Nuevo Miembro En La Tripulación - Terminada

Capítulo 56

El aroma del desayuno flotaba en el aire cuando desperté. Sanji seguramente estaba terminando de preparar la comida. Abrí los ojos lentamente, sintiendo el peso del cansancio aún aferrado a mis músculos, como si la noche anterior hubiera sido un sueño extraño y pesado... pero no lo era. Todo había sucedido de verdad.

El recuerdo llegó como una oleada: el mensaje en el papel, el impacto de la revelación, la sensación de caer al vacío y la oscuridad del mar tragándome.

Me removí en la cama, sintiéndome tensa. Había preocupado a todos. Pude ver sus rostros en mi mente, la desesperación en sus voces mientras me buscaban, la angustia en los ojos de Zoro. Se me revolvió el estómago, no solo por la culpa, sino porque el mareo aún no se había ido del todo. No podía parar de pensar en cuando abrí los ojos anoche:

Cuando desperté anoche, lo primero que vi fueron los rostros serios de Chopper y Law. Chopper sostenía su estetoscopio y Law tenía los brazos cruzados, con su expresión fría habitual. Apenas intenté sentarme, sentí un vuelco en el estómago y una náusea insoportable me recorrió el cuerpo.

—Voy a... —fue todo lo que logré decir antes de que Law, en un movimiento rápido, me pasara un cubo.

Me incliné y dejé salir el agua que aún tenía en mi cuerpo. No fue mucho, pero lo suficiente como para que mi garganta ardiera y mi cuerpo se estremeciera con cada espasmo.

—Muy bien, tienes que echarlo todo —dijo Chopper con suavidad, pero firme.

Law se apoyó en la camilla con una mano, mirándome con su usual expresión de calma analítica.

—Caíste al mar —explicó con su tono sereno, pero directo—. El resto se lanzó a buscarte. Zoro te sacó del agua. Has tenido suerte de que no haya pasado más tiempo o habría sido peor.

Tragué saliva, sintiendo la garganta seca y con un leve ardor. Las imágenes eran borrosas en mi cabeza. Solo recordaba el mensaje, la revelación, el mundo desmoronándose en mi mente... y luego, nada. Chopper me revisó de nuevo, asegurándose de que mi temperatura y mi pulso estuvieran estables.

—Por suerte, despertaste sin necesidad de que te reanimáramos. Ahora solo debes descansar.

Asentí lentamente, aunque el peso de la culpa no desaparecía. Robin entró poco después con ropa limpia y seca que había traído de nuestro dormitorio. Me tomó unos minutos cambiarme, el cuerpo aún me pesaba, pero finalmente logré vestirme y, una vez lista, Chopper hizo unas últimas comprobaciones antes de dejarme sola con Robin y Nami quien entró después.

El ambiente en la habitación se volvió más tenso.

—Entonces... ¿qué fue lo que viste? —preguntó Robin, cruzándose de brazos.

Me tomó un momento encontrar las palabras.

—El mensaje... no lo visteis, ¿verdad?

Nami negó con la cabeza.

—Solo vimos el papel manchado con tu sangre. Luego... se deshizo.

Parpadeé, sorprendida.

—Pero... los símbolos se movieron. Formaron palabras. Me dejaron un mensaje.

Silencio.

Las dos me miraban con atención, pero ninguna interrumpió. Tomé aire. Sabía que tenía que contárselo.

—No sé cómo explicarlo, pero... ese mensaje era para mí. Lo supe en cuanto lo vi. Me hablaba directamente. Me llevó de vuelta a esa noche...

Sentí mi garganta cerrarse.

—La noche en la que mataron a mis padres.

Vi el cambio en sus expresiones, pero continué antes de que pudieran decir algo.

—No sé si fue una visión o si simplemente mi mente me llevó allí, pero... fue como revivirlo. Las sombras, la sangre, los gritos... todo estaba ahí. Y entonces... lo vi a él.

Me mordí el labio con fuerza.

—Mi hermano.

Robin inclinó la cabeza con interés, pero Nami fue la que habló primero.

—Yo creí que había muerto esa noche —susurré.

Lo dije en voz alta, pero en mi cabeza sonaba como un eco lejano.

—Creí que lo vi morir. Creí que... fui la única en sobrevivir.

Las palabras pesaban en mi pecho, como si cada una dejara una marca ardiente en mis pulmones.

—Pero si todo esto es cierto... puede que los asesinos de mi familia estén esperándome.

No sabía qué significaba eso. Si era bueno o malo. Si debía aferrarme a la esperanza o temer lo que realmente había pasado aquella noche. Me llevé una mano a la frente, sintiendo una punzada de dolor en las sienes.

—Después de eso... no sé qué pasó. Solo recuerdo un vacío y luego... despertar aquí.

Nami apoyó una mano en mi hombro, su tacto cálido y tranquilizador.

—No tienes que resolverlo todo ahora.

Asentí, aunque en el fondo sabía que esto no me dejaría en paz tan fácilmente. Justo cuando iba a responder, la puerta se abrió y sentí cómo el aire en la habitación cambiaba.

Zoro.

Se quedó en la entrada con su silueta recortada contra la luz del pasillo. Su respiración era pesada, y cuando sus ojos se fijaron en los míos, sentí un nudo en el estómago. Sus ojos estaban enrojecidos. Probablemente por la sal del mar, supongo.

Dio un paso hacia mí, y por un momento, creí que iba a decir algo, pero entonces... simplemente se giró y salió de la enfermería sin decir una palabra. Me quedé mirándolo desaparecer por la puerta, sintiendo una punzada extraña en el pecho.

—Estaba nervioso —dijo Nami con una pequeña sonrisa—. No le des importancia.

Pero algo en la mirada de Zoro antes de irse me decía que no era solo eso. Poco después, Robin y Nami me ayudaron a levantarme y me acompañaron al dormitorio para que pudiera descansar. Y aunque mi cuerpo estaba agotado, mi mente no dejaba de dar vueltas.




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