A lo largo de su vida, Daven había tenido la oportunidad de ver muchos hologramas relacionados con su mundo nativo, era una forma de mantenerse entretenido y de que los otros humanos se mantuviesen relajados, porque sabían él estaba ocupado.
Entre las múltiples cosas que observó, recordaba el mar, aunque, era increíble ver uno de frente. El agua era muy azul, tan azul como nunca había visto nada en el mundo, aunque, los alíen que había a su alrededor también eran de ese color.
—Expuso los ojos.
La voz de alguien a su izquierda lo desvío del mar.
Un alíen más pequeño que el resto, aunque, con cuernos igual comprobaba sus signos vitales en un holograma conectado a la capsula en la que estaba acostado. Parpadeó para contemplar mejor al alíen, era muy extraño, diferente de los humanos porque tenía cuernos en su cabeza, pero… también era parecido, su rostro, sus manos y también sus cuerpos.
—¿Lo está? —preguntó un hombre alto y fortachón, con hombreras metálicas oscuras.
—Puede ser un reflejo condicionado de su sistema motor central —objetó el médico Varoxiano encargado del cuidado del humano.
Era un recurso inapreciable que había costado mucho conseguir.
El gran monarca se molestaría hasta los cuernos si ocurría cualquier anomalía con el humano. Se comprobaron sus datos y constantes vitales en el momento en que lo recibieron, todo iba en orden y parecía estarlo de nuevo, solo su pulso estaba aumentando, pero no demasiado como para asustarse.
—¿Por qué los entiendo?
Los dos Varoxianos se tensaron.
—¿Está despierto?
—Lo estoy, porque un impulso muscular no me dejaría tener los ojos abiertos tanto tiempo —expresó Daven, su vista pesada por la droga que le suministraron.
Debía de ser cierto que la proporcionó Varox, porque era mucho más fuerte que las drogas humanas, aun así, su cuerpo la había procesado exitosamente, aunque, en un mayor tiempo.
Los dos Varoxianos se lo quedaron mirando.
—¿Pueden abrir esto? Me siento sin aire aquí adentro.
—Es solo una idea preconcebida de su cerebro, se le está suministrando la cantidad de oxígeno suficiente para sus funciones vitales se mantengan con éxito hasta el aterrizaje.
—Debería pensar más en lo que yo quiero que en la ciencia —dijo Daven, observó hacia los lados, la capsula no tenía seguros—. Creo que voy a vomitar y dudo esta capsula tenga un compartimiento destinado para la regurgitación.
El hombrecito azul hundió un botón en el holograma, en un sonido vaporoso provino de la cápsula cuando se abrió. Daven no pudo dar su primer paso porque una mano azul grande se puso delante de él.
—Sosténgase, supremo 033.
Era la primera vez de Daven tocando a otro ser vivo en años, así mismo, era su primera vez tocan a un alíen. Los Varoxianos tenían una apariencia áspera, fue motivo de asombro cuando su piel tocó la otra, encontró singularmente suavecito el tacto, como una cobija térmica.
Daven asintió como muestra de gratitud y abandonó su lugar de reposo. Inspiró profundamente, había un aroma dulzoso en el aire, no pudo distinguirlo, solo se acercó a una de las circulares ventanas de la prolija nave color plata y observó.
Había tanto agua como nunca pudo soñar con ella.
Ni en sus libros se retrataba o explicaba la inmensidad que captaban sus vistas. Sus dedos tocaron el cristal, afortunadamente ninguna alarma estalló, algunos de los otros guerreros Varoxianos tomaron interés en la criatura.
Rara, sin pelo y muy blanca.
Algunos se preguntaban si no iba a morir en las próximas semanas.
Era una buena pregunta, esperaban no fuese así, porque la inversión en bienes y tiempo se perdería si al humano se le ocurría perder la vida. Solo… que nunca habían visto una criatura tan delgada, pequeña, tan pálida y con un tono de ojos tan extraño. Los Varoxianos por lo usual, tienen las vistas azules, sus cuernos suelen ser una mezcla entre azul, blanco y negro, ver a un ser vivo que no tenían cuernos en su cabeza era muy anormal.
—Debería estar dormido, tal vez no administraron la droga como era debido —dijo el médico de la nave, mirando la espalda ancha del joven humano, quien contemplaba el mar de agua dulce al que se aproximaban.
En Varox la mayor cantidad del agua era potable.
Y había mucha, mucha agua dulce.
—¿Estará bien? Se pretendía no conociese el camino de llegada.
—El gran monarca me dijo que conocía las condiciones proporcionadas por los humanos —expresó firme el médico—, al parecer, este humano tiene una tolerancia alta a las sustancias que alteran su sistema viviente.
—Como sea, debemos llegar antes de que el gran Solev llegue a la torre imperio.
Daven los miró de soslayo, no sabía de qué hablaban, pero los otros mostraron un asentimiento para luego retirarse un poco más.
—Gran general Marok, evitemos tocar temas innecesarios frente del humano, el gran monarca se encargará de explicarlo todo a su debido tiempo.
Editado: 10.11.2023