Nuevo Miembro En La Tripulación - Terminada

Capítulo 49

La noche había caído sobre el barco, envolviendo todo en una oscuridad serena y en un silencio solo interrumpido por el murmullo del mar. Nos encontrábamos aún en el dormitorio, rodeadas de papeles y anotaciones, pero lo único que habíamos conseguido era más frustración. A pesar de toda nuestra investigación, no habíamos encontrado nada nuevo. La sensación de haber llegado a un callejón sin salida pesaba sobre nosotras.

Nami suspiró con cansancio y apoyó la cabeza en sus brazos cruzados sobre la mesa.

—No hemos avanzado en nada... —murmuró, y después de un momento, levantó la mirada hacia mí con un brillo especulativo en los ojos—. Oye, Miyu... aquel anciano que encontraste en la isla medieval, te dijo que tu hermano seguía vivo, ¿verdad?

La pregunta me tomó por sorpresa. Sentí un pequeño escalofrío recorrer mi espalda, pero asentí lentamente.

—Sí, eso dijo...

—¿Y cómo piensas encontrarlo? —continuó, con una mezcla de curiosidad y preocupación.

Abrí la boca para responder, pero me di cuenta de que no tenía una respuesta concreta. Solo tenía ese papel, mi única pista, un simple fragmento de un pasado que apenas recordaba. Negué con la cabeza.

—No lo sé.

De reojo, noté la mirada que Robin le lanzó a Nami, pero no supe interpretarla. Nami, sin embargo, pareció entender el mensaje porque cambió ligeramente de tono.

—¿Y qué hay de su nombre? —preguntó—. ¿O al menos tu apellido? Eso nos daría algo más con lo que trabajar.

Mi estómago se encogió.

—No lo sé.

Las palabras salieron con un peso inesperado. Vi la sorpresa cruzar el rostro de Nami antes de que se girara hacia Robin, como si esperara que ella supiera algo más. Robin solo la miró en silencio, luego volvió a centrar la vista en mí.

—Nada... ¿en serio?

Suspiré y bajé la cabeza.

—Solo sé que me llamo Miyu. Nada más.

El silencio se hizo presente durante unos segundos.

—¿Ni siquiera el nombre de tu hermano?

Cerré los ojos un instante, sintiendo cómo la frustración me envolvía.

—Cuando me arrebataron a mi familia, yo solo tenía cinco años... Para mí, mi madre se llamaba "mamá", mi padre, "papá"... y mi hermano... —Tragué saliva—. A él le decía "Yoyo".

Nami frunció el ceño.

—¿"Yoyo"?

—Probablemente no era su verdadero nombre, solo un apodo. O... tal vez no sabía pronunciar su nombre real. No lo sé.

Ambas asintieron, comprendiendo que no había mucho más que sacar de aquello. Robin pasó una mano por su cabello oscuro y suspiró.

—Será mejor dejarlo por ahora. No vamos a encontrar respuestas de la nada, y todas necesitamos descansar. Vamos a cenar, ducharnos y relajarnos un poco.

Nami se estiró con pereza, apoyándose en la mesa con una sonrisa cansada.

—Sí, un baño caliente nos vendrá bien.

Nos pusimos de pie y nos dirigimos a los baños del barco. Al llegar, nos encontramos con Chopper, que al vernos entrar con nuestras toallas en la mano, parpadeó con curiosidad.

—¿Puedo ir con vosotras?

Nami sonrió y le revolvió el pelaje con una mano.

—¡Por supuesto! Vamos, doctorcito.

Una vez dentro, el vapor del agua caliente nos envolvió en un ambiente acogedor, disipando parte del estrés acumulado. Nos sumergimos en la gran bañera, dejando que la calidez nos relajara. Chopper nadaba de un lado a otro con su pequeño cuerpo flotante, y no tardé en empezar a jugar con él, salpicándole agua con las manos.

—¡Oye, Miyu! —se quejó riendo mientras me devolvía el ataque con sus patitas.

—¡Eso es por llamarme torpe esta mañana!

—¡Pero lo eres!

Las carcajadas resonaron en el baño mientras el pequeño reno chapoteaba en el agua, intentando devolverme la broma. Robin y Nami observaban la escena con sonrisas divertidas, disfrutando del ambiente relajado después de un día tan agotador.

—Miyu, no lo molestes demasiado o terminarás con una medicina amarga en la cena —bromeó Robin.

—¡Exacto! —asintió Chopper con orgullo.

Seguimos charlando de cosas triviales, dejando de lado las preocupaciones por un rato. Hablamos del clima, de anécdotas graciosas en el barco, de los líos en los que Luffy se metía constantemente.

—¡Oh, por cierto! —exclamó Nami, chasqueando los dedos—. ¿Recuerdan cuando Luffy intentó pescar con una cuerda que encontró en la cubierta y terminó sacando a un tiburón gigante que casi se lo come?

Solté una carcajada, recreando en mi mente ese momento.

—¡Y luego Usopp gritaba que no había manera de que eso pasara y al final casi lo arrastra también!

—¡Eso no fue lo mejor! —añadió Chopper—. ¡Sanji terminó friendo el tiburón y comimos sashimi durante días!

Todas reímos, disfrutando de la calidez del agua y la compañía. Momentos como esos me hacían sentir realmente parte de la tripulación, como si este barco siempre hubiera sido mi hogar.

Cuando finalmente salimos y nos pusimos nuestros pijamas, nos dirigimos a la cocina para cenar con los demás. La mesa estaba llena de comida deliciosa gracias a Sanji, y el ambiente era animado, con risas y conversaciones cruzadas de un lado a otro.

—Oye, Miyu —dijo Usopp con una sonrisa burlona—. ¿Sabías que Luffy intentó hacer panqueques la otra mañana y casi incendia la cocina?

—¡Fue solo un accidente! —se quejó Luffy con la boca llena.

—¿Un accidente? ¡Casi destruyes mi cocina! —exclamó Sanji.

No pude evitar soltar una risa sincera al verlos discutir como siempre. Era algo caótico, pero también reconfortante.

Después de la cena, nos despedimos para ir a dormir. Robin, Nami y Chopper me desearon buenas noches antes de irse al dormitorio, pero cuando me levanté para seguirlas, me detuve.

—Yo... iré a tomar un poco de aire antes de dormir —dije en voz baja.

Nami me miró con curiosidad, pero asintió.

—Está bien. No te quedes hasta muy tarde.

Les vi desaparecer por el pasillo mientras yo salía a la cubierta. La brisa nocturna era fresca, y las estrellas brillaban sobre el océano en una inmensidad pacífica. Me apoyé en la barandilla, dejando que el viento despejara mis pensamientos.




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