Número 032

Fragmento 2. Inexorable.

 

Nacer en una nava madre tierra significaba para un ser humano pertenecer al después del planeta tierra. Todos los jóvenes fueron ilustrados en demasía con historias, imágenes e ideas sobre lo descomunal preciosidad del planeta tierra; siempre hubo una patente añoranza por parte de los terrícolas por recuperar aquello que sin reparo perdieron.

Daoh había crecido oyendo las palabras de su abuelo, quien estaba muy seguro de que, la tierra era el lugar más preciado que podía haber existido en la historia de la humanidad. Sus abuelos, quienes vivieron en dicho planeta, afirmaban la tierra era verde y preciosa, que el pasto era fresco y olía bien.

El joven, vistiendo un trajo oscuro dotado de tecnología nano robótica de punta a punta, se agachó. Sus delgados dedos se pasaron por encima de la hierba verde, al tacto se sentía fresca y agradable, había caminado un sinfín de veces por ella, pero era sintética y no podía compararlo con la hierba de la tierra.

No sabía si la sensación era tan buena como la había descrito su abuela, quien repetía por lo poco una vez por semana: la hierba te hacía conectar con tu sentido de vida más profundo.

A Daoh le hubiese gustado no saber más al respecto, ni sobre la forma en la que el sol te calentaba durante las mañanas o como el agua te refrescaba al beberla, así mismo, muchos decían que la primavera era hermosa cuando estaba en plena floración, ni qué decir de los viejos que ansiaban la fresca brisa de las tardes para refrescar sus cuerpos.

Él no tenía nada con qué comparar lo que oyó y sí, se fascinó escuchando tales historias de niño, pero estaba cruzando la veintena y la vida idealista comenzó a perder colores vibrantes para volverse más gris, de un gris teñido de realidad. Todo lo que dejaba la generación pasada era el anhelo, el anhelo de aquello que tuvieron y perdieron, entonces se esmeraban hasta sus entrañas en impregnar a las nuevas generaciones de meros recuerdos.

¿Para qué?

A él en su presente solo le generaba ansiedad y un extraño sentido de la responsabilidad. De una manera inexorable, deseaba que sus abuelos tuviesen la oportunidad de vivir sus últimos años en un lugar semejante a la tierra, pero… ¿por qué debía de ser él quien les concediese aquello?

Espiró, porque no encontró respuesta lógica para esa pregunta.

Solo lo deseaba, estaba dentro de su cavidad torácica incrustado como si fuese algún otro de sus órganos.

Más importante, él quería experimentar de eso que hablaban los viejos cuando las cosas iban difíciles. Se preguntaba si el aire podía ser frío para refrescar, pero no para congelar como el que rodeaba la nave, del mismo modo, tenía curiosidad: ¿cómo olería una flor que no era criada en un invernadero con muchos cuidados para evitar se extinguiese? ¿Eran los animales criados en libertad más fuerte que los animales criados en las granjas monarca? ¿Cómo se sentiría bañarse en una fuente de agua pura? ¿Qué se sentiría al estar vestido con tela como lo estuvieron sus ancestros?

Los libros ilustrados mostraban prados hermosos, los hologramas de los salones de clase exhibían unas divinas planicies, formaciones rocosas y nubes, había nubes.

El color de las nubes le recordaba a Varox.

Encontró probable su interés por el planeta estuviese relacionado con eso, encontraba curioso el aspecto de las nubes desde el espacio exterior, los hologramas realistas las hacían ver muy diferentes.

—Señor Daoh.

Un muchacho que estaba regando el pasto falso lo saludó, vestía un conjunto gris e iba sin zapatos.

Daoh levantó su mano como respuesta, abandonó su postura en cuclillas para incorporarse e ir hacia el ala médica de la nave, buscaría el área de cuidados especiales, su abuelo estaba allí. Él no tenía padres, sí los tuvo como todos, pero sus padres fueron niños que, como él, nacieron en el espacio. En aquel entonces, la humanidad desconocía el hecho de que, entre más lejos esté un ser humano de las fuerzas deslumbrantes del sol, más corta es su vida.

Sus padres no murieron por enfermedad, simplemente su destino estaba sellado desde su nacimiento, después de ser concebidos en un área del espacio donde el sol no estaba presente. Los humanos concebidos y nacidos en áreas oscuras de la galaxia, tienen un promedio máximo de treinta años terrícolas, se desconocía la real importancia de la vitamina D para entonces.

Los padres de Daoh desconocían tal hecho, nadie en las naves lo sabía, ellos fueron la enseñanza real de lo que podía ocurrir.

Él se creció al cuidado de sus abuelos, quienes se encargaron de ayudarlo y permitirle crecer, también, unos de los más interesados en que, creciese en un área con sol. Las puertas corredizas de un grosor milimétrico, pero de una solidez más potente que el acero, se abrieron para él. El pasillo largo e iluminado de blanco le permitió ver las diferentes alas.

De soslayo avistó el área de cuidados infantiles. El techo de esa área tenía muchos espacios cubiertos por cristales cuidadosamente diseñados, permitían acceder a la luz de los soles; los infantes nacidos en el primer tercio del año estaban allí, sus padres iban a visitarlos todos los días para brindarles los cuidados necesarios, algunos de los hombres y mujeres tenían su edad y sabía que, en algún momento, sería su turno.




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