Shin se perdió el descenso a Karastros, ya que estaba profundamente dormido. Alara pensó en despertarlo, pero no se atrevió, ya que habían hablado por un par de horas antes de que Keyfour les recomendara dormir. El hangar del templo estaba arreglado como siempre y las pesadas compuertas del techo se abrieron justo a tiempo. Al tocar el suelo sintió los amortiguadores acomodarse y el silencio que dejaba el motor al apagarse. Keyfour se bajó al instante y empezó a revisar la nave mientras ella se asomaba al habitáculo de Shin. El joven estaba dormido abrazado a su mochila y tenía una expresión en la cara que nunca le había visto antes, habían llegado al templo un poco después del mediodía, así que todos iban a estar descansando para las clases y entrenamientos de la tarde. Revisó el hangar con la mirada para notar que nadie había venido a recibirla.
"Shin..." Dijo mientras le daba un empujoncito. "Ya llegamos..."
Shin se despertó y se sentó derecho al instante.
"Todavía no salió Tryos, Ma..." Dijo mientras se acariciaba los ojos.
"Tenemos que presentarte con el Consejo, Shin." Dijo divertida Alara.
"Perdón..." Dijo apenado Shin. "Madre siempre me despierta para que la ayude con el desayuno..."
"Eso parece, por aquí." Dijo Alara mientras se bajaba con elegante salto.
Shin se bajó como pudo de la nave y revisó el hangar con curiosidad. No había ninguna otra nave, pero por lo que veía en el techo podrían aterrizar cuantas en ese hangar. Keyfour estaba soldando algo bajo la nave. Otra cosa que sintió fue el calor, cosa que no conocía demasiado.
"Ya no necesito esto..." Dijo el joven mientras se sacaba su denso abrigo.
"No... y esa chaqueta te va a molestar también." Dijo divertida Alara. "¿Quieres ir al baño?"
"Estoy bien..." Dijo pensante Shin.
"Sígueme entonces." Dijo Alara mientras empezaba a caminar. "Nos vemos luego, Keyfour." Terminó para encarar una puerta que se abrió con su presencia.
El templo parecía antiguo, pero al mismo tiempo era moderno, ya que todas sus puertas tenían interfaces y se abrían solas. La iluminación era magnifica y podía ver las relucientes baldosas bajo sus pies. Alara sabía por donde ir, así que caminó directo a la recámara donde se juntaban los maestros, aunque primero tuvo que saludar a unos niños que miraban con curiosidad a su compañero.
"Esos son los aprendices." Dijo mientras los saludaba con las manos. "A veces les enseño historia y solemos entrenar juntos por las mañanas."
"Ya veo..." Dijo Shin mientras miraba una estatua gigante de un Jedi con su sable.
"Bienvenido al templo, este es el vestíbulo principal." Dijo Alara notando la fascinación en los ojos de su compañero.
"Asombroso..." Dijo el joven mientras miraba la fuente que había bajo los pies de la estatua.
La estatua estaba en el centro del templo y era el que recibía a todos los visitantes. Había puertas por todos lados y unas cuantas escaleras que subían al segundo piso, por una de ellas subieron hasta el segundo piso, donde en el medio de la pared, justo detrás de la cabeza de la estatua, había una gigantesca puerta. Alara hizo un gesto con sus manos, como si la moviera hacia la derecha, para que se abriera con un pequeño destello azul.
"¿Usaste la Fuerza?" Preguntó con curiosidad Shin.
"Sí... ¿Cómo lo notaste?" Preguntó confundida Alara.
"Yo... la puerta se puso azul por un instante." Dijo Shin mientras se rascaba la nunca con sus dedos.
Alara simplemente le sonrió.
"Por aquí, parece que estamos de suerte." Dijo con prestancia Alara.
La sala que estaba dentro consistía en un gigantesco mirador con una extraña cascada interna, esta no hacía ruido y parecía fluir hasta el suelo. Frente a esta había un semicírculo de sillones con forma ovalada y en el centro había un escudo con el símbolo de la Orden de los Jedi, donde el agua de la cascada que había de fondo fluía. Parados sobre este había tres personas, tres maestros.
