Nuevo Miembro En La Tripulación - Terminada

Capítulo 46

El nido de cuervo del barco siempre había sido mi refugio. Un lugar donde podía entrenar, vigilar el horizonte o simplemente disfrutar del silencio sin que nadie me molestara. Pero esta vez no estaba allí por ninguna de esas razones. Me encontraba sentado en el suelo, con los brazos apoyados en mis rodillas y la mirada perdida en la nada, tratando de ordenar mis pensamientos después de todo lo que había ocurrido hacía apenas media hora.

Miyu se había calmado lo suficiente como para que pudiera convencerla de volver a su camarote y, aunque no le pedí que durmiera, al menos aceptó tumbarse y descansar. Me aseguré de que estuviera bien antes de salir de allí, pero a pesar de haber logrado tranquilizarla, yo no podía hacer lo mismo conmigo mismo. Mi mente estaba atrapada en la pesadilla que ella había vivido, en el horror que había soportado siendo apenas una niña.

Cinco años... Solo tenía cinco años cuando le arrebataron todo, cuando aquellos bastardos destruyeron nuestro mundo y la dejaron completamente sola. Pensar en ello hacía que la frustración me carcomiera el pecho, una rabia sorda mezclada con impotencia me hacía apretar los puños con fuerza. ¿Cómo pudo sobrevivir después de algo así? ¿Cómo demonios pudo seguir adelante después de haber visto morir a todos los que amaba de una forma tan cruel?

Mis uñas se clavaron en mis palmas, conteniendo el grito de rabia que quería soltar. No había forma de cambiar el pasado, pero eso no hacía que doliera menos.

El sonido de pasos subiendo las escaleras me sacó de mis pensamientos. Escuché la risa característica antes de que la voz de Brook resonara con su tono animado.

—Yohohoho, ¡buenas, Zoro!

Fruncí el ceño, no estaba de humor para charlas.

—Vete, no quiero compañía.

Brook, sin embargo, no se dejó intimidar y se adelantó antes de que pudiera insistir.

—Como el más veterano de este barco, sé cuando alguien tiene algo en la cabeza. Y, mi querido espadachín, es más que evidente que algo te preocupa.

Sus palabras me golpearon más fuerte de lo que esperaba. Algo dentro de mí se quebró y antes de darme cuenta, mis ojos comenzaron a arder. Por más que intenté contenerlo, por más que quise tragarme el nudo en la garganta, no pude evitarlo. Bajé la cabeza, escondiéndola entre mis brazos, y finalmente dejé que las lágrimas cayeran.

Era la primera vez que lloraba así desde que la vi en aquella isla. Desde que supe que estaba viva.

Brook no dijo nada al principio, solo se sentó a mi lado y me dio un par de palmadas en la espalda.

—Desahogarse siempre es bueno, Zoro. Hasta las piedras más duras pueden romperse. No es bueno que seas tan orgulloso.

Sus palabras eran simples, pero llegaron directo a donde más dolía. No intentó detener mi llanto ni decirme que me calmara, solo estuvo allí, acompañándome en silencio.

No sé cuánto tiempo pasó hasta que finalmente pude hablar, mi voz aún rota por la emoción contenida.

—No sé qué hacer con todo esto...

Brook se mantuvo en silencio, esperando a que siguiera hablando.

—Sanji vino a buscarme esta mañana, decía que Miyu estaba en la cocina... Cuando llegué, estaba hecha una bola bajo la mesa, temblando, sin responder a nada. Me metí con ella, intenté tranquilizarla, pero nunca la había visto así... nunca la había visto tan aterrada.

Brook asintió lentamente, dejando que continuara.

—Cuando por fin pudo hablar, me contó todo... lo que pasó el día en que mataron a nuestros padres.

Las palabras salieron con dificultad, pero tenía que decirlo.

—Creía que yo había muerto, y es normal... pero solo quedé inconsciente. Y lo peor de todo... —Tragué saliva con fuerza, cerrando los ojos como si eso pudiera borrar la imagen que se había quedado grabada en mi mente—. Esos miserables le hicieron sostener la cabeza de nuestro padre en sus propias manos mientras se reían de ella.

Brook se quedó en silencio. Ni siquiera él pudo esconder su expresión de impacto ante algo tan cruel.

—No puedo dejar de pensar en ello —continué, pasando una mano por mi rostro—. No puedo dejar de imaginar a Miyu, siendo solo una niña, rodeada de la sangre de nuestra familia, sosteniendo la cabeza de nuestro padre...

Respiré hondo, tratando de calmar la ira que volvía a apoderarse de mí.

—¿Cómo se supone que le diga la verdad después de todo eso? ¿Cómo puedo mirarla a los ojos y decirle que soy su hermano cuando ella ha vivido creyendo que estaba completamente sola?

Brook suspiró con comprensión y, tras unos segundos, habló con su tono calmado.

—No es algo fácil, Zoro. Pero tarde o temprano, lo sabrá. Y cuanto más esperes, más difícil será.

No respondí. Sabía que tenía razón, pero eso no hacía que fuera más fácil.

El silencio se extendió entre nosotros por unos momentos hasta que Brook se levantó y se sacudió la ropa con una sonrisa.

—Muy bien, ya que te has desahogado, voy a pedirle a Sanji que prepare unos onigiris y un poco de sake. Sé que es tu comida favorita, así que en un rato te lo traeré.

Solté una pequeña risa nasal ante su amabilidad, negando con la cabeza.

—Haces demasiado escándalo, viejo.

Brook solo rió y bajó de nuevo las escaleras, dejándome solo por un momento. Respiré hondo, sintiéndome más ligero que antes.

Poco después, él volvió con un par de platos y una botella de sake. Nos sentamos en el suelo del nido de cuervo y, aunque era temprano por la mañana, disfrutamos de la comida en silencio al principio.

—Sabes —comentó Brook, rompiendo el silencio—, a veces nos olvidamos de que no tenemos que cargar con todo solos.

No respondí de inmediato, solo tomé un sorbo del sake y miré el horizonte pensando que eso mismo se lo he dicho a Miyu varias veces.

—Siempre he sido un orgulloso.

—Pero tampoco tienes que soportarlo todo tú solo —insistió Brook con una sonrisa amable—. Tu hermana está aquí, con nosotros. No está sola. Y tú tampoco lo estás.




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