutirle eso. Todavía quedaban muchas preguntas, muchas cosas por resolver...y lo que más me preocupaba era aquel dichoso papel indescifrable. Pero por ahora, lo único que podía hacer era cerrar los ojos y recuperar fuerzas.




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