"Buenas tardes, maestros." Dijo con respeto Alara. "Maestro, debería atender su holopad." Agregó ofuscada mirando al hombre que le sonreía.
"Padawan." Dijo sonriente Syo. "Mis disculpas..." Agregó apenado. "Lo he olvidado en mi recamara cuando me fui a entrenar con los más jóvenes."
"Siempre lo mismo." Dijo ofuscada Alara mirando a Shin revisar todo lo con la mirada.
"¿A quién nos traes por aquí?" Preguntó la .
"Eso me estaba preguntando." Dijo al aire Syo mientras miraba fijamente a Shin.
"Su nombre es Shin..." Dijo ofuscada Alara.
"¿Cómo te fue en Kyros-4? ¿Encontraste algo interesante?" Preguntó con prestancia Syo.
Alara suspiró para tranquilizarse.
"Sí, maestro, aquí tienes." Dijo con educación Alara mientras le devolvía el aparato a su maestro. "La primera lectura es de uno de esos monumentos de metal."
"Oh... fascinante..." Dijo entusiasmado Syo.
"Shin me llevó ahí porque le pareció que te iba a interesar."
"Gracias, Shin." Dijo con alegría el Jedi.
"De nada..." Dijo apenado el joven mientras se paraba junto a Alara.
"La segunda lectura es de unas ruinas en la cueva de tus visiones..." Agregó mirando a su maestro. "Shin sabía exactamente dónde estaba..."
"Hmm... parece ser una ruina de los Kizaa... Gracias, Shin." Agregó sonriente Syo.
"De nada..." Dijo rascándose la cabeza el joven.
"¿Y por qué nos has traído a Shin entonces?" Preguntó Syo mirando a su padawan.
"Eso es lo que sigue..." Dijo ofuscada Alara.
"Alara, estoy orgullosa de ti, pensé que le ibas a gritar como siempre." Dijo sonriente la twi'lek mientras revisaba a Shin con la mirada. "No sabía que te gustaban este tipo de hombre." Terminó jocosa para molestar a Alara.
Alara hizo una mueca, pero mantuvo su compostura.
"Si me dejaran terminar, entenderían porque traje a Shin." Dijo ofuscada Alara. "¿Recuerdas la sorpresa que viste?" Preguntó al aire. "Bueno, al mediodía siguiente, estaba por almorzar en la taberna de su familia cuando me distraje con una hermosa canción... una Sith entró por la puerta y me lanzó un relámpago que apenas pude bloquear." De repente todos le estaban prestando atención. "Todos los comensales empezaron a correr por todos lados y por cubrir a una mujer, recibí un golpazo de una mesa que me lanzó... la Sith me robó el sable con la Fuerza e intentó rematarme con él..." Terminó con seriedad.
"Obviamente no terminó así..." Dijo pensante la togruta.
"No... Shin, cuéntales lo que pasó." Dijo sonriente Alara.
"¿Segura? No sé que hice..." Dijo apenado el muchacho.
"Diles todo lo que puedas." Agregó Alara.
"Cuando escuché el revuelo salí corriendo de la cocina junto a mi madre... y la vi a ella apunto de ser... rematada." Dijo con seriedad Shin. "Yo... no sé lo que pasó luego... sentí la necesidad de salvarla y... la salvé." Agregó mientras se rascaba la cabeza.
"Usó la Fuerza para salvarme, usó el empujón más fuerte que he visto." Dijo con energía Alara.
"No..." Dijo pensante la togruta mientras tomaba ambas manos de Shin. "No es sensitivo... ni un poco." Agregó con suspicacia.
"Permiso." Dijo la twi'lek mientras apoyaba su mano sobre la frente del joven. "No es sensitivo..." Agregó ofuscada.
Syo se acercó a él y cerró los ojos para luego apoyar su mano sobre el hombro del muchacho.
"Nada..." Dijo pensante el Jedi.
"A mi me pasó lo mismo..." Dijo divertida Alara.
"¿Qué tan fuerte el empuje?" Preguntó con curiosidad Syo mientras todos lo soltaban.
Shin parecía congelado.
"Más fuerte que los míos, que los tuyos... como los del Maestro Ch'Chok." Dijo pensante Alara.
Los tres maestros la miraban sorprendidos.
"Luego de ver eso... bueno, entendí algunas cosas que me habían pasado antes." Agregó Alara. "Me vio meditar, se quedó parado a mi lado por un rato porque estaba brillando."
"Es normal..." Empezó la togruta.
"No para mí, mi meditación no es tan profunda como para que la pueda ver cualquiera." Dijo al aire Alara.
"Es cierto, pero los pequeños te han visto..." Dijo pensante Syo. "¿Qué más?"
"Tuvo una reacción en la cueva... una reacción que me sorprendió." Dijo pensante Alara.
"Solo estaba atento." Dijo apenado Shin.
"No lo creo... fue asombroso y, por si fuera poco, recién notó que abrí la puerta con la Fuerza." Aclaró pensante la Jedi.
Los tres maestros miraron al joven.
"Pero lo que me convenció de traerlo fue... verlo levitar algo con la Fuerza, a voluntad." Dijo divertida Alara.
"No puede ser..." Dijo pensante la twi'lek.
"Voy a buscar a Lak." Dijo Syo para marcharse de pronto.
"No lo puedo creer..." Dijo la togruta mientras tocaba las manos de Shin.
"Debería presentarlos..." Dijo apenada Alara. "Shin, te presento a la Maestra Kysho Jine, Archivista de la Orden."
"Mucho gusto..." Dijo apenado Shin.
"Hmm..." Dijo concentrada Kysho.
"Y a su lado, Maestra Aola Teksa, especialista en combate." Dijo Alara mientras Aola se acercaba a él.
"Encantado..." Dijo ofuscado Shin mientras le dedicaba una mirada a Alara.
"Maestras, les presento a Shin..." Dijo divertida la Jedi.
"¿Ya olvidaste mi nombre otra vez?" Preguntó ofuscado el muchacho.
"Puede ser..." Dijo divertida Alara. "Shin Aleaus Karadin... de Kyros-4."
"Mucho gusto, joven." Dijo pensante Kysho.
"Tienes buen gusto en hombres, Alara." Dijo divertida Aola.
Shin sintió un poderoso escalofrió en su espalda, cosa que lo hizo dar un paso al costado, para ver entrar a Syo y a un nautolan a su lado. Este era obviamente un Jedi, ya que llevaba una túnica azul y un gran sable colgado de su cinturón.
"¿Qué pasa Shin?" Preguntó sorprendida Alara.
"Creo que sintió la presencia de Lak..." Dijo ofuscada Kysho.
"Perdón, me hizo saltar del susto..." Dijo apenado Shin.
"Shin te presento a mi Maestro, Syo Vakarian y al Maestro Lak Vu." Agregó Alara mientras miraba a Shin que tenía la mirada fija en Lak.
"Maestros, les presento a Shin Aleaus Karadin." Agregó con educación la Jedi.
"Mu... mucho gusto." Dijo apenado el joven.
"Mucho gusto, Shin..." Dijo pensante Lak. "No puedo creer nada de lo que me ha contado Syo."
"Siempre podemos probar..." Dijo divertido Syo mientras levantaba una de sus manos.
De la distancia parecieron flotando varias cosas, una banqueta, una bandeja y varias tazas para el té. Estas cosas se posaron y se ordenaron entre todos los maestros, justo frente a Shin.
"Shin, necesitamos que intentes de nuevo..." Dijo sonriente Syo.
Shin miró a Alara lleno de confusión.
"Solo has lo que hiciste con esas botellas." Dijo sonriente Alara mientras se paraba junto a su maestro.
Shin miró las cosas e intentó repetir lo mismo que había hecho el día anterior. Primero le apuntó con su mano y luego cerró sus ojos.
"Parece que ha copiado algo de ti, padawan." Dijo divertido Syo.
"Eso parece..." Dijo apenada Alara.
"Perdón..." Dijo apenado Shin.
"No tienes nada de que disculparte, Shin." Dijo con tranquilad Lak.
Shin volvió a cerrar los ojos y se concentró como había hecho en su planeta, en su pueblo. Sintió el mismo cosquilleo en sus dedos y cerró un poco las manos mientras las alzaba frente a su pecho. Cuando abrió los ojos vio flotar a una taza, pero además vio la sorpresa en la cara de los maestros, que no podían creer lo que veían. De la nada, su mente le recordó la imagen de la Sith empalada en la ventana de su casa y por reflejo cerró sus manos, haciendo explotar todas las tazas que tenía enfrente.
"Yo... perdón..." Dijo asustado Shin.
Syo se reía a carcajadas.
"No te disculpes, Shin." Dijo mirando lo que el joven había hecho. "Parece que mi padawan no nos había mentido..."
Alara lo miró con desdén.
"Mis disculpas, Alara." Dijo divertido Syo. "¿Qué les parece?" Preguntó al aire.
Los otros maestros lo miraban con mucha seriedad en sus ojos.
"Asombroso..." Dijo Lak mirando a Shin con mucho interés.
"Deberíamos hablar..." Dijo Kysho mirando Syo.
"Shin, ¿Puedes darnos unos minutos? Debemos debatir un poco sobre ti." Dijo sonriente Syo. "Padawan..."
"Enseguida, maestro." Dijo Alara para tomar a Shin de la mano.
Rápidamente llevó al joven hacia afuera donde se detuvo cuando las puertas se cerraron detrás de ellos.
"¿Estás bien? Pareces... alterado." Dijo pensante Alara.
"Recordé... a la Sith." Dijo apenado Shin.
"Oh... No te preocupes, Shin." Dijo Alara mientras apretaba ambos hombros de Shin. "Recuerda que no has hecho nada malo..."
"No sé..." Dijo pensante Shin.
"Voy a dejarte aquí un rato, no rompas nada." Terminó divertida para marcharse.
Alara se encontró con sus cuatro maestros hablando entre ellos, cosa que no se detuvo cuando volvió.
"Eso último... usó su emoción para destruir esas tazas." Decía con seriedad Aola. "Usó su pasión..."
"Es normal." Dijo pensante Syo. "No sabe usar sus habilidades..."
"Es la primera vez que veo algo así... es como si estuviese... mimetizado con la Fuerza." Dijo pensante Lak.
Kysho estaba pensando en silencio.
"Padawan, ¿Qué es lo que quieres para él?" Pregunto Syo mientras se acomodaba la túnica.
"Ya les dije..." Dijo ofuscada Alara.
"Entiendo tu razonamiento, pero... dinos que quieres que hagamos." Dijo con una extraña seriedad Syo.
"Yo... quiero que lo entrenen." Dijo con firmeza Alara.
"¿Por qué?" Preguntó Kysho.
"Ya sé que no es un niño, pero... no sé si la Sith me estaba buscando a mí o a él..." Dijo ofuscada Alara. "Y esa duda me está... llenando de terror."
"Puede ser, puede que lo sientan, que lo busquen de otra manera..." Dijo pensante Kysho.
"Es muy viejo para ser un aprendiz..." Dijo al aire Lak.
"Eso parece..." Dijo pensante Syo. "Pero es obviamente un adepto."
"Es evidente..." Dijo al aire Aola.
"¿Qué te parece Alara?" Preguntó al aire Syo.
"Yo creo que nosotros... que la orden debería entrenar a todos los adeptos que pueda." Dijo con firmeza Alara. "No solo porque es nuestro... deber, sino porque los Sith toman a cualquiera que pueda esgrimir la Fuerza."
"Eso es muy cierto, Alara." Dijo pensante Kysho. "Nunca entendí esa... noción de que es más difícil entrenar a los adultos, Shin ya puede usar la fuerza mejor que varios de nuestros aprendices."
"Están ignorando lo más importante." Dijo ofuscada Aola. "Usó sus emociones para controlar sus habilidades... nosotros no hacemos eso."
"No creo que sea importante en este caso, Aola." Opinó Syo sin dejar de mirar a Alara. "Sus emociones usaron la Fuerza, cosa que él no sabía cómo hacer."
"Puede ser..." Dijo pensante Aola. "¿Pero qué tan fácil podría..."
"No puedes pensar así, Aola, es un neófito, no sabe nada acerca de la Orden..." Dijo pensante Syo.
"Ni de los Sith." Agregó Kysho.
"Votemos." Dijo con firmeza Lak. "Yo estoy en contra." Agregó con prestancia. "Es muy viejo para ser entrenado y además va en contra a las enseñanzas de nuestros antepasados."
"Yo estoy a favor." Dijo pensante Kysho. "No me gusta seguir tradiciones solo porque son antiguas... Hemos leído las historias de varios Jedis que han sido entrenados de adultos."
"Yo estoy en contra, no me gusta la manera en que usó la Fuerza." Dijo con seriedad Aola. "Además, no sabemos nada acerca de él."
"Es un mecánico, cocinero y mozo." Dijo al aire Alara. "Ayudaba a sus padres en ambos de sus negocios y siempre ha querido conocer la galaxia."
"Parece que lo conoces bien, padawan." Dijo pensante Syo.
"Hemos pasado mucho tiempo juntos..." Dijo con seriedad Alara. "Si mi voto vale algo, yo quiero que lo entrenen."
"Yo también." Dijo sonriente Syo. "Y el voto de mi padawan desempata el asunto, dos contra dos... y medio." Terminó mientras apoyaba la mano sobre el hombro de Alara. "Ya estaba buscando un pequeño para que entrenes, pero parece que lo has encontrado tu misma." Terminó mirando la cara de sorpresa de Alara.
"Yo... yo soy una padawan." Dijo confundida Alara.
"Ya no... Caballera." Dijo divertido Syo.
"Tiene sentido..." Dijo pensante Kysho.
"No lo sé... tal vez deberíamos esperar por ." Dijo pensante Lak.
"Si lo entrenamos nosotros..." Dijo al aire Aola. "Podríamos asegurarnos de que no caiga al lado oscuro."
"Acordado entonces." Dijo sonriente Syo. "Caballera Alara, ve por tu aprendiz." Dijo divertido Syo.
Syo vio a su padawan salir por la puerta y rápidamente entrar con Shin a la rastra, parándolo frente a ellos.
"Hola, Shin. Supongo que querrás saber que hemos decido." Dijo divertido Syo. "El Consejo ha decidido que..." Agregó haciendo una larga pausa.
Alara codeó con fuerza a su maestro en las costillas.
"Vamos a entrenarte." Dijo con algo de dolor Syo. "Eso dolió..." Agregó divertido.
"Perdón, maestro... me he resbalado." Agregó sonriente mientras notaba muy confundido a su nuevo alumno.
"Como te habrá dicho Alara, es raro que entrenemos a alguien como tú, pero esta vez vamos a hacer una excepción." Dijo pensante Syo. "Para empezar tu maestra va a ser Alara, que desde hace unos minutos es Caballera Alara Domo-Sareh."
"Felicitaciones..." Dijo confundido Shin.
"Gracias." Respondió sonriente Alara.
"Así que, bienvenido a la orden, aprendiz." Dijo Syo mientras apretaba su mano con fuerza.
"No sé que decir..." Dijo pensante el joven.
"No hay mucho para decir, aprendiz." Dijo Lak mientras pasaba a su lado. "Ya nos vamos a conocer mejor." Terminó para marcharse por la gigantesca puerta.
"Eso parece..." Dijo pensante Aola mientras miraba a Shin. "Alara va a mostrarte el templo, te espero mañana temprano, vas a tener que ponerte al día." Agregó para marcharse.
"Bueno, Shin, encantada de conocerte... es extraño saludar así a un aprendiz." Dijo sonriente Kysho. "Te espero en los Archivos." Terminó para dejarlo junto a Syo y a Alara.
"Padawan, lleva a tu aprendiz a tu habitación, vamos a ponerlo en el cuarto libre junto a tuyo." Dijo pensante Syo. "No podemos ponerlos con los niños..."
"Eso parece..." Dijo pensante Alara. "Yo..."
"No te preocupes, Alara. No vamos a dejarte sola con él, no solo es tu primer alumno, sino que es un adulto, así vamos a entrenarlo entre todos... estoy seguro que todo va a salir bien." Interrumpió Syo mientras empezaba a caminar.
"Por aquí..." Dijo pensante Alara